Debate presidencial: Biden y una actuación vacilante que provocó una ola de pánico entre los demócratas

La primera dama Jill Biden, saluda al presidente Joe Biden al concluir un debate presidencial con el candidato presidencial republicano, el expresidente Donald Trump
La primera dama Jill Biden, saluda al presidente Joe Biden al concluir un debate presidencial con el candidato presidencial republicano, el expresidente Donald Trump - Créditos: @Gerald Herbert

NUEVA YORK.- El presidente Joe Biden esperaba generar un nuevo impulso para su candidatura a la reelección al aceptar debatir dos meses antes de ser nominado formalmente. En cambio, su actuación vacilante e inconexa el jueves provocó una ola de pánico entre los demócratas y reabrió la discusión sobre si debería ser el candidato.

En el transcurso de 90 minutos, Biden, con voz ronca, luchó por pronunciar sus líneas y contrarrestar a un expresidente Donald Trump agudo pero profundamente deshonesto, lo que generó dudas sobre la capacidad del presidente en ejercicio para llevar a cabo una campaña vigorosa y competitiva cuatro meses antes de la elección. En lugar de disipar las preocupaciones sobre su edad, Biden, de 81 años, la convirtió en el tema central.

Los demócratas que han defendido al presidente durante meses contra los escépticos, incluidos miembros de su propio gobierno, intercambiaron frenéticas llamadas telefónicas y mensajes de texto a los pocos minutos del inicio del debate, cuando quedó claro que Biden no estaba en su mejor momento. Algunos recurrieron a las redes sociales para expresar su conmoción por sus problemas, mientras que otros discutieron en privado entre ellos lo que significaría para el partido y si era demasiado tarde para persuadir al presidente de que se hiciera a un lado en favor de un candidato más joven.

“Biden está a punto de enfrentar un aumento de llamados para que se haga a un lado”, dijo un veterano estratega demócrata que ha respaldado incondicionalmente a Biden públicamente. “Joe tenía un profundo afecto entre los demócratas. Se ha terminado”.

“Los partidos existen para ganar”, continuó este demócrata. “El hombre que estaba en el escenario con Trump no puede ganar. El miedo a Trump sofocó las críticas a Biden. Ahora ese mismo miedo va a alimentar los llamados para que renuncie”.

El objetivo de Biden al aceptar un debate electoral general antes que nunca en la historia presidencial era recalibrar la contienda como una elección entre él y un delincuente que intentó anular una elección y destruiría la democracia estadounidense si se le volviera a otorgar el poder de la presidencia. Biden, en cambio, abandonó el estudio de CNN en Atlanta enfrentándose a un referéndum sobre sí mismo y su capacidad que repercutirá durante días, si no más.

Trump, de 78 años, pareció superar el debate sin problemas, incluso cuando dijo una mentira tras otra sin ser cuestionado efectivamente. Parecía confiado, pero evitó la conducta excesivamente autoritaria que lo dañó durante su primer debate con Biden en 2020, aparentemente contento con dejar que su oponente se sumergiera en sus propias dificultades.

“Chicos, los demócratas deberían nominar a alguien más, antes de que sea tarde,” escribió Andrew Yang, que compitió con Biden por la nominación en 2020, en las redes sociales antes de que el debate terminara.

Van Jones, un exasesor en la Casa Blanca de Obama y una de las mayores voces progresistas en el Partido Demócrata, advirtió que habrá una revigorizada discusión sobre esa advertencia lanzada por Yang. “Hay un montón de personas que van a querer que Biden evalúe tomar un diferente camino”, dijo en CNN después del debate.

Alyssa Farah Griffin, una exasesora de la Casa Blanca de Trump que luego se peleó con él, dijo: “Es peor de lo que mucha gente imaginaba”.

Los asesores más cercanos de Biden siempre rechazaron cualquier discusión sobre la necesidad de que él diera un paso al costado y descartaban esa posibilidad como un nerviosismo injustificado aun cuando el presidente va por detrás de Trump en los estados que necesita para ganar. El entorno de Biden y sus aliados insisten en desafiar a los sondeos y advierten que las predicciones sobre derrotas demócratas en las elecciones más recientes estuvieron erradas.

Ningún presidente en ejercicio renunció a la candidatura en un momento tan avanzado de la campaña y hay poco consenso sobre qué sucedería si Biden diera un paso al costado ahora. Anoche los demócratas imaginaban escenarios que demandarían que los decanos del partido, como el senador Charles Schumer o la representante Nancy Pelosi, intervinieran para convencer al presidente.

Otros dirigentes demócratas dijeron que temían que fuera muy tarde para eso y que Biden no escucharía hoy a nadie más que su mujer, Jill, quien apoya fervientemente esta candidatura. El equipo del mandatario terminó la noche sabiendo que la tarea que le espera en los próximos días sería acallar los reclamos de renuncia y alinear al partido detrás de su sitiado líder.

Por Peter Baker