De los amuletos de AMLO a la "guerra biológica" de Maduro: el realismo mágico de América Latina frente al coronavirus
Mientras sus respectivos gobiernos y casi todos en la región toman medidas sanitarias y económicas para enfrentar la crisis del coronavirus, el mexicano Andrés Manuel López Obrador besa a la muchedumbre y dice estar protegido por amuletos, el salvadoreño Nayib Bukele reza con sus ministros en cadena nacional, el venezolano Nicolás Maduro insiste en la tesis de la “guerra biológica”, y el nicaragüense Daniel Ortega convoca una marcha multitudinaria contra la pandemia. Bienvenidos a Latinoamérica.
“Detente enemigo que el corazón de Jesús está conmigo, pero no hay ni siquiera enemigos, son adversarios, yo no tengo enemigos, ni quiero tenerlos”, expresó el jueves 19 de marzo el Presidente de México en una declaración ante los medios sobre la pandemia. En esa comparecencia López Obrador mostró a los reporteros su “escudo protector” para librarse de la temible enfermedad, conformado por escapularios católicos, un trébol de seis hojas y un billete de 2 dólares que le regaló un migrante.
A contracorriente de la tendencia global, el líder izquierdista recalca que se niega a “limitar las libertades” de sus 130 millones de conciudadanos, imponer un toque de queda y desplegar el Ejército en la calle. Sin embargo, ya las autoridades nacionales suspendieron las actividades escolares en todo el país hasta el viernes 17 de abril, y el gobierno de Ciudad de México -con 12 millones de habitantes- ordenó el cierre de museos, cines, teatros y eventos religiosos.
“Tengo fe de que vamos a sacar a nuestro querido México adelante. No nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias, nada de eso. Vamos a sacar adelante a nuestro país, porque cuando no hay corrupción el presupuesto rinde”, ha apuntado López Obrador, blandiendo su honestidad como máximo talismán.
El mandatario transfirió este domingo 22 de marzo la operación de diez hospitales al Ejército y la Marina, en caso de que se necesite ampliar la atención a la población. “No nos ‘apaniquemos’, tengan confianza (...) Vamos a saltar este obstáculo del coronavirus, pero no queremos que nos quede la economía muy deteriorada”, enfatizó, tras revelar que conversó con su colega de Estados Unidos, Donald Trump, para acelerar la activación del tratado de libre comercio una vez se supere la emergencia global.
La polémica ha alcanzado la propia agenda de López Obrador. El 15 de marzo, cuatro días después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la pandemia, el gobernante mantenía sus actividades de calle y difundía videos donde aparecía abrazado y rodeado por decenas de simpatizantes. Luego, públicamente rechazó lavar sus manos con gel antibacterial antes de atender a los periodistas el 17 de marzo.
El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, descartó aplicarle la prueba del coronavirus al dignatario mexicano y resaltó: “la fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio. En términos de una persona, de un individuo, el Presidente tiene la misma probabilidad de contagiar que usted o yo”.
“Casi sería mejor que padeciera coronavirus porque lo más probable es que se va a recuperar, y va a quedar inmune y ya nadie tendría esta inquietud en él”, señaló López-Gatell en referencia a López Obrador, de 66 años de edad.
Por Dios
El presidente Bukele sí está alarmado. “Algunos no se han dado cuenta, pero ya inició la Tercera Guerra Mundial”, proclamó en su cuenta en Twitter. Además de incrementar la prevención, reforzar los controles y decretar un plan económico, el dirigente centroamericano invocó el auxilio celestial contra la plaga el 16 de marzo.
Algunos aún no se han dado cuenta, pero ya inició la Tercera Guerra Mundial.
Some people might not have realized that World War III has already begun. pic.twitter.com/yK6RCSoPv4— Nayib Bukele (@nayibbukele) March 23, 2020
“Este es un Estado laico y es un Estado que permite libertad de culto. Sin embargo, habemos muchos creyentes. Quiero pedirle a todos que oremos y le pidamos a Dios que nos ayude a sobreponernos a esta enfermedad”, exhortó en cadena nacional.
Sentado frente a un cuadro de monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 en San Salvador y elevado a los altares como santo en 2018 por el papa Francisco, el mandatario salvadoreño encabezó la plegaria junto con sus ministros. “Vamos a enfrentar una tribulación, pero estoy seguro de que con la ayuda de Dios vamos a salir adelante. Los que no crean en Dios, los que tengan religiones sin Dios siéntanse libres. Pero los que no lo están yo les pido que bajemos la cabeza, y que le pidamos a Dios por nuestro país”, invitó a sus compatriotas.
En la vecina Guatemala, el presidente Alejandro Giammattei también alzó su mirada al cielo. “Hagamos un día de ayuno, un día de oración, unámonos no importando nuestro credo, este sábado 21 de marzo, previo al domingo, día de Dios”, llamó. Giammattei y Bukele hacen bueno el viejo refrán de “a Dios rogando y con el mazo dando”. Al tiempo que oran, ambos intensifican la cuarentena para contrarrestar la propagación de la pandemia.
