Nuestros críticos de cine conversan sobre el futuro de la industria cinematográfica

Un análisis de la nueva temporada en la nueva anormalidad y una retrospectiva de los aprendizajes que ha dejado la historia del cine. ¿Estamos ante una nueva era o será este otro episodio temporal? (Golden Cosmos vía The New York Times).
Un análisis de la nueva temporada en la nueva anormalidad y una retrospectiva de los aprendizajes que ha dejado la historia del cine. ¿Estamos ante una nueva era o será este otro episodio temporal? (Golden Cosmos vía The New York Times).

Las salas de cine están de vuelta, y la industria cinematográfica resuena con nuevas fechas de estreno, festivales presenciales, una contienda por el Oscar que aumenta la velocidad, una variedad de protocolos de COVID-19 y predicciones nerviosas. ¿Será esta la muerte del cine (de nuevo) o su glorioso renacimiento? ¿O es que ha mutado hasta convertirse en algo completamente nuevo, un monstruo de dos cabezas, una de Disney y otra de Netflix, con algo artístico en alguna parte de su genoma? Nuestros expertos críticos de cine, Manohla Dargis and A.O. Scott, tienen ciertas opiniones al respecto. También les pidieron sus comentarios a algunos veteranos de la industria.

MANOHLA DARGIS: Hola, amigo mío. Hace mucho que no hablamos. Acabo de regresar de la temporada que me tomé para escribir un libro y como no gané la lotería, estoy de vuelta (¡con gusto!). Ignoré la mayoría de las noticias sobre películas en mi ausencia, aunque me entristeció saber de la clausura de mi sala de cine favorita aquí en Los Ángeles, el ArcLight Hollywood, que fue abatida por los confinamientos de la pandemia. Se sintió como el principio del fin de algo, pero aquí estamos frente a una nueva temporada que se parece más al año 2019 que al 2020, aunque ahora nos piden comprobantes de vacunación. ¿De qué me perdí?

A.O. SCOTT: No te perdiste de mucho, salvo unos cuantos episodios del debate —que es una mezcla de telenovela, sesión espiritista y seminario de tecnología— sobre el futuro de la industria cinematográfica. A juzgar por la serie de próximos estrenos (algunos aplazados desde 2020), ese futuro se parece mucho al pasado reciente. En otoño, veremos nuevas obras de los dos Anderson, Wes y P.T.; el primer largometraje de Jane Campion en más de una década; una nueva entrega de James Bond. La predominancia de directores y estrellas conocidos junto con autores incipientes (como Chloé Zhao, que ahora viene con un espectáculo de Marvel, tras ganar el Oscar a la mejor película por “Nomadland”) crea una sensación reconfortante de continuidad. Tal parece que el cine como lo conocíamos todavía existe.

Al mismo tiempo —aunque no es la primera vez— se siente un miedo generalizado de que está bajo un grave peligro. Parte de esa ansiedad se debe a la COVID-19 en particular. Nadie sabe cuándo o cómo terminará todo esto, y si los espectadores regresarán a las salas de cine en cantidades suficientes como para revivir los antiguos modelos de negocio. La pandemia no es el único factor, y el futuro de las películas y las salas de cine podría depender menos de las mutaciones del virus o las preferencias de los consumidores y más de las estrategias corporativas.

Si la situación del coronavirus continúa, perderemos más salas de cine de arte, lo cual reducirá aún más los ingresos de taquilla. Llegará un punto en el que no habrá suficientes cines para generar los ingresos necesarios para justificar el estreno de una película en salas. Si analizamos cómo han cambiado los hábitos de consumo en los últimos 18 meses, el panorama es aún más desalentador: el público que ve cine de arte es más maduro y, hasta ahora, ese sector demográfico no ha estado muy dispuesto a regresar a las salas de cine.— Richard Abramowitz, fundador y director ejecutivo de la distribuidora Abramorama

DARGIS: El hecho de que somos animales sociales es lo que me hizo pensar que volveríamos a las salas de cine, eso y que hay demasiado dinero de por medio. Las cifras de personas que van al cine han fluctuado desde siempre. Pero desde hace décadas, los principales estudios han mermado la exhibición —el propio acto de acudir al cine— con un modelo de negocio que depende de un puñado de megaproducciones taquilleras que atraen a los jóvenes y una que otra película de monstruos estrenada en fin de semana. Su audiencia acude a tropel a los cines por un tiempo, y el resto espera a verla en un formato casero (o no). Revisé las cifras de la última película de “Los Vengadores”: se estrenó en salas estadounidenses en abril de 2019 y permaneció en cartelera hasta septiembre, pero recaudó más del 90 por ciento de su billetaje nacional en 30 días.

