Decolonizar no es una metáfora

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“Nos dieron la esperanza solo para quitarla. Es como si nos hubieran dado alas para cortarlas

cuando estábamos volando alto”.

Mario González, padre del normalista desaparecido César Manuel.

 

Con esa frase cierra el texto de John Gibler de Quinto Elemento Lab, donde narra con mucha precisión cómo desde la administración encabezada por Andrés Manuel López Obrador se ha ocultado la verdad y cómo se solapa al ejército desde la cúpula de este gobierno. Se señalan nombres: empezando por el titular del Poder Ejecutivo; el exsecretario de Gobernación, Adán Augusto López; el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar; el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas; el actual Fiscal General, Alejandro Gertz Manero, así como los exprocuradores Murillo Karam y Arely Gómez.

El gobierno de López Obrador no solo oculta información que tiene en sus manos el ejército, sino que también es parte de crimen de lesa humanidad al manipular evidencias, cancelar órdenes de aprehensión sin sustento, fragmentar la investigación y por supuesto, hacer manifestaciones explícitas en apoyo a las Fuerzas Armadas.

En la marcha donde se cumplieron nueve años del caso Ayotzinapa, las madres y padres mostraron una clara ruptura con este gobierno, pero no es nueva, el texto de Gliber muestra cómo se fragmentó esta relación con la renuncia de Omar Gómez Trejo el ex titular de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el Caso Ayotzinapa.

La violencia institucional del Estado sigue abriendo heridas en México, 43 heridas que no cierran y solo se profundizan con la indolencia, la impunidad, la corrupción y por supuesto todo va de la mano con la militarización de la vida pública.

Con frecuencia escuchamos a AMLO en las mañaneras diciendo que su gobierno no es racista ni clasista, incluso que no es colonialista. Afirma que esos tiempos ya acabaron. Pero este posicionamiento que hace el gobierno actual es la mercantilización de un pensamiento crítico para que forme parte de una narrativa del Estado y del poder partidista, tal y como lo han hechos otros gobiernos de América Latina, como lo es el Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización de Bolivia o el Instituto Nacional para la Descolonización que creó Maduro en Venezuela.

La colonialidad del poder, desde donde opera el Estado nacionalista mexicano, no solo es una lucha epistémica-política contra la mercantilización de la descolonización y de la decolonialidad, es una lucha por la vida, porque el sistema colonial tiene repercusiones en las vidas de las personas, principalmente de aquellas que son racilizadas, como parte de la necropolítica.

¿A qué nos referimos con descolonización y decolonialidad? La descolonialidad es un enfoque teórico, que busca desafiar y transformar las estructuras de poder coloniales que persisten en la sociedad contemporánea. Examina la supresión de conocimientos indígenas y afro, la opresión sistemática y la lucha por liberarse de estas estructuras de poder. La descolonialidad aborda la epistemología colonial, la descolonización del conocimiento y la autodeterminación de las comunidades colonizadas.

Por otro lado, la decolonialidad se enfoca en cuestionar las jerarquías coloniales y las estructuras de poder inherentes a la modernidad occidental, generalmente de la resistencia popular, campesina y étnica. Busca alternativas a través de una perspectiva crítica, desde el conocimiento situado y la cosmovisión de las comunidades étnicas, por lo tanto se desliga más de los espacios académicos y se centra más en el saber popular.

Estos enfoques son esenciales para comprender cómo la historia de la colonización sigue influyendo en la sociedad, pero también en políticas de Estado y en las estrategias necropolíticas de gobernanza y producción del espacio, tales como la segregación espacial, la pobreza extrema, la hiper-explotación laboral y la violencia policial-militar, constituido por la producción de espacios de vida y de espacios de muerte.

Esto es la apuesta del Estado nación, ya nos lo mostró el gobierno de Enrique Peña Nieto y del ahora López Obrador, con estrategias de violencia estatal para seguir perpetuando el poder militar del Estado nación mexicano.

Las familias de los 43 y de los cientos de desaparecidos en México están muriendo en vida porque ese es el objetivo de los gobiernos, entran a un laberinto sin salida para que la colonialidad del poder siga perdurando a través de la coerción. La muerte física es solamente una de múltiples muertes, desde la pobreza abyecta, la humillación diaria, hasta el dolor psíquico del trauma histórico y la violencia homicida.

Descolonizar y decolonizar no son una metáfora son una resistencia, porque el “nacionalismo no se descoloniza ni se deconstruye, se destruye”.

* Fernanda Galicia (@mafernn)es directora/e de @yomexiro, organización feminista, antimilitarista, decolonial, comunitaria y anticorrupción. Luchamos contra la acumulación y centralización del Poder.