Las plantas de tratamiento de aguas residuales alertarán de la llegada de nuevos brotes de COVID-19

Visión general de la planta de tratamiento de aguas de Antwerpen-Zuid, situado en el sur de Amberes, Belgica. (Imagen creative commons vista en wikipedia).
Visión general de la planta de tratamiento de aguas de Antwerpen-Zuid, situado en el sur de Amberes, Belgica. (Imagen creative commons vista en wikipedia).

Hay un lugar en cada gran ciudad, donde van a parar todas las sustancias excretadas por los habitantes de la urbe. Allí, con un poco de retraso (las aguas fecales tardan entre medio día y tres días en llegar a las plantas de procesado) los científicos pueden obtener una visión democrática sobre el estado de salud general de la población, con un simple análisis de las sustancias presentes en heces y orina.

¿Nunca has oído hablar del ranking de ciudades con mayor consumo de cocaína, por ejemplo? Pues se basa en análisis efectuados en las plantas de tratamiento de aguas fecales. Lo bueno de estos sistemas de medición, es que además de ser muy baratos y sencillos de implantar (por no ser invasivos), nos dan una visión genérica de las posibles amenazas contra la salud de la población, que puede anticiparse a lo que más tarde se encontrarán los médicos en las áreas de urgencia de los hospitales.

Por eso, un reciente estudio efectuado tras tomar muestras de las aguas residuales en el área metropolitana de París durante más de 1 mes, ha llevado a los investigadores a detectar un aumento y una disminución en las nuevas concentraciones de coronavirus, que se corresponden con los datos médicos sobre el COVID-19 obtenidos a posteriori en la región. En cierto modo, los datos sobre las concentraciones virales llegadas desde las alcantarillas antes y después del confinamiento, han sido más “fieles” a la realidad que los obtenidos por los doctores y científicos en los laboratorios de la ciudad de París. ¿La razón? Las aguas residuales vertidas por los asintomáticos también dejan su huella en las concentraciones virales, a pesar de que estos contagiados sean invisibles en los registros oficiales, ya que no se les realizó ningún test.

Por esta razón, los autores del estudio (que por cierto no se ha publicado aún, ni ha sido revisado por pares, aunque el pre-print se puede consultar en medRxiv) creen que el método tiene un gran potencial para prevenir futuros brotes, ya que las alcantarillas ofrecen datos de brotes casi en tiempo real.

Por lo que puedo leer, las pruebas no miden directamente el número de virones presentes en las aguas, ya que una vez excretado del cuerpo, el virus se degrada rápidamente. En lugar de eso, se realizan pruebas de reacción en cadena de la polimerasa, que identifican fragmentos de ARN del SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19. A mayor concentración de ARN viral en las aguas residuales, mayor es el número de personas que contribuyen al sistema de alcantarillado que se encuentran infectadas.

Para el estudio de París, realizado por un equipo comandado por el virólogo Sébastien Wurtzer (que trabaja para la empresa pública “Aguas de París”) se tomaron muestras de aguas residuales de hasta cinco plantas del área de París, dos veces por semana, entre el 5 de marzo y el 7 de abril. Así fue como percibieron "altas concentraciones" de ARN viral varios días antes del 10 de marzo, el primer día en que Paris registró múltiples muertes por COVID-19. Las concentraciones continuaron aumentando unos días antes de que se viera una aceleración en los casos clínicos y muertes en París.

Tal y como explica otro de los coautores del trabajo, el microbiólogo Laurent Moulin (trabajador también de “Aguas de París”): "tenemos una curva muy clara que precede a la curva en número de casos clínicos, y ahora con el confinamiento, vemos un aplanamiento de esa curva".

El monitoreo de alcantarillado puede ilustrar el momento y la escala de los brotes de un modo que actualmente es difícil de visualizar debido a la falta general de pruebas en humanos. En la mayoría de los países, las pruebas individuales son escasas y las cifras de brotes se basan en modelos realizados por computadora. Sin embargo, analizando las aguas del alcantarillado se obtiene una imagen basada en la evidencia de la carga viral real de esa comunidad, gastando además muy poco dinero en el esfuerzo.

Los científicos creen que si se combinaran las lecturas obtenidas en tiempo real de las concentraciones virales en las alcantarillas, con modelos informáticos que incorporasen datos sobre cuántas partículas virales arrojan los individuos y cómo se diluyen estas en las aguas residuales, incluso sería posible traducir estas concentraciones en estimaciones del número absoluto de infecciones en el área de captación de un sistema de aguas residuales.

¿De verdad podría funcionar algo así? La verdad es que todo parece indicar que sí. De hecho en un trabajo publicado en 2018 científicos israelís fueron capaces de detectar un brote de polio en las aguas residuales, antes aún de que se diera ningún caso clínico en los hospitales de la zona.

¿Veremos pronto sistemas de alerta temprana instalados en nuestras plantas de tratamiento de aguas residuales? Espero que sí, porque cualquier ayuda futura contra las siguientes oleadas del COVID-19 será bienvenida. Especialmente si pensamos en lo que está pasando con las escasas y lentas pruebas de diagnóstico con las que contamos ahora mismo. De momento en España el CSIC ya ha puesto a prueba la idea.

Me enteré leyendo Science.

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