“Amor en tiempos del Covid-19”
En el otro extremo se encuentra Nicaragua. El gobierno de Daniel Ortega no solo desecha la idea de restringir el movimiento de los ciudadanos, sino que realizó el sábado 14 de marzo una marcha bajo el título “Amor en tiempos del Covid-19”. Si el sandinismo construyó su fama desafiando al “imperio” de Estados Unidos, aquí recobró notoriedad por retar el sentido común y a la OMS, que recomienda el distanciamiento social para frenar la enfermedad.
“Vamos a caminar con la fuerza de la fe y la esperanza en todo el país, en oración permanente y solidaridad con todos los pueblos, familias y hermanos en el mundo afectados por el coronavirus”, exclamó la vicepresidenta y primera dama, Rosario Murillo. Ni Ortega ni Murillo participaron en la manifestación que se nutrió de militantes sandinistas y funcionarios públicos.
Verbo y música
En las antípodas ideológicas del mexicano López Obrador, el ultraderechista Jair Bolsonaro comparte su inquietud por la marcha de la economía y el aumento del desempleo. El presidente de Brasil tachó de “lunático” al gobernador de Sao Paulo por decretar una cuarentena de 15 días, y espetó: “Es una gripita para mí y, puede estar seguro, para más del 60 % de los brasileños no será nada. Ni se enterarán ni sentirán en caso de que se contagien. Entiendo que para los ancianos y para personas con enfermedades realmente contraer el virus puede ser grave”.
El primer caso de coronavirus en América Latina se registró en Brasil el miércoles 26 de febrero. Y el 15 de marzo Bolsonaro y sus simpatizantes protagonizaron concentraciones multitudinarias en distintas ciudades, en el marco de su disputa política contra el Congreso y el Poder Judicial, a los que acusa de torpedear las reformas que intenta echar adelante. Hablamos de un país con 210 millones de habitantes.
Luego de que se conociera que miembros de su equipo padecían coronavirus, diversos medios informaron que el mandatario también se había contagiado. Bolsonaro lo desmintió y contraatacó en sus redes sociales: “¡No creas a los medios de noticias falsas! ¡Son ellos los que te necesitan!”.
“Guerra biológica”
La oposición venezolana llevó a cabo una marcha multitudinaria el 10 de marzo y anunció su intención de aumentar la presión social contra el régimen de Nicolás Maduro. La aparición del coronavirus ha obligado a replantear la estrategia de Juan Guaidó, jefe del Parlamento que es reconocido como Presidente encargado de la República Bolivariana por las potencias occidentales y la mayoría de América Latina.
Tratado como un apestado por las principales democracias del mundo y la Organización de Estados Americanos (OEA), Maduro ha utilizado la coyuntura para intentar un acercamiento con Colombia y Brasil, y hasta solicitó un préstamo de 5 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI). Al final, Bogotá y Brasilia le atendieron el teléfono solo para coordinar acciones contra el coronavirus y el FMI negó su petición por la controversia con Guaidó.
El jefe de la revolución chavista impuso la cuarentena, anunció un nuevo paquete económico y repite constantemente: “Hay análisis en el mundo que demuestran que el coronavirus puede ser una cepa creada para la guerra biológica contra China, ya son muchos los elementos que se ven en el análisis mundial y hay que alzar la voz, tocar la campana, alertar que no sea el coronavirus un arma de guerra que se esté utilizando contra China y los pueblos del mundo”.
“Carmelear”
En el apacible Uruguay la pandemia ya parió un nuevo verbo: “carmelear”. El término se emplea para señalar la transgresión de la cuarentena y alude a la empresaria Carmela Hontou, quien a su retorno de un viaje a Europa asistió el 7 de marzo a una boda con 500 invitados en Carrasco, el barrio más rico de Montevideo. De acuerdo con los datos oficiales, Hontou contagió a unas 44 personas, entre ellas su hijo de 30 años.
Además del vocablo, el episodio protagonizado por Hontou inspiró la grabación de una canción satírica al ritmo de salsa que dice: “Del aeropuerto a una fiesta, contagiando a los amigos, ese virus ya se merece llamarse carmelavirus”.
Arma letal
Aunque pocos lo recuerden, había una vida antes del coronavirus. Y tampoco era fácil. Chile, sacudido por la inestabilidad política, registró su primer caso el 3 de marzo y el 6 continuaban las protestas masivas que comenzaron en octubre de 2019 contra la gestión del presidente Sebastián Piñera. “Ahora siguen existiendo manifestaciones, pero puntuales y menos masivas”, indica un periodista radicado en Santiago.
El referendo constitucional previsto para abril se pospuso a octubre. “En estos momentos todo se reorientó a lograr la cuarentena. Incluso las autoridades aprovecharon la desmovilización para recuperar la plaza Baquedano, epicentro de las protestas. Así que pandemia reemplaza protesta”, ironiza otra reportera chilena.