Jérôme Bonaparte, el hermano vividor de Napoleón que le provocó numerosos quebraderos de cabeza

Los historiadores han señalado a Jérôme Bonaparte (hermano menor de Napoleón) como un auténtico irresponsable, malgastador, caprichoso y mujeriego, que le provocó numerosos quebraderos de cabeza, metiéndose en infinidad de líos y siendo salvado una vez tras otras por su poderoso hermano.

Jérôme Bonaparte provocó numerosos problemas a su hermano mayor Napoleón (imagen vía Wikimedia commons)
Jérôme Bonaparte provocó numerosos problemas a su hermano mayor Napoleón (imagen vía Wikimedia commons)

El emperador de Francia siempre destacó por su nepotismo y afán por colocar en los principales cargos a su familia más allegada y Jérôme, a pesar de su disoluta e irresponsable vida, siempre encontró, como regalo, algún importante puesto de responsabilidad ofrecido directamente por Napoleón.

Una de las primeras irresponsabilidades protagonizadas por Jérôme Bonaparte tuvo lugar en julio de 1803, cuando contaba con 19 años de edad, y decidió abandonar el bergantín Epervier (al que había sido enviado en misión por su propio hermano), tras disparar accidentalmente un cañonazo contra una embarcación inglesa mientras navegaba por el mar del Caribe. Este incidente provocaría un conflicto diplomático entre ambos países en un momento de tensa relación.

Tras abandonar el barco (que se encontraba en las inmediaciones de la isla de Martinica), Jérôme se dirigió hacia los Estados Unidos, cambiando inicialmente su identidad por la de Monsieur Albert, a la espera de que el enfado de su hermano desapareciera y poder volver a Francia.

Pero durante su periplo estadounidense, Jérôme también hizo de las suyas, teniendo numerosas deudas económicas que lo obligaron a tener que desplazarse de un lado a otro del país. También se supo, con el tiempo, que había seducido a una joven menor, haciéndole promesas matrimoniales y abandonándola tras haberla ‘deshonrado’ (como se decía por entonces a perder la virginidad).

Aconsejado por un conocido, se dirigió hasta Baltimore, donde conoció a Elizabeth Patterson, una rica heredera de la alta sociedad que quedó prendada por los embaucadores encantos del francés, quien no tardó en desvelarle su verdadera identidad (en aquel momento, Napoleón Bonaparte era Primer Cónsul de la República francesa), contrayendo matrimonio pocas semanas después (24 de diciembre de 1803).

Cuando la noticia de la boda llegó a oídos de Napoleón, éste entró en cólera, comunicando a su hermano Jérôme que se presentara de inmediato en Francia y ordenando que dicho matrimonio fuese anulado, debido a que Bonaparte quería que sus hermanos y hermanas se unieran a miembros de nobleza o aristocracia europea.

Pero el hermano menor hizo caso omiso a aquella oposición a su matrimonio y en el otoño de 1804 decidió regresar a Francia acompañado de su esposa Elizabeth, quien quedó embarazada durante el trayecto. En aquel momento, Napoleón ya era Emperador de los franceses y su poder era descomunal, consiguiendo que su cuñada no pudiese desembarcar en ningún puerto de la Europa continental.

Quien sí lo hizo fue Jérôme, indicando a su esposa que no se preocupara y que iba a reunirse con su hermano para arreglar aquel asunto. Ella se dirigió hacia Inglaterra, donde esperó para dar a luz a su hijo, Jérôme Napoleón Bonaparte (nacido el 5 de julio de 1805), en el distrito londinense de Camberwell. Aunque había estado recibiendo algunas cartas de su esposo (en las que le decía que tuviese paciencia, porque estaba tratando de arreglar el asunto) no volvió a verlo. En el mes de marzo se había producido la anulación matrimonial por parte de Napoleón al dictar éste un decreto imperial por la que disolvía oficialmente aquella unión (algo enemistaría a Napoleón con el papa Pio VII que se negó a firmar tal anulación).

Jérôme Bonaparte aceptaría aquella anulación y para ser compensado, su hermano Napoleón (en otro más de sus descarados actos de nepotismo) lo coronó como monarca del pequeño y recién creado reino de Westfalia (en Alemania), al mismo tiempo que lo casó con Katharina de Württemberg, hija del rey germano, Frederick I.

La gestión de Jérôme al frente del reino de Westfalia fue nefasta, durando tan solo cuatro años (hasta 1813) y dejando las arcas del tesoro público completamente en la ruina, debido a que gastó una auténtica fortuna en decorar sus palacios, mandar hacer infinidad de majestuosos retratos suyos y de su nueva esposa y darse numerosos y carísimos caprichos.

Tras dejar en la bancarrota y hacer desaparecer a Westfalia como reino, Jérôme y Katharina siguieron llevando en Francia una vida como si nada hubiese pasado, siendo nombrados por el rey Frederick I de Württemberg como ‘Principes de Montfort’.

Poco después el nepotismo de Napoleón apareció nuevamente, otorgándole a su hermano menor el mando absoluto del Gran Ejército Imperial (algunos estrepitosos fracasos militares durante las campañas de las Guerras napoleónicas fueron responsabilidad directa de Jérôme).

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

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