Décadas de amor y ayuda a Miami: exiliados cubanos reciben premio a la Excelencia de FACE

Carlos y Rosa de la Cruz llevan 61 años de casados y cuando hablan siempre dicen: “Nosotros”, porque es difícil separar la labor de uno de la del otro. Cuando se entrevista por separado al matrimonio cubanoamericano de mecenas de las artes, empresarios y filántropos, dos palabras salen a relucir en la conversación: ayuda y oportunidades.

“En la vida todo es oportunidades, si nadie te da una oportunidad, no llegas y es muy importante que la gente llegue”, dice Rosa de la Cruz, que lo que más admira de su esposo es la generosidad.

“Siempre trata de ayudar en todo lo que puede”, dice Rosa, de 80 años, que todos los días se levanta para ir a trabajar en el museo que crearon en Miami a partir de su amplia colección de arte, De la Cruz Collection en el Design District, en el que la entrada es gratuita y se pueden admirar las obras de grandes artistas contemporáneos como los cubanoamericanos Ana Mendieta y Félix González-Torres.

Carlos de la Cruz (La Habana, 1942) es el presidente de la junta de CC1 Companies, que incluye la distribuidora de Coca-Cola en Puerto Rico y otras bebidas para el Caribe, la cual cuenta con más de 2,500 empleados y factura $1,000 millones.

Antes había trabajado en un fondo de inversión de la familia Rockfeller en España. A su regreso al sur de la Florida en 1975 fue presidente del Miami National Bank, y en 1984 decidió lanzarse a los negocios por su cuenta al comprar la distribuidora de cerveza Anheuser-Busch en Dade.

El mayor riesgo que tomó entonces fue “hipotecar la casa”, recuerda Carlos, que señala que “no te puedes equivocar con el primer negocio, porque pierdes la credibilidad con los financieros”.

El premio a la Excelencia de FACE

Rosa y Carlos de la Cruz forman parte del grupo de cubanoamericanos que recibirán este 18 de mayo el premio a la Excelencia, que entrega cada año FACE (Facts About Cuban Exiles) en un almuerzo de recaudación en el Country Club de Coral Gables.

La organización no partidista fue creada en 1982 por exiliados cubanos para contrarrestar el golpe que sufrió la imagen del exilio a raíz del éxodo de Mariel, por el que llegaron más de 120,000 inmigrantes de la isla, entre ellos algunos delincuentes, que empañaron la reputación de trabajo y esfuerzo que habían logrado establecer los cubanos que los precedieron.

“Nos inspiramos en la Liga Antidifamación (ADL) de la comunidad judía”, explica el presidente emérito del Miami Dade College Eduardo Padrón, que ocupa actualmente la presidencia de FACE.

“Desde entonces la misión ha sido proteger y exaltar la imagen de los cubanoamericanos”, dice Padrón, explicando que en los últimos tiempos han hecho hincapié en que “las nuevas generaciones estén al tanto de la historia de los cubanos y que se sientan identificados con nuestras raíces”.

La palabra “oportunidad” que emplean Rosa y Carlos también salió a relucir en una columna de opinión del Dr. Padrón a propósito de la polémica que generó la presentación en Miami, en diciembre, del libro Cuban Privilege: The Making of Immigrant Inequality in America, en el que su autora, la profesora de la Universidad de Boston, Susan Eckstein, afirma que los cubanos no son refugiados ni exiliados.

El libro debió titularse “Cuban Opportunities”, escribió Padrón en el artículo publicado en el Herald, por las oportunidades que recibieron los cubanos de desarrollar su talento en un entorno de libertad económica y política.

También son reconocidos con el premio a la Excelencia 2023 el ejecutivo de medios César Conde, presidente de la junta de NBC Universal; Luis de la Aguilera, presidente y director ejecutivo de U.S. Century Bank y Lourdes López, directora artística del Miami City Ballet.

“Los méritos del grupo indican que los cubanos no solo se han destacado en los negocios, sino en todas las artes, en la educación. Demuestra la versatilidad de la diáspora cubana”, dijo Padrón.

