De Medea a Griselda Blanco: cinco malas madres que han dejado su huella en la Historia
En el Día de las Madres, recordamos a ciertas madres que no son, precisamente, un modelo a seguir: algunas mataron a sus hijos y otras los indujeron al crimen
El Día de la Madre es una de las ocasiones más especiales del año. Se celebra cada segundo domingo de mayo en muchos países del mundo, incluyendo Estados Unidos. Aunque la fecha varía en otros lugares y no siempre es en mayo, el propósito es rendir homenaje a esos seres tan especiales que nos criaron, amamantaron, alimentaron, vistieron, apoyaron, y toleraron.
En este día, llamamos a nuestras madres, les regalamos flores, les llevamos el desayuno a la cama y les expresamos nuestro agradecimiento por habernos dado la vida.
Sin embargo, ¿todas las madres merecen ser celebradas en el Día de la Madre? No necesariamente, ya que no todas inspiran sentimientos cálidos de amor y protección. En el curso de la Historia, abundan los casos de malas madres, y aquí presentamos cinco de ellas para la posteridad.
Medea: la mala madre mitológica
Medea encarna, quizás, el arquetipo más universal de la “mala madre”, la que mató a sus propios hijos para castigar a su esposo, Jasón.
Según la mitología griega, Medea es la hechicera que ayudó a Jasón, líder de los Argonautas, el grupo de héroes que lo acompañaban en su aventura a bordo del barco Argo, a recuperar el vellocino de oro en poder de Etes, rey de Cólquida y padre de Medea. Jasón y los Argonautas lo roban con la ayuda de, justamente, Medea, que se enamora profundamente de Jasón.
Todo parecía ir bien entre Medea y Jasón bien hasta que, tiempo después, la historia da un giro siniestro cuando Jasón cambia a Medea por otra mujer, Glauce, la hija del rey Creonte de Corinto. Esta parte de la historia se cuenta en Medea, la tragedia del dramaturgo griego Eurípides (484 a. C. – 406 a.C.).
Como represalia por el abandono, Medea comete un acto espantoso: mata a los dos hijos que tuvo con Jasón (además de al rey Creonte y a Glauce,) dejando a Jasón sin nada, sumido en el más profundo dolor.
Se considera que Medeaencarna los temas de la venganza y las consecuencias de las emociones descontroladas por la traición de Jasón. Ella es víctima y victimaria, una heroína de la mitología griega de enorme complejidad, tan trágica como fascinante.
En la obra de Eurípides, el corifeo –la persona que encabezaba y dirigía el coro en el teatros griego– protesta por los crímenes de Medea al decirle unas palabras terribles: “¡Desgraciada! ¿Eres de piedra o de hierro cuando asesinas con tu propia mano a tus hijos que son la cosecha de tu vientre?”.
Mary Ann Cotton: la madre en serie
Dos décadas antes de que Jack el Destripador aterrorizara las calles londinenses de Whitechapel, se cree que Mary Ann Cotton, ya había asesinado a 11 de sus 13 hijos, cuatro hijastros, su madre, tres maridos, un amante y un amigo incómodo para sumar un total de 21 asesinatos.
Con semejante prontuario, esta mujer califica como mala madre y algo más…
Nacida en 1832 en el noreste de Inglaterra, Mary Ann Cotton es reconocida como la primera asesina en serie de Inglaterra y la más letal hasta la aparición, un siglo después, de Harold Shipman (1946-2004), un médico que pudo asesinar a unos 260 pacientes.
La historia de Mary Ann es larga y azarosa. Trabajó como enfermera y mucama en distintas casas. Se casó cuatro veces y “enviudó” tres, luego de que sus esposos murieran a causa de enfermedades gástricas por el arsénico que les suministraba, lo mismo que a sus hijos y los hijos de sus esposos.
Muertos los esposos, ella se aseguraba de cobrar los seguros de vida.
Mary Ann fue detenida en 1872, después de que se descubriera que su hijastro, Charles Edward Cotton, había sido envenenado con arsénico. Tras ser sometida a juicio, fue declarada culpable de asesinato y condenada a la horca en marzo de 1873.
A Mary Ann le sobrevivieron una niña que dio a luz en la cárcel y otro niño que corrió con suerte. Los otros 11 de los 13 que tuvo esta mala madre (entre hijos propios e hijastros) no vivieron para contarla.
