¿Hasta dónde puede llegar una ciudad para alejar a multitudes de primavera? Miami Beach prueba límites | Opinión

En su esfuerzo por deshacerse de las multitudes que vienen de vacaciones por primavera, en su mayoría compuestas por negros y latinos, la ciudad de Miami Beach, bajo su nuevo liderazgo, ha ido demasiado lejos este año.

Por muy moderna que intente ser la campaña “romper con las vacaciones de primavera”, la óptica de reprimir a todos para castigar los actos ilícitos de los alborotadores es horrible.

Los dirigentes blancos de la ciudad y la policía olvidan que cerrar los garajes públicos en South Beach, supuestamente como táctica para contener la violencia, tendrá como resultado dejar fuera a las minorías, evocando así la fea historia racial que se utilizó para disuadir a los negros de usar las playas de la Florida.

Establecer controles de alcoholemia para evitar que la gente beba y conduzca es válido.

Mantener una fuerte presencia policial, como se hace durante otros eventos a gran escala, es válido.

Establecer un toque de queda y limitar las horas de consumo de alcohol, después de que se produzcan tiroteos y estallidos de violencia: válido.

Pero poner un precio alto al estacionamiento o cerrar los garajes públicos durante dos fines de semana para evitar que negros y latinos los utilicen es discriminatorio.

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Historia de las vacaciones de primavera en la Florida

No es así como se trataba a los universitarios blancos por su desenfreno.

Durante décadas, Fort Lauderdale fue la capital de las vacaciones de primavera de adolescentes blancos revoltosos, borrachos y drogados que saltaban desde los balcones, destrozaban las habitaciones de hotel, vestían bikinis de tirantes y minúsculos bañadores Speedo.

Practicaban mucho sexo, no todo consentido. Se cometieron actos delictivos y algunos murieron al “aprovechar” las ofertas de bebidas que fomentaban el consumo excesivo. De igual manera los ruidosos concursos de camisetas mojadas, degradaban a las mujeres.

Multitudes groseras se adueñaron de las playas, mantuvieron ocupada a la policía y molestaron a los lugareños. Pero, a diferencia de los fiesteros negros y latinos que abarrotan South Beach, la muchedumbre universitaria blanca no enfrentó medidas discriminatorias como el cierre de servicios públicos esenciales.

No, Fort Lauderdale no puso fin a las vacaciones de primavera al cabo de unos años.

De hecho, el caos fue idealizado e idolatrado por Hollywood, consolidando para siempre la tradición de marzo en nuestras mentes, primero con la película “Where the Boys Are” en 1960, y luego con su remake de 1984, como el material de la soñada adolescencia de sol y playa de la Florida.

Las vacaciones de primavera alcanzaron su punto álgido en los años 60, pero nada comparado con los 80, la época de los cocaine cowboys y de los refugiados reubicados que vagabundeaban por la barata y deprimida South Beach. La zona con mala reputación entonces era el Gran Miami, llamada la “ciudad con reputación internacional de violencia” en The Washington Post, y “paraíso perdido” en la revista Time.

Al igual que ocurre ahora en Miami Beach, los gobernantes electos de “Ft. Liquordale” intentaron controlar el caos después de que más de 350,000 estudiantes abarrotaran la playa en 1985. Aprobaron leyes contra el consumo de alcohol en público, los saltos a la piscina desde los balcones y reconfiguraron las calles para desalentar el cruising en The Strip.

Al igual que ahora el alcalde de Miami Beach, Steven Meiner, el de Fort Lauderdale se pronunció públicamente, declarando que los estudiantes ya no eran bienvenidos. Al año siguiente, aumentaron los arrestos y disminuyeron las aglomeraciones. Con el tiempo, los blancos trasladaron la fiesta a Cancún, Daytona y, más recientemente a Panama City Beach, en el norte de la Florida, donde las armas y la violencia también formaron parte del panorama el año pasado.

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Negros y Miami Beach

Los jóvenes negros empezaron a ver el sur de la Florida como destino de viaje, no solo durante las vacaciones de primavera, sino también en el Memorial Day, tras el estreno del popularísimo video de la canción de hip-hop “Miami” de Will Smith. Su popularidad coincidió con el levantamiento por parte de la NAACP de un boicot de tres años que los afroamericanos habían puesto al área y cuyo costo se calcula en $50 millones. Boycot en respuesta al desaire al presidente sudafricano Nelson Mandela por parte de los dirigentes de la ciudad de Miami.

Con esta revocación del boicot, los turistas negros empezaron a visitar lo que se conoció como la “Semana de la Playa Urbana”. Pero, tras las reyertas callejeras de 2016 y el tiroteo mortal de un joven de 20 años en Ocean Drive, Miami Beach empezó a tomar medidas enérgicas instalando vigilancia electrónica.

Sin embargo, el cierre de los estacionamientos públicos de este año es una afrenta a los derechos civiles y un error.

¿Qué será lo próximo, los baños?