Educación y persistencia

Rosa y Carlos de la Cruz tienen en alta estima la educación y por eso este es uno de los campos en el que enfocan sus esfuerzos filantrópicos.

Carlos tenía 38 años cuando decidió estudiar Leyes en la Universidad de Miami porque los abogados de su compañía le decían: “Tu no entiendes esto porque no eres abogado”, recordó en entrevista con el Nuevo Herald.

“Eso se puede arreglar”, les respondió el empresario, que había obtenido su maestría en Economía de la Universidad de Pensilvania a los 21 años y no dudó en volver a la universidad. Se convirtió “en el más viejo de su clase” en UM, apunta Carlos, enfatizando la importancia de ser persistentes.

“Rosa y yo nos hemos educado en el arte, y dentro de la educación el arte es una lengua, y nosotros creemos en que la educación mejora a los pueblos”, dice Carlos, que fue presidente de la junta de fidecomisarios de UM, e integró las de Georgetown University en Washington D.C., Florida International University y Belen Jesuit Preparatory School, en Miami. Para esta última escuela donó el dinero para la compra de los terrenos donde se ubica el estadio deportivo, que lleva su nombre.

El matrimonio De la Cruz lleva más de una década enviando a estudiantes de la New World School of the Arts y de Design and Architecture Senior High (DASH) a tomar cursos para seguir preparándose en Nueva York y Europa.

Más de $25 millones en préstamos han obtenido para ayudar a los estudiantes de Miami, dice Carlos, recordando que cuando vivía en España consiguió $100,000 para ayudar a los jóvenes que salieron sin sus padres para ese país, entre el 1966 y el 1974, un éxodo similar al de Pedro Pan pero casi desconocido, que se recoge en el libro Cuando salí de Cuba. Fue el empresario Rafael García Navarro, para quien trabajaba Carlos entonces, el que dio el dinero, apunta.

González-Torres fue uno de los jóvenes que formaron parte de ese éxodo a España. “Félix recordaba el Cadillac de mi abuela, Isabel Falla de Suero”, dice Carlos, sobre el auto que es casi un personaje en Cuando salí de Cuba.

La mayoría de los que participaron en el éxodo y aportaron su testimonio para el libro recuerdan que fueron recogidos en el aeropuerto o pasearon por Madrid en el inmenso auto. Falla de Suero, que residía en España, fue una de las benefactoras de este programa que coordinó el sacerdote Antonio Camiñas.

González-Torres fue un “amigo”, dice Carlos, indicando que el mismo artista decía que ellos eran los únicos cubanos que compraban su obra. Los De la Cruz adquirieron su amplia colección de piezas de González-Torres antes de su fallecimiento en 1996. Por el valor artístico y también afectivo que tiene la colección es que deciden ponerla al alcance de la comunidad, sin cobrar la entrada. En el museo también se puede admirar el retrato de la mamá de Carlos, Dolores Suero Falla, que pintó Salvador Dalí en 1955.

La cubanía siempre presente

Carlos y Rosa, que salieron de Cuba muy jóvenes, han mantenido su cubanía y su activismo en favor de la libertad de Cuba.

“Siempre hemos tratado de ayudar a que el cubano sea visto como una persona positiva. No hemos venido a tomar cosas, sino a ayudar”, apunta Rosa, que conoció a Carlos cuando tenía 13 años.

Después, el joven, que era un gran amigo de su hermano, se convirtió en su pareja de baile. Hoy tienen cinco hijos, 17 nietos y 6 bisnietos.

Rosa dice que el premio de FACE es un reconocimiento a los cubanos que han cambiado a Miami.

Rosa y Carlos de la Cruz se conocieron cuando eran adolescentes y llevan seis décadas de matrimonio.
Rosa y Carlos de la Cruz se conocieron cuando eran adolescentes y llevan seis décadas de matrimonio.

“Carlos y yo tenemos muchas cosas en común, a los dos nos gusta la historia y el arte, y siempre hemos estado envueltos en proyectos para la comunidad. Es muy importante participar, no quedarse atrás y eso hemos hecho los dos, pensando en los otros”, concluye Rosa.