Claro que existe la ocasional película taquillera que las personas quizá quieren ver en una sala IMAX para tener esa experiencia compartida y comunitaria, pero como todo en el mundo, con la infinidad de opciones disponibles y dado el tiempo, esfuerzo y dinero que implica ir al cine, la mayoría de la gente opta por ver las películas desde la comodidad de su hogar.— Marcus Hu, cofundador de la distribuidora Strand Releasing

SCOTT: La pantalla chica sin duda se está agrandando, nos guste o no. Es muy poco probable que los ingresos por suscripciones lleguen a compararse con la recaudación en taquilla, pero para muchos cineastas con mentalidad independiente, las plataformas de emisión en continuo ofrecen presupuestos para realizar proyectos que los grandes estudios ya no producen. Desde hace mucho tiempo, los principales estudios han concentrado sus recursos en franquicias de entretenimiento basadas en la misma propiedad intelectual a costa de cintas originales e independientes dirigidas a una audiencia adulta. Los servicios de emisión en continuo han llenado parte de ese vacío.

Eso significa que lo que tú y yo, y otros miembros de nuestro sector demográfico que envejece cada vez más rápido, conocíamos como “ir al cine” tal vez sea remplazado por un menú distinto de opciones y prácticas. Yo me refiero a la idea de la sala de cine como un destino, independientemente de un estreno específico. Casi siempre solo íbamos y veíamos lo que estuviera en cartelera, y siempre había algo —arte, basura o algo intermedio— que valía el costo del boleto, que no era tan elevado. El hábito de ir al cine era fácil de costear, y muchos lo hacíamos.

Los estudios dejaron de producir la clase de películas que yo hago más o menos cuando estábamos terminando “El juego de la fortuna” — Recuerdo que un ejecutivo me dijo que la habría rechazado si se la hubiera propuesto en ese momento. En los años que tardó en realizarse esa película, el mundo que sería su público cambió.— Rachel Horovitz, productora

DARGIS: Revisemos dentro de 50 años cómo afectó la emisión en continuo a las salas de cine, que siempre han sido un blanco huidizo. Para ser honesta, aunque es interesante ver cómo las grandes empresas están manejando la nueva normalidad, el trabajo que suelo disfrutar más siempre ha tenido una ecología diferente, con su propia manera de hacer las cosas, su propia comunidad y relaciones. En 1991, “Daughters of the Dust” de Julie Dash necesitaba una distribución lenta, los elogios de la crítica y las recomendaciones de boca en boca para causar una impresión duradera, y lo mismo sucede ahora con la mayoría de las películas que nos interesan. Como un amigo me preguntó el otro día, ¿acaso “Parásitos” de Bong Joon Ho sería lo que es ahora si solo se hubiera estrenado en emisión en continuo? Ambos creemos que la respuesta es no. Seguiría siendo grandiosa, pero no un fenómeno cultural.

Sin embargo, y creo que ya he dicho esto antes, me parece que el segmento del mundo del cine que más me preocupa se parece cada vez más al jazz. Es algo que suele apreciar una audiencia de nicho pero que necesita sangre joven —los chicos que mencionaste— para realmente subsistir.

Las grandes producciones tendrán periodos exclusivos en salas, pero esos periodos serán más breves y flexibles. Sin embargo, los filmes de peso, los que tienen un impacto cultural, de nuevo se estrenarán solo en cines y estarán en cartelera por un tiempo, probablemente unos 45 días.— Tom Rothman, presidente y director ejecutivo de Motion Picture Group de Sony Pictures

SCOTT: Supongo que siempre soy optimista con respecto a la tenacidad de los artistas y la curiosidad de los espectadores, y consciente de que las mejores obras suelen hacerse contra la corriente de cualquiera que sea el sistema en un momento dado. Sin embargo, sigue siendo importante criticar ese sistema, y es razonable preguntarse cómo su iteración actual podría obstaculizar ciertos tipos de originalidad mientras impulsa otros.

[Me preocupa] que las dificultades económicas obliguen a las salas de cine de arte a abandonar las películas más pequeñas que contribuyen sobremanera a la diversidad y la inclusión en nuestro panorama cinematográfico. También que la reducción de la cobertura periodística y mediática para las cintas más pequeñas obligue a los propietarios de salas de cine a tomar estas decisiones bajo presión.— Dennis Doros, cofundador de Milestone Films

DARGIS: La pandemia ha puesto de relieve problemas específicos. Al menos puede que las mejoras en los sistemas de ventilación de las salas de cine pongan fin a esta tradición de ver la paja del paisaje taquillero en un miasma de desesperación y palomitas rancias. Respecto a tu último comentario, creo que lo que la pandemia ha hecho más que nada es destacar, otra vez, que todos seguimos navegando el mundo creado por el internet, que cambió la manera en que trabajamos, jugamos, leemos, consumimos, y pensamos. La industria cinematográfica tiene un historial de distintos modelos de producción, distribución y exhibición que funcionan hasta que ya no lo hacen, pero mientras sucedían estos cambios, se seguían realizando películas y la gente seguía viéndolas, y creo que seguirán realizándose y nosotros seguiremos viéndolas y hablando de todo esto.

SCOTT: ¡Ojalá! De lo contrario, es posible que los dos tengamos que ausentarnos para escribir un “libro” de manera permanente.

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