Danesa revela que el chicharrón es un platillo de lujo en su país y nadie en México lo vio venir
Por todas las mesas mexicanas ha pasado el chicharrón al menos una vez en la vida. Es algo tan característico de México que costaría trabajo imaginar que en otras partes del mundo lo consideran un platillo gourmet al que, incluso, solo tienen acceso personas de paladar refinado. Pero esto es cierto y una chica oriunda de Dinamarca lo ha confirmado.
La usuaria de TikTok @theforbiddenlamp, danesa radicada en Nuevo León, compartió un clip en el que contó el particular lazo gastronómico que nadie vio venir: el chicharrón como enlace entre México y Dinamarca. Todo comenzó cuando descubrió que en Monterrey se comía este platillo y, después de probarlo, de inmediato lo relacionó con lo que se hace en Dinamarca. De acuerdo con la explicación de Laura, nombre de la usuaria, en su país al chicharrón se le conoce Stegt Flaesk Med Persillesovs, cuya traducción equivaldría a tiras de cerdo crujientes.
La combinación le sigue pareciendo una fortuna culinaria: "Este es nuestro platillo nacional. La gente de México come nuestro platillo nacional. Voy a probarlo en un taco con salsa. Tu mente volará con esta adorable combinación", expresó durante su video. Laura también compartió que el chicharrón es una comida exclusiva en su país y que suele servirse acompañada de papas y perejil (aquí, en México, se suele acompañar con guacamole o "pico de gallo", una mezcla de jitomate, cebolla y picante). Y justamente hacia allá apuntaron las recomendaciones de los usuarios: "Nombre comadrita, cómelo con guacamole y salsa verde", fue una de las respuestas.
Otros usuarios bromearon sobre lo insólito que resulta compartir esta comida en dos países tan diferentes: "Entonces me alimento como en Dinamarca"; "Ya tenemos el chicharrón, como en Dinamarca, nada más nos falta su sistema de salud", son algunos de los comentarios de la publicación. La sorpresa, como se puede ver, no fue exclusiva para Laura, que encontró un platillo clásico de su país en tierras mexicanas, sino de los propios mexicanos, que se enteraron de que lo común de aquí es exclusivo allá.
El chicharrón siempre está ahí. A muchos, de hecho, no les gusta y su particular sequedad ahuyenta a quienes gustan de los cortes jugosos. Se le ve como algo común porque, en realidad, lo es: se puede comprar en cualquier tianguis, mercado, carnicería y locales que se dedican únicamente a eso. Es lo más normal que se puede comer en México y, desde luego, su precio también es una ventaja: 250 gramos de este producto se pueden adquirir por no más de 60 pesos.
Hace unos años circulaba un chiste de libro de texto por todas las conversaciones: llegué al restaurante y pedí corteza de cerdo en salsa esmeralda. Ante la estupefacción del oyente, no quedaba más remedio que aclarar las cosas: chicharrón en salsa verde, amigo. Nada más. Y si hacemos imaginación, también llamarle al chicharrón Stegt Flaesk Med Persillesovs puede tener su aire fino en el futuro, como para engañarnos en alguna medida: no estamos comiendo el chicharrón de toda la vida sino un refinado platillo que no hemos valorado lo suficiente.
Quizá, como decía la canción de Los Yonics, nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido. Y habría que cuidar que el chicharrón no padezca el camino que ha llevado, por ejemplo, a los tacos a convertirse en un platillo de lujo en muchos lados (a extremos absurdos). Pero mientras eso no pase, y ojalá no pase, todos en México podrán congratularse de adquirir fácilmente algo que lugares muy lejanos es un tesoro gastronómico.
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