Dante Delgado no decide solo

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Dante Delgado no decide solo. No decide solo porque lo hace del brazo de una generación de personas jóvenes que creemos en un futuro distinto al que construyeron nuestros papás. Porque en la vida hacemos las cosas por muchas razones. Tristemente a veces porque nos dijeron que así tenía que ser, porque vimos a alguien más hacerlo de una u otra forma, por miedo o porque no quedaba de otra. Otras veces, más afortunadas y privilegiadas, porque nos da orgullo, porque queremos o porque nos provoca alegría. Pero si usted, queride lectore ;), tiene la opción, le sugiero que haga las cosas principalmente por una sencilla razón: por convicción.

Estamos quienes, con certeza en torno a nuestras causas, decidimos hacer política, dispuestas a defender a toda costa aquello en lo que creemos. Particularmente cuando confiamos en la viabilidad de nuestra lucha, misma que demostrará su verdad ante opiniones adversas, controversias y discursos simplificados.

Desafortunadamente, hoy toca hacer política en tiempos de procesos ilegales y adelantados. Habiendo tantos problemas en nuestro país, tantas causas que defender, el tema predilecto parece ser la elección del 2024. Esta semana tendremos candidaturas presidenciales cantadas, mismas que según nuestra Constitución deberían salir a la luz hasta noviembre, para culminar en una elección que no tendrá lugar hasta junio del 2024 y que desde hoy está plagada de irregularidades. Claramente para algunos la ley es sugerencia.

Sin embargo, si esa es su prioridad, amerita una reflexión. Heredamos 72 años de PRIismo y “Dictadura Perfecta”, doce más de PANismo (una concepción que solamente reina en lo presidencial, porque a nivel estatal es difícil argumentar que gobernara el PAN), un breve interludio Peñanietista donde se demostró que el PRI no supo madurar ante un país que exigió algo para lo cual no dieron el ancho, y un cambio radical que trajo al Obradorismo (si es que existe Morena más allá de este sexenio está por verse) con nuevas promesas que distan de cumplirse. Ante ese brevísimo resumen histórico, hay quienes hoy piden que limitemos nuestra incipiente democracia a dos, redundantemente limitadas, opciones. Pero cuando una tiene una genuina convicción en la democracia, se vale decir que eso es un mito. Que no es cierto, que no son ellos o nosotros, que el país es plural, que somos muchas, muchos y muches quienes tenemos el derecho político de construir opciones a partir de nuestras convicciones.

Yo creo en lo que hago principalmente porque creo en las personas con las que construyo. En mi particular caso, el vehículo, compuesto por esas personas, es Movimiento Ciudadano. Creo en una vía que defiende la agenda de derechos, que sabe que mi cuerpo es mío y yo decido, que la seguridad se construye desde la prevención, que la crisis climática es la afrenta más urgente de nuestra generación, que merecemos mejores condiciones laborales, vacaciones dignas, y un sistema de salud donde quepamos todes, que no se negocia con el futuro de la niñez y que la política pública se hace del brazo con la sociedad civil.

A pesar de que Dante lleva 40 años construyendo y yo apenas tres, compartimos una importante convicción: la política no está escrita en piedra. No es lo que nos dijeron, no es “lo que tiene que ser”, no se reduce a lo que hemos visto que otras personas han hecho en el pasado o quieren imponer en el presente, no es algo que debe de provocar miedo y, sobre todo, que sí tenemos de otra. Incluso tenemos de muchas otras. La política nos puede y debería de dar orgullo. Muchas, muchos, muches queremos hacerla con gusto, es más, con alegría. Pero para ello tenemos que construir con seguridad que el vehículo que nos permite hacer política es uno del cual estamos convencidos.

Hay una pregunta latente para Movimiento Ciudadano, ¿por qué hacerlo sin alianzas? Porque no tenemos que dar la cara por corruptos e impresentables para poder alcanzar espacios de toma de decisión, porque las personas jóvenes, diversas y creativas merecemos construir lejos de los vicios del pasado. Poner nuestra vida al servicio de les demás es un privilegio que solamente se puede presumir cuando se hace con causa. Quien piense que eso es un discurso limitado, porque lo único que les importa es sacar al gobierno actual del poder y/o mantenerlo a toda costa, tendría que cuestionarse seriamente sobre los resultados de los últimos 23 años de gobiernos de supuesta alternancia y los 72 que le antecedieron de un gobierno hegemónico.

A pesar de ellos, México es un país de valientes, de buscadoras, de luchas laborales, de leyes de avanzada, de lenguas y culturas, de capas complejas que coexisten en un territorio compartido desde la pluralidad de cosmovisiones. Si en este país no cabe una opción más, o decenas de ellas, le estamos fallando a quienes dieron todo para que pudiéramos ser plurales. Si no podemos sostener nuestros gobiernos desde sus resultados y tenemos que subirnos a un barco que se hunde, entonces ¿para qué gobernar? Yo tengo la convicción de construir futuro. Por eso Dante no decide solo, su decisión viene acuerpada de muchas personas que compartimos ideales. Doblar las manos y pensar que no podemos crear futuros alternos no es una opción. No merecemos eso. Merecemos el enorme privilegio de elegir por convicción.

* Sofia M. Provencio (@SofiaMargaritaa) es comunicóloga de esas que sí son todólogas. Actualmente se especializa en temas de Ciudad, Cultura y Movilidad como asesora en la Cámara de Diputados.