El último AC Milan décimo en la Serie A: súper Menez, fracaso de Fernando Torres y Cerci
El Milan, a lo largo de su historia, ha vivido muchas temporadas gloriosas, al punto que - por varios años - el club rossonero pudo ostentar el título de la sociedad más laureada del mundo. Eran los años en los que la sociedad milanesa llegaba regularmente entre los primeros ocho de la Champions, ganada dos veces entre 2003 y 2007.
Todo esto precedió un declive bastante vertiginoso, que desembocó en muchos campeonatos muy por debajo de lo mínimo indispensable. El peor, sin duda, fue el de la temporada 2014/15: un Milan totalmente fallido, que impresionó negativamente a Italia en el fútbol.
Un club descolorido, si se piensa que una década antes navegaba entre finales y semifinales de Champions con una continuidad impecable.
LAS PREMISAS: SIN KAKÀ Y SEEDORF, EN EL BANQUILLO INZAGHI
Rebobinamos la cinta. El verano de 2014 vio al Milan despedir a dos pilares de su historia: Kaká, quien regresó a Milán después de los años oscuros de Madrid, se fue después de solo una temporada, rescindiendo anticipadamente su contrato.
Adiós también fue para Clarence Seedorf, quien en el Milan como entrenador no convenció en 2013/14, obteniendo un octavo puesto final. Adriano Galliani, sin embargo, decidió dar vuelta a la página, pero no desvincularse de su historia rossonera.
Y así, entonces, el sucesor del holandés fue encontrado en Filippo Inzaghi, quien venía de realizar excelentes campañas con el equipo juvenil del Milan y fue llamado a la gran oportunidad. Entre las despedidas importantes, también debe recordarse la de Mario Balotelli, quien partió hacia Liverpool por 16 millones de libras.
EL MERCADO DE FICHAJES REGALA A TORRES Y MENEZ
A Filippo Inzaghi viene puesta en manos una plantilla con algunos retoques, en teoría, de calidad, aunque todos - o casi todos - llegaron a coste cero. Llegan a Milán Diego Lopez, Alex, Armero y Bonaventura.
Los fichajes, sin embargo, más importantes son los relacionados con Jérémy Ménez y Fernando Torres. El francés firmó en julio como agente libre después de su experiencia en su país con el PSG, el español llegó en los entonces célebres días del Cóndor, aquellos en los que la experiencia de Galliani - a menudo en las últimas horas del mercado - marcaba la diferencia.
PARMA-MILAN, 4-5 Y LA ILUSIÓN INICIAL
La temporada del Milan también comenzó bien. La victoria en el debut contra la Lazio parecía alentar al optimismo.
Un 3-1 que se replicó la semana siguiente, cuando el equipo de Inzaghi salió al campo en el Tardini contra el Parma. De ahí surgió uno de los partidos más increíbles de la historia reciente rossonera, sellado por un 4-5 final y embellecido por un extraordinario gol de tacón de Ménez, claramente a gusto bajo la dirección de Inzaghi.
Un Milan que, con 6 puntos en las dos primeras jornadas, se proyectó de la mejor manera para el partido importante contra la Juventus, programado para la tercera jornada de campeonato.
EL DECLIVE EN NOVIEMBRE
En San Siro, sin embargo, los bianconeri ganaron 1-0, con gol de Tevez - y quién más - a veinte minutos del final. Un incidente de recorrido en términos generales aceptable, al que siguieron ocho puntos en los siguientes cuatro partidos. En resumen, hasta mediados de octubre el recorrido del Milan fue más que bueno, con el equipo siempre entre los primeros cuatro.
El declive llegó en noviembre: con el inicio de un período negativo y muchas derrotas pesadas en San Siro contra Palermo, Sassuolo y Atalanta.
MÉNEZ AL TOP
La fotografía de la sonrisa milanista de ese campeonato es y siempre será la de Jérémy Ménez. El francés fue - quizás junto a Jack Bonaventura - la única verdadera nota positiva rossonera.
Tomado para hacer de extremo, vistiendo el 7 que fue de Shevchenko, el ex Roma se encontró siendo sorprendentemente el mejor goleador del Milan, encantando en el papel de falso nueve, rol diseñado para él por Inzaghi. También porque el verdadero 9 designado - Fernando Torres - fue el primero de una larga lista de delanteros perseguidos por el Diavolo.
