Crece la interna entre Giorgia Meloni y Silvio Berlusconi, con una sesión al rojo vivo en el Parlamento
ROMA.- Aunque la coalición de derecha de Giorgia Meloni, futura primera ministra de Italia, triunfó en las elecciones del 25 de septiembre pasado y cuenta con una amplia mayoría en las dos cámaras del Parlamento, las cosas no le serán tan fáciles a la hora de gobernar.
Eso quedó patente hoy cuando, al instalarse el nuevo Parlamento en versión reducida (200 senadores y 400 diputados), comenzaron a verse las primeras turbulencias. El Senado eligió a Ignazio La Russa, del partido posfascista de Meloni, Hermanos de Italia, como su nuevo presidente en el primer escrutinio, con 116 votos, pero sin el respaldo de Forza Italia, socio de la coalición. Esta situación reflejó una peligrosa fractura interna y la división y peleas que se están dando en el seno de su alianza de derecha, que está encontrando muchas dificultades para formar su futuro equipo de gobierno.
La elección de las autoridades del Parlamento es uno de los primeros pasos hacia la formación del nuevo gobierno, según el sistema parlamentario de Italia. Este prevé luego consultas de los partidos políticos –que podrían suceder la semana próxima- y que el presidente de Italia, Sergio Mattarella, le encargue formalmente a Meloni la formación de un nuevo ejecutivo, que deberá recibir un voto de confianza en el Parlamento, quizás, a fin de mes.
En una mañana de reuniones, llamados telefónicos y gran nerviosismo, los 16 senadores de Forza Italia, el partido del expremier y magnate, Silvio Berlusconi, decidieron poner una primera bomba en ese camino. Y directamente no se presentaron para votar al candidato consensuado la noche anterior, La Russa, de 75 años y uno de los fundadores de Hermanos de Italia. Se trataba de un mensaje claro a Meloni de su descontento en el reparto de los ministerios y una forma de presionarla para que cambiara de idea.
El regreso de Berlusconi
Berlusconi, de 86 años y que volvió al Senado después de haber sido expulsado hace nueve años luego de una condena por fraude fiscal cometido por su imperio televisivo, quería que Forza Italia -que obtuvo un 8% de los votos en las elecciones- tuviera más peso en el futuro gobierno. El Cavaliere apunta no sólo al ministerio de Relaciones Exteriores –que podría ir a Antonio Tajani, expresidente del Parlamento Europeo-, sino también a la cartera de Desarrollo Económico y, especialmente, a la de Justicia. ¿Por qué? Como aún tiene cuatro procesos pendientes -entre ellos, uno relacionado con corrupción de testigos en un juicio por sus fiestas con escorts menores-, el objetivo de Berlusconi es cambiar una ley que podría significarle una segunda expulsión de la política en caso de que lo condenaran.
Pero hay más. Lo que pretendía Berlusconi era sobre todo que una de sus “pollas”, Licia Ronzulli, exparlamentaria europea y senadora, formara parte de la futura lista de ministros. Algo que Meloni, de 45 años, hizo saber que nunca va a permitir.
Fue en este marco de división que Berlusconi intentó torpedear la elección de La Russa, militante posfascista en su juventud y un viejo conocido y amigo, de 75 años, que incluso fue ministro de Defensa de uno de sus gobiernos. Pero por esos golpes de escena de la política italiana, la jugada le salió mal. Y La Russa –que de segundo nombre se llama Benito, como Mussolini, nostálgico del fascismo y apasionado de fútbol-, logró ser electo en el primer escrutinio, sin Forza Italia, pero con 17 votos misteriosos salidos de la oposición, aún no identificados, que inflamaron el arranque de la XIX Legislatura.
Un video que reflejó la tensión reinante y que se hizo viral, mostró en el hemiciclo a La Russa que se acerca a charlar con Berlusconi que, furioso, golpea su puño sobre una carpeta y le dice “vaffanculo” (”andate a la mierda”).
#Senato
Il “vaffanculo” di Silvio #Berlusconi a Ignazio #LaRussa https://t.co/TQBV42iZTR pic.twitter.com/EeZEaiXAJW— Ultimora.net - POLITICS (@ultimora_pol) October 13, 2022
Acusaciones cruzadas
Más allá de los aplausos de rigor que estallaron en el Senado cuando fue anunciada la elección de La Russa pese a la jugada en contra de Berlusconi, enseguida comenzó la “caza” a los llamados “francotiradores”. Es decir, a los supuestos traidores de la oposición, que ayudaron a Meloni a superar su primer test en el Senado. Y comenzaron a llover acusaciones cruzadas. Mientras el expremier Matteo Renzi, del partido centrista Italia Viva, fue el primero en salir a abrir el paraguas y decir que él no había votado por La Russa sino en blanco, Berlusconi salió a acusarlo a él y a Azione, el partido de centro de Carlo Calenda del jueguito.
Todo esto, mientras la Liga de Matteo Salvini, el otro partido aliado en la coalición de Meloni, ya estaba más tránquilo y jugaba de mediador. La Liga, que también obtuvo un magro 8% en las elecciones, al parecer selló con Meloni un acuerdo por el que se quedará con el ministerio de Economía –el más importante, al que irá Giancarlo Giorgetti, quien en el saliente gobierno de Mario Draghi fue ministro de Desarrollo Económico-; con el ministerio del Interior –que no será para Salvini, sino para una figura muy cercana-; con el de Agricultura; el de Infraestructuras y, además, la presidencia de la Cámara de Diputados. Allí, de no haber sorpresas, será electo mañana Riccardo Molinari, que en la anterior legislatura fue jefe de bancada, de 39 años.
“Es irresponsable y supera cualquier límite el comportamiento de esos senadores que decidieron ayudar desde afuera a una mayoría ya en dificultad”, acusó Enrico Letta, expremier y líder del Partido Democrático, de centroizquierda y el principal de la oposición, deconcertado por la elección de La Russa sin los votos de Forza Italia y con el de un grupo de “francotiradores”.
#Irresponsabile oltre ogni limite il comportamento di quei senatori che hanno scelto di aiutare dall’esterno una maggioranza già divisa e in difficoltà. Il voto di oggi al #Senato certifica tristemente che una parte dell’opposizione non aspetta altro che entrare in maggioranza.
— Enrico Letta (@EnricoLetta) October 13, 2022
Más allá del primer escandalete, como la gran mayoría, Letta elogió el discurso que hizo en la sesión inaugural de la nueva Cámara alta la senadora vitalicia Liliana Segre, sobreviviente del Holocausto.
De 92 años, Segre, quien estuvo en Auschwitz y dedicó toda su vida a hacer memoria de ese horror, dejó en claro el momento histórico extraño que vive Italia, que se apresta a tener el gobierno de más extrema derecha de su historia desde la caída del fascismo. En un discurso que terminó con una ovación, admitió que sentía “vértigo” al estar presidiendo desde la banca más prestigiosa del Senado, uno de los templos de la democracia, una sesión que ocurre a cien años de la famosa marcha sobre Roma de Benito Mussolini de 1922. Y recordó que durante el fascismo presidido por él, en 1938, leyes racistas determinaron que ella, entonces una niña, fuera expulsada de la escuela primaria. Segre, que estremeció al hemiciclo, habló de la importancia de una democracia madura, llamó a defender la constitución –que Giorgia Meloni querría cambiar para que Italia tenga un sistema presidencialista- y a luchar contra el odio.