Denuncian una grave cultura de acoso sexual e impunidad en los Parques Nacionales de EEUU

“Aquí afuera nadie puede escuchar tus gritos” es el inquietante pero descriptivo título de un amplio reportaje de The Huffington Post sobre la estremecedora prevalencia de prácticas de acoso sexual que, se alega, existe en los Parques Nacionales de Estados Unidos, con agravios provocados, por añadidura, por los propios y contra los propios empleados de esa agencia gubernamental.

Y no se trata de algo nuevo. El reportaje indica que por años se han presentado en varios estados y por instancias fiscalizadoras del propio gobierno reportes y quejas ante lo que se ha considerado prácticas intensivas y toleradas de acoso sexual en contra, principalmente, de las empleadas de la agencia del Servicio Nacional de Parques.

La mayoría de quienes trabajan en labores de campo, es decir en la protección e investigación de los espacios naturales y de su flora y su fauna, son varones y aunque ciertamente no todos ellos están implicados en prácticas cuestionables, no se trataría tampoco de circunstancias esporádicas o aisladas.

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En las majestuosas soledades de los parques nacionales de EEUU, como en Yosemite, se habrían dado, por años, casos de acoso sexual impunes. (AP)

El reportaje, que incluye testimonios recientes y otros de años e incluso décadas atrás, muestra ejemplos de la actitud sexualmente cargada, demandante y, en ocasiones, abiertamente abusiva que ciertos trabajadores de esa agencia ejercen contra otros, siendo las mujeres las mayormente afectadas, mientras cumplen con sus tareas de vigilancia e investigación en las amplias áreas abiertas, muchas veces desoladas y remotas, de los parques nacionales estadounidenses.

Un problema adicional, que hace todo el asunto aún más grave, es que, como relata otro reportaje sobre el tema, en este caos publicado por el portal BuzzFeed, quejas y denuncias sobre casos de acoso sexual de parte de empleados del Servicio Nacional de Parques que se habrían dado en varios estados no han conducido a despidos o acusaciones penales. Ni siquiera, con frecuencia, a medidas disciplinarias contra los presuntos abusadores. Y en ocasiones muchas personas que se han sentido agraviadas han optado por el silencio, quizá por temor a represalias, a perder a su vez su empleo, a volver a ser victimizadas.

Esa turbia situación habría durado años, si bien recientemente ha cobrado resonancia luego de que en una audiencia en la Cámara de Representantes realizada hace unos días el subdirector de ese agencia dijo no recordar, a pregunta expresa, cuántas personas habían sido despedidas por cometer acoso sexual.

Eso luego de que testimonios anteriores afirmaron que conductas lesivas de esa clase han tenido lugar por décadas en esa entidad, y han sido toleradas o, en cierto modo, propiciadas por algunas de sus autoridades por la permisividad que habrían tenido y por su displicencia ante las denuncias de las personas afectadas.

Con todo, algunas cosas han comenzado a cambiar.

Como relató el periódico New York Daily News, Don Neubacher, superintendente del Parque Nacional Yosemite, optó por retirarse luego de que en la citada audiencia en el Congreso al menos 18 empleados de ese parque señalaron queél había creado un “ambiente laboral tóxico, hostil, represivo y acosador”.

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DonNeubacher, superintendente del Parque Nacional Yosemite, anunció su retiro tras denuncias de que creó allí un ambiente “hostil” y “acosador”. (AP)

Pero esa cultura de acoso y hostilidad se habría extendido a muchos parques y entre muchos empleados y aunque ha habido personas, dentro y fuera del gobierno, que han denunciado y luchado por poner fin a esa situación, poco es lo que se ha logrado hasta ahora. Los espacios de maravillosa belleza natural y los destacados esfuerzos de preservación de su flora, fauna y recursos naturales estarían así, en cierto modo, manchados por esa continuada y lesiva cultura de acoso e impunidad, a juzgar lo que se desprende de los testimonios citados en los reportajes de The Huffington Post y BuzzFeed.

Todo sería sólo la punta del iceberg. Muchas más personas podrían, ahora que todo ha comenzado a desatar amplia consternación pública, a dar su testimonio, a presentar sus quejas y denuncias. Y anuncios de jubilación no bastarán, presumiblemente, para mitigar el escándalo o dar paso a la justicia.

Al menos, será más difícil preservar el silencio y la inacción y la posibilidad de que se sancione a quienes hayan cometido esos abusos y se proteja, en adelante, a esos trabajadores, será un poco más clara.

No tanto posiblemente como un amanecer en Yosemite pero, quizá, con una fuerte dosis de aire fresco.

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