TORRES Y EL INICIO DE LA MALEDICIÓN DEL 9
La punta española, apartada en verano por Mourinho en el Chelsea, fue de hecho protagonista de pocos meses insípidos con la camiseta del Milan. Su llegada estuvo marcada por expectativas enormes: era sin duda un perfil distante de los esplendores vividos bajo la Kop de Liverpool, pero aun así con un bagaje técnico capaz de entusiasmar a la afición.
Tomó la camiseta número 9, dando inicio a la homónima maldición que afectó en los años siguientes a todos aquellos que la vistieron.
Y decir que el primer destello llegó en Empoli, en la cuarta jornada, dejando entrever perspectivas diferentes. Todo falso: el de Castellani, el 23 de septiembre de 2014, fue el único gol de Fernando Torres en la Serie A. Una aventura que, ni siquiera cuatro meses después, terminó sin demasiados remordimientos.
EL REGRESO A ITALIA DE CERCI
La salida de Torres del Milan estuvo vinculada al Atlético de Madrid, club en el que el Niño había crecido. Fue el regreso a casa la elección de Fernando, con Galliani que identificó una contraparte adecuada en Alessio Cerci.
Un jugador que con los colchoneros había decepcionado clamorosamente y que esperaba regresar a Italia para relanzarse. Dicho y hecho: intercambio de préstamos y Cerci llegó a Milán.
También en el rossonero, sin embargo, el ex Torino no respetó en absoluto los estándares que había mostrado en el Torino anteriormente, cerrando el segundo semestre de esa temporada con la miseria de 672 minutos jugados y solo 1 gol y 5 asistencias antes de regresar a Madrid.
DESTRO AL MILÁN: LA LLAMADA DE GALLIANI
Por un Cerci en llegada y un Torres que se había ido, sin embargo, en el Milan resultó que había un problema de 9. Es decir, una falta de delantero central: y entonces tuvo lugar uno de los episodios extracalcísticos más icónicos de esa temporada. Galliani, cuyos días de Condor eran sorprendentes también en su mediatización, fue visto en Roma, donde jugaba en ese entonces Mattia Destro, deseoso de mayor espacio respecto al que encontró en el equipo giallorosso.
¿A almorzar? ¿En Trigoria? No: el ex AD rossonero fue inmortalizado mientras llamaba al timbre de la entonces delantera romanista, gesto que convenció a Destro a volar a Milán. Un momento célebre, que se grabó en la mente de muchos aficionados.
Una negociación curiosa que sin embargo no fue recompensada por el rendimiento en el campo: incluso Mattia no brilló, faltó el rescate en junio. Otra víctima, por cierto, de la maldición del número 9.
FASE CENTRAL DESASTROSA Y DÉCIMO PUESTO FINAL
A pesar de un mercado, como se explicó hasta ahora, frenético, el Milan de Inzaghi en el campo nunca cambió de ritmo. Es más, si es posible, ralentizó: desde la octava hasta la vigésima tercera jornada, los rossoneri solo ganaron tres veces, venciendo en casa al Parma, Napoli y Udinese, perdiendo incluso cinco veces en quince partidos.
Un rendimiento que hizo que el Diavolo se deslizará fuera de cualquier posible conversación relacionada con las clasificaciones europeas, faltando por segunda temporada consecutiva.
El resultado final fue un décimo lugar, incluso peor que el año anterior: fue el segundo peor resultado de la era Berlusconi, empatado con el 1996/1997.
¿LA TEMPORADA SÍMBOLO DE LA ERA BANTER?
Un campeonato tan anónimo que muchos lo alzaron como símbolo de lo que, en las redes sociales, los aficionados del Milan llamaron "Banter Era". Ese período, de los años dos mil diez, en el que el club milanés nunca logró ser competitivo, derivando en muchas temporadas concluidas sin trofeos y/o posiciones válidas para clasificarse a competiciones europeas. Un campeonato, en resumen, para archivar y olvidar lo más rápido posible. Aunque, de vez en cuando, vuelve a salir a flote, en forma de pesadilla rossonera.