Una potencia los gobernó con mano de hierro y dejó un legado sangriento... ahora el papa Francisco les lleva esperanza

El papa Francisco en el Martyrs’ Stadium de Kinshasa, Congo. (AP/Samy Ntumba Shambuyi)
El papa Francisco en el Martyrs’ Stadium de Kinshasa, Congo. (AP/Samy Ntumba Shambuyi)

Con inmensas riquezas minerales, tierras fértiles, una población numerosa y joven, así como un territorio del tamaño de Europa occidental, la República Democrática del Congo debería ser el motor económico de África y una potencia mundial.

Pero el país, a veces llamado el “Gigante Dormido” de África, se ha visto afectado por un sangriento legado de colonialismo, guerras interminables, décadas de mala gestión de los fondos públicos y una carencia crónica de infraestructura. El papa Francisco tenía previsto viajar al este de la República Democrática del Congo, pero el recrudecimiento de los incesantes combates de las milicias —que han costado millones de vidas a lo largo del conflicto— lo obligó a limitarse a la capital, Kinsasa, en el oeste del país.

El papa Francisco en el Martyrs’ Stadium de Kinshasa, Congo. (AP/Samy Ntumba Shambuyi) (AP Foto/Jerome Delay)
El papa Francisco en el Martyrs’ Stadium de Kinshasa, Congo. (AP/Samy Ntumba Shambuyi) (AP Foto/Jerome Delay)

Según muchos historiadores, el país fue creado para el fracaso por su potencia colonizadora, Bélgica, que durante décadas gobernó la actual República Democrática del Congo con mano de hierro, extrayendo sus inmensas riquezas naturales. Bélgica se marchó de manera abrupta tras la independencia en 1960, negando a la República Democrática del Congo el periodo de transición que sus dirigentes habían pedido.

Justo antes de su asesinato en 1961, Patrice Lumumba, el líder independentista que fue la primera persona en fungir como primer ministro de la República Democrática del Congo, escribió en su última carta a su esposa: “Quiero que mis hijos, a los que dejo atrás y quizá no vuelva a ver, sepan que el futuro de la República Democrática del Congo es hermoso”.

La amputación era frcuente como medida de castigo del pequeño estado privado que tenía en sus manos Leopoldo II de Bélgica. La imagen es de 1900. (Foto: Universal History Archive/UIG via Getty images)
La amputación era frcuente como medida de castigo del pequeño estado privado que tenía en sus manos Leopoldo II de Bélgica. La imagen es de 1900. (Foto: Universal History Archive/UIG via Getty images)

Más de medio siglo después, la República Democrática del Congo sigue esforzándose por alcanzar su visión.

Alberga una vasta selva tropical conocida como uno de los pulmones del mundo.

La mayor parte de la selva del Congo, casi 202 millones de hectáreas de bosques tropicales biodiversos y turberas ricas en carbono, está en la República Democrática del Congo. (El resto se extiende a lo largo de sus vecinos). Solo superada por la Amazonía, la selva tropical de la República Democrática del Congo elimina grandes cantidades de carbono de la atmósfera: un estudio estimó su valor en 55.000 millones de dólares al año.

La selva tropical y las turberas se enfrentan a múltiples amenazas: madereros, fabricantes de carbón y, más recientemente, el gobierno congoleño, que anunció el año pasado que subastaría los bloques petrolíferos que se solapan con zonas protegidas. Hace poco, la República Democrática del Congo concedió a tres empresas estadounidenses los derechos para explotar bloques de gas bajo el lago Kivu.

Aunque algunas partes de la selva están desapareciendo con velocidad, todavía quedan vastas extensiones sin alterar.

Provincia de Equateur, República Democrática del Congo, hogar de uno de los más grandes bosques tropicales primarios de la Tierra, el 16 de octubre de 2021. (Nanna Heitmann/The New York Times)
Provincia de Equateur, República Democrática del Congo, hogar de uno de los más grandes bosques tropicales primarios de la Tierra, el 16 de octubre de 2021. (Nanna Heitmann/The New York Times)

La República Democrática del Congo tiene muchos minerales preciosos y poco comunes.

Con oro, cobre, diamantes, coltán y lo que se cree que son dos tercios del cobalto del planeta —un ingrediente clave en las baterías de los autos eléctricos—, la República Democrática del Congo es considerado por los expertos como uno de los países más ricos del mundo, en términos de minerales.

