Daniel Salamone: “Tener el organismo de ciencia más prestigioso de América Latina no quiere decir que hayamos hecho todo bien”
En su laboratorio de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el referente en ciencia del próximo gobierno plantea que es necesario integrar el sistema científico con el sector privado, traducir el trabajo del laboratorio a resultados concretos; incorporar el financiamiento de fondos de inversión, empresas y universidades; promover la creación de start ups, fomentar la integración de equipos internacionales y proporcionar soluciones a las necesidades de la población “en un país que, en este momento, es pobre”.
Para eso, Daniel Salamone insiste en que es necesaria una reforma del sistema de producción científica desde el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). “Contar con el organismo gubernamental de ciencia más prestigioso de América Latina no quiere decir que hayamos hecho todo bien, porque si no, tendríamos un índice de innovación muchísimo mayor y hay cosas de las que directamente nos hemos olvidado”, afirma en diálogo con LA NACIÓN.
Fue el propio Javier Milei, líder de La Libertad Avanza (LLA), quien lo señaló hace semanas como el futuro director del Conicet si los resultados electorales lo acompañaban. A días del recambio presidencial, Salamone arranca hoy las reuniones con las autoridades de ese organismo para la transición. La primera, según está previsto, será con Ana Franchi, presidenta del directorio.
“El Conicet es, sin duda, la organización gubernamental más reconocida en América Latina. Sin embargo, se creó un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y no se incrementó la producción científica, lo que no depende de que los investigadores hayan trabajado menos –describe–. En 20 años, se triplicó el número de investigadores y los recursos ahora son ínfimos. La proporción de salarios y dinero para trabajar se invirtió. Esto, creo, es lo que lleva a que haya una menor productividad y lo sorprendente es que indicadores como el índice global de innovación nos ubique en sexto lugar, con Brasil, Chile, México, Colombia y Uruguay por delante de nuestro país. Esto quiere decir que tenemos la mejor organización gubernamental de la región, pero no está funcionando la forma de trasladarlo a la sociedad”.
Salamone nació en 1960. Es médico veterinario por la UBA y continuó su formación de posgrado en Japón y Canadá. Se doctoró en biotecnología y biomedicina por la Universidad de Massachusetts, Estados Unidos. Trabajó en el el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y es profesor de fisiología animal en la Facultad de Agronomía de la UBA, donde dirige el Laboratorio de Biotecnología Animal del Departamento de Zootecnia. Ahí recibe a LA NACIÓN. Se especializó en reproducción asistida y clonación de animales domésticos y salvajes. Es investigador principal del Conicet y miembro de número de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria.
El organismo que en pocos días empezaría a dirigir cuenta con unos 11.850 investigadores y más de 11.000 becarios de doctorado y posdoctorado, además de personal técnico y administrativo, en más de una decena de centros, con institutos a cargo, distribuidos en el país. La mayoría de los científicos de carrera, como describe la investigadora Sandra Pitta en su libro Conicet: la otra cara del relato, trabajan con doble o triple dependencia de universidades con cargos docentes e instituciones como el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el INTA, la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea) o la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae).
Salamone insiste en que todas las áreas de trabajo son importantes y se pronuncia a favor de que las investigaciones, desde básicas hasta aplicadas, terminen por traducirse en resultados concretos, más allá de crear conocimiento. Menciona, además, que “la tendencia” es que la investigación aplicada, del laboratorio, se traslade a una empresa. De hecho, menciona que hay fondos de inversión que expresaron su interés en financiar ese proceso. Al poner ejemplos, recurre a países como Estados Unidos e Israel. Defiende la meritocracia y anticipa la importancia de asistir a los científicos desde la conducción del Conicet a través de cursos cortos en patentes y formación de start ups.
“Sin duda, necesitamos una reforma –sentencia Salamone–. El que no lo admite, nunca hizo investigación, por lo menos en la que, para poder trabajar, se necesitan reactivos, drogas y equipamiento que, en su mayoría se producen en el exterior y son muy difíciles de importar; las estamos pagando el doble o más que lo que abona un investigador en otro país”. Repasa, a la vez, las dificultades que desde hace meses vienen señalando científicos a cargo de laboratorios para conseguir esos insumos o sostener la suscripción a revistas científicas internacionales porque no pueden hacer los pagos en dólares, lo que termina afectando trabajos de años.
“La situación que nos enfrentamos es que muchos autores que quieren publicar en ese tipo de revista no pueden transferir el dinero al exterior. Algunos están recibiendo cartas de no pago y se sienten delincuentes cuando el problema es de financiamiento –comenta–. Esto nos ocurre en un mundo en el que los científicos no pueden cerrarse hacia dentro del país para trabajar, sino que participan de grupos internacionales y necesitan viajar. Esto es fundamental”.
En ese contexto, de acuerdo con su análisis de situación, hoy un investigador argentino tiene pocas posibilidades de participar en eventos internacionales de sus especialidades, está complicado en muchos casos para poder publicar los resultados de sus trabajos y tiene que competir con colegas de otros países “que tienen diez veces más dinero disponible” para sus equipos e investigaciones.
“Estamos en un país que, en este momento, es pobre. Con un enorme potencial, sí, pero que hoy es pobre –plantea–. No podemos darle la espalda a eso y, como científicos, tampoco podemos darle la espalda al resto de la sociedad. Cualquiera que camina por las calles de Buenos Aires ve gente a la noche que está tirada, durmiendo, sin casa y sin condiciones adecuadas de vida. Tenemos también que pensar en eso para aportar a la solución si, como Conicet, somos un organismo público. En este sentido, es importante que para que las personas sean felices puedan investigar lo que más les apasiona e interesa, pero por lo menos tiene que centrar parte de su trabajo en algo que le sirva a la comunidad”.
En esa línea, las áreas que consideró prioritarias son la vivienda, el agro y el clima con pronósticos para anticiparse, por ejemplo, a las consecuencias que puede tener otra sequía, los materiales y la salud. “Observo, por ejemplo, que se hace muy poca ciencia en hospitales”, apunta con respecto de la capacidad disponible para hacerlo localmente, con grupos de investigación desde evaluaciones estadísticas hasta desarrollo de tratamientos.
Resistencia
Una realidad con la que deberá enfrentarse Salamone es la resistencia política dentro del Conicet. Tras el balotaje, en sus dependencias corrían rumores de despidos masivos y hasta de cierre de laboratorios. También, en las últimas semanas, se sucedieron editoriales en la revista Nature. La última se publicó esta semana y plantea que es “extremadamente preocupante” para los científicos argentinos la “elección del presidente anticiencia”.
Ante la pregunta, el referente de Milei opina que “debe ser” un organismo plural, pero con respeto del pensamiento que se quiera tener. “Lo que sería muy malo es que las autoridades [del Conicet] estén polarizadas porque dentro de la reglamentación dice que, como organismo, debemos asesorar al Gobierno”.
Sobre las publicaciones y los rumores, pidió el beneficio de la duda y no “manejarse con preconceptos”, sino con los datos de la realidad: comparar, según desafía, cuál es la situación actual y en uno o dos años para reclamar mejoras o cambios. “Lo que no podemos hacer constantemente es entorpecer y bloquear para no ir adelante como país –agrega–. Me encanta la ciencia, estudio mucho, leo toda la información científica que se publica y planteo una hipótesis. Los experimentos me demuestran que la realidad no siempre es como la había pensado y, a veces, mucho más espectacular”.