Mary Ball Washington: la madre del Padre Fundador
Quizás injustamente, la historia ha asignado a Mary Ball Washington, la madre de George Washington, un lugar en la galería de malas madres. Su reputación se basa en la relación tensa y problemática que tenía con George y no en actos criminales o nada que se le parezca, Mary era una molestia pasivo-agresivo, no un monstruo.
El dinero era, al parecer, parte de las razones de las tiranteces entre el comandante en jefe del Ejército Continental revolucionario en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos y su madre. Según algunas cartas y apuntes contables del propio George, Mary no paraba de pedirle dinero en momentos en que éste confrontaba apuros económicos.
Hay que recordar Mary había enfrentado desafíos económicos y sociales después de enviudar cuando George, su primogénito, tenía 11 años. Tuvo que gestionar la plantación familiar y criar a sus hijos casi sola, y esta situación pudo influir en su carácter y duros métodos de crianza.
Se dice que Mary se opuso a que George se uniera a la Marina Real en 1746 y que se opuso a su lucha revolucionaria contra Gran Bretaña e, incluso, que era una leal a la corona británica, aunque no hay pruebas sólidas de esto último.
Cuando George se convirtió en presidente en abril de 1789, ella no lo celebró, sino que le dijo lacónicamente: "Me estoy muriendo". Fallecería cuatro meses después. Tal vez no era tan mala madre...
Ma Barker: la madre más buscada por el FBI
Descrita en su momento por el director del FBI, J. Edgar Hoover, como “el cerebro criminal más despiadado, peligroso e ingenioso de la última década", Kate Barker mejor conocida como Ma Barker (“Ma”, de mama o mamá), lideró una banda de delincuentes dedicada al secuestro y al robo de nóminas, oficinas de correos y bancos en las décadas de 1920 y 1930, en la era de la Gran Depresión.
Nacida en el estado de Missouri, de Ma Barker se cuenta de manera casi legendaria que, siendo niña, vio pasar por su pueblo al forajido Jesse James y su banda, y que ese evento despertó en ella el deseo de vivir aventuras al margen de la ley.
Ma Barker se hizo de una reputación como la implacable matriarca que controlaba y organizaba los delitos de sus cuatro hijos, a quienes inició en el mundo del crimen y con quienes recorrió buena parte del territorio estadounidense durante su carrera delictiva.
De hecho, algún se le conoció como “la madre más buscada por el FBI”.
Los delitos de tres de sus cuatro hijos, a quienes se les conocía como los Bloody Barkers (los Sanguinarios Barker) se extendían por todo el Medio Oeste de Estados Unidos. Eran ellos Herman, Arthur y Fred Barker. Todos murieron de forma violenta. El cuarto hijo, Lloyd, fue asesinado por su esposa tras de salir de la prisión.
Ma Barker no tuvo un destino distinto: murió junto a su hijo Fred en un tiroteo con el FBI en el estado de Florida. Su exposo y padre de sus cuatro hijos, George Barker, nunca formó parte de la banda.
Griselda Blanco: la madre reina de la cocaína
Un caso parecido al de Ma Barker, aunque en medio siglo y en español, es el de Griselda Blanco, la célebre narcotraficante colombiana también conocida como la Reina de la Cocaína que saltó a la fama en las décadas de 1970 y 1980.
Conocida por su crueldad y sus astutas tácticas para introducir la droga en los Estados Unidos –con una presencia importante en la ciudad de Miami–, Griselda estuvo al frente de numerosos delitos, como asesinatos, secuestros y actos violentos relacionados con el narcotráfico. Entre sus muertos se encuentran los tres esposos que tuvo en su vida.
Como madre, no podría decirse que Griselda Blanco que fuese un modelo a seguir. Tuvo sus primeros tres hijos con su primer esposo, un delincuente de poca monta llamado Carlos Trujillo con quien se casó cuando apenas tenía 13 años.
Osvaldo, Uber y Dixon crecieron en medio de las peripecias y la violencia ejercida por su madre y terminaron involucrados en el negocio del narcotráfico. Murieron a tiros, en ajustes de cuentas por las deudas y otros pendientes que dejó Griselda al ingresar en prisión.
Griselda tuvo su cuarto hijo, Michael Corleone Blanco –bautizado así en honor al personaje de Al Pacino en la película El Padrino–, con su tercer esposo (los tres pagaron con sus vidas las consecuencias de traicionarla). Este sigue vivo y no oculta su orgullo de ser hijo de la Reina de la Cocaína, muerta también a tiros en 2012.
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