Y la competencia por ellos es feroz. A medida que el mundo inicia la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles, el cobalto se ha vuelto extremadamente valioso. China y Estados Unidos se han lanzado a la carrera por hacerse con el control del suministro mundial.

El papa Francisco en el Martyr Stadium de Kinshasa (AP/Jerome Delay)
El papa Francisco en el Martyr Stadium de Kinshasa (AP/Jerome Delay)

Según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, casi todo el oro de la República Democrática del Congo acaba en manos de potencias regionales como Ruanda y Uganda: se saca de contrabando, se refina y se exporta a los mercados internacionales, especialmente a los Emiratos Árabes Unidos. Ruanda y Uganda han negado las acusaciones.

La fiebre por cosechar las riquezas de la República Democrática del Congo ha causado la explotación de los trabajadores de las minas, la violencia contra las comunidades locales y la guerra por poderes, sobre todo al este del país.

La población del este enfrenta un aumento de violencia e inestabilidad.

El conflicto se ha apoderado del este durante décadas, con más de cien grupos armados y su abundancia de siglas —incluyendo las ADF, las FDLR, las LNR y CODECO— y, a causa de este, 5,5 millones de personas han sido asesinadas, violadas o desplazadas, según Naciones Unidas. Los refugiados de la República Democrática del Congo llevan años huyendo a otros países de África y Europa, así como a Canadá y Estados Unidos.

Sin embargo, hace poco, un grupo de la milicia llamado M23 ha impulsado una nueva ola de violencia, perpetrando masacres y provocando la huida de cientos de miles de personas, muchas de las cuales se dirigen a la ciudad lacustre de Goma. Allí, diminutas tiendas hechas de lona y cinta adhesiva llenan el paisaje y proporcionan un refugio lamentable a sus ocupantes, a menudo niños pequeños y sus madres traumatizadas.

La República Democrática del Congo afirma que Ruanda respalda al M23, y el presidente congoleño, Félix Tshisekedi, ha acusado al país de “tendencias expansionistas”. El presidente de Ruanda, Paul Kagame —durante mucho tiempo favorito de Occidente, pues su país es uno de los principales receptores de ayuda estadounidense— niega apoyar a la milicia. No obstante, los expertos de la ONU han publicado pruebas creíbles de que Ruanda ejerce el “mando general y la planificación estratégica” del M23, armándolo y ayudando a su reclutamiento.

La hostilidad, que tiene su raíz en el genocidio de 1994 en Ruanda, se ha intensificado en las últimas semanas, cuando Ruanda disparó contra un avión militar congoleño que, según aseguró, invadió su espacio aéreo.

La Iglesia católica de la República Democrática del Congo es políticamente poderosa.

La Iglesia católica de la República Democrática del Congo, la mayor de África, ejerce una poderosa influencia en la democracia del país.

El papa Francisco se reúne con las víctimas de la violencia en la República Democrática del Congo (AP /Gregorio Borgia)
El papa Francisco se reúne con las víctimas de la violencia en la República Democrática del Congo (AP /Gregorio Borgia)

Desde la década de 1990, la Iglesia ha desempeñado un papel decisivo a la hora de exigir rendición de cuentas a los dirigentes del país. Tras la misa de los domingos, las congregaciones de todo el país marchan a veces directamente de la iglesia a las manifestaciones, lo que hace más difícil a las autoridades prohibir las protestas o reprimirlas. A lo largo de los años, los manifestantes han salido a la calle por el intento inconstitucional del presidente de presentarse a un tercer mandato y han exigido nuevas elecciones y el fin de la guerra en el este.

En época de elecciones, la Iglesia envía observadores a los centros de votación de todo el país —40.000 en las últimas elecciones— para comprobar que los comicios se desarrollan con normalidad e informar de cualquier intento de perturbar el proceso o alterar los resultados.

La última vez que la República Democrática del Congo acudió a las urnas para elegir un nuevo presidente, en diciembre de 2018, la Iglesia católica anunció que había un claro ganador. Aunque se abstuvo de decir quién había ganado, los expertos coincidieron en que había sido Martin Fayulu, el principal candidato de la oposición. Pero Fayulu no se convirtió en presidente ni tampoco el candidato del partido gobernante, elegido a dedo por el entonces presidente, Joseph Kabila. En su lugar, otra figura de la oposición, Tshisekedi, se hizo con el poder, respaldado por Kabila.

En diciembre, se celebrarán nuevas elecciones. Se espera que Tshisekedi y Fayulu vuelvan a competir.

© 2023 The New York Times Company

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