Cuando ser tolerante te vuelve fascista o la paradoja de Tamara Falcó.

"Hay tantos tipos distintos de sexualidades", ha dicho Tamara Falcó con su cara de no haber roto nunca un plato y su voz susurrante de niña del barrio de Salamanca. "Hay tantos tipos de sexualidades", ha rematado, "hay tantos sitios distintos donde puedes ejercer el mal", se lamenta, como lágrimas de una talla de una Virgen pidiendo un milagro.

Ante un público mayoritario de raza blanca, joven, y con dinero, en una burbuja dentro de la burbuja de los ricos de Ciudad de Mexico, Tamara Falcó ha lanzado, sonriente y recatada, un discurso de odio muy peligroso. No defiende su modelo de familia. Ataca con saña al resto. No defiende su modelo de vida. Manda odiar al resto.

El movimiento ultracatólico ya no son viejos curas o señores con caspa en los hombros. Son jóvenes talentos famosos, personajes de éxito que imitar bajo la capa de bondad que oculta no sólo el rechazo a los diferentes, sino el odio que precede a su persecución.

Yo fui catequista, igual tengo que aclararlo. Y me he confirmado. Conozco muy bien la Biblia y a la gente de la Iglesia. Conozco a muchas comunidades cristianas. Mucha gente buena. Y este mensaje no lo es. El odio no lo es.

Foto: Jaime Nogales/ Eyepix Group/Future Publishing via Getty Images.
Tamará Falcó durante su intervención en el Congreso Mundial de las Familias, celebrado en la capital mexicana. Foto: Jaime Nogales/ Eyepix Group/Future Publishing via Getty Images.

El mal. El sexo es el mal, dice Tamara. El que no está dentro de lo que ellos consideran la senda del bien y el rectismo, claro. El mal son los adolescentes que se sienten atraídos por un compañero de clase del mismo sexo, y que andan perdidos, recibiendo mensajes de odio como este, y que quizá terminen suicidándose -300 adolescentes y jóvenes se quitan la vida cada año en España, por dos causas fundamentales: el desamor y su condición sexual-.

El mal. El sexo es el mal. El mal son los homosexuales que, tras una lucha interna devastadora, salen del armario y se suben a una carroza el día del orgullo gay para gritar bien alto que se puede y que todos los que sufren y tienen miedo tienen también derecho a expresar su sexualidad.

El mal. El sexo es el mal. El mal son los hombres que caminan juntos de la mano por la calle. Las mujeres que se besan en la cola de un cine. Las ancianas que se sonríen la una a la otra mientras esperan al autobús. El mal son las familias monoparentales. Los niños con padres del mismo sexo.

Pero no, lo siento.

El odio no es una opinión.

La homofobia no es una opinión.

El machismo no es una opinión.

El racismo no es una opinión.

Cualquier punto de vista que pretenda denigrar a otra persona no es una opinión. Es un delito.

Una sociedad tolerante no puede tolerarlo todo. Es la paradoja de Popper. Si somos tolerantes incluso con los intolerantes, acabaremos destruyendo nuestra sociedad, porque los intolerantes se harán con ella.

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