Cortesía y luego un enfrentamiento sobre el 6 de enero: 7 conclusiones del debate
JD Vance, senador por Ohio, y Tim Walz, gobernador de Minnesota, discutieron sobre migración, aborto y política exterior, y luego sobre la derrota de Donald Trump en las elecciones de 2020.
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El senador por Ohio, JD Vance, y el gobernador de Minnesota, Tim Walz, pasaron la mayor parte de su único debate atacando no el uno al otro sino a sus compañeros de fórmula, discutiendo sobre los últimos dos gobiernos y ocho años mientras cada uno prometía que su candidatura daría una nueva dirección a la nación.
Fue un debate sustancial y, en su mayor parte, cortés entre dos hombres del Medio Oeste estadounidense que evidenció el abismo político entre los dos partidos en materia migratoria, aborto y política exterior. Pero ninguna cuestión dejó más clara la dimensión y lo que está en juego en la actual división política del país que el último tema de la noche, cuando Vance se negó a reconocer que el expresidente Donald Trump había perdido las elecciones de 2020.
“Tim, estoy centrado en el futuro”, dijo Vance, tratando de seguir adelante. “Esa es una no-respuesta condenatoria”, replicó Walz.
Vance se mostró pulido en todo momento. Walz habló titubeando, sobre todo al principio, dando una serie de tartamudeos verbales antes de ir al grano.
Los debates vicepresidenciales rara vez influyen en las elecciones presidenciales, y ninguno de los dos hombres pareció sufrir un tropiezo decisivo. Pero este, de manera singular, está programado —por ahora— para ser el último debate de 2024. He aquí siete conclusiones del debate:
Vance no tuvo respuesta para una pregunta básica: ¿perdió Trump las elecciones de 2020?
Vance pasó gran parte de la noche ofreciendo explicaciones para las políticas de Trump que sonaban accesibles. Pero en uno de los intercambios finales del debate, Vance se encontró sin una explicación para el comportamiento de Trump después de las elecciones de 2020. Vance lo intentó, con el sorprendente argumento de que Trump “entregó pacíficamente el poder el 20 de enero”.
“¿Perdió las elecciones de 2020?”, preguntó Walz a Vance.
Vance esquivó y se desvió. Argumentó que los demócratas eran la verdadera amenaza para la democracia y afirmó que Harris censuraba a los estadounidenses, citando las antiguas políticas de Facebook. No tuvo respuesta a la pregunta en sí. El intercambio mostró tanto los límites como los requisitos de servir como compañero de fórmula de Trump. “Por eso Mike Pence no está en este escenario”, dijo Walz.
Al final de la noche, la campaña de Harris dijo que estaba haciendo un anuncio del momento del 6 de enero.
Un tranquilo Vance buscó señalar a Harris como el statu quo
Vance utilizó una frase sutil en los primeros minutos: “el gobierno de Kamala Harris”.
Fue una señal de lo que estaba por venir. Apenas mencionó el nombre del presidente Joe Biden. En su lugar, culpó a Harris de todo tipo de males. De la frontera, del aumento del precio de la gasolina, de la inflación e incluso del fentanilo.
La candidatura Harris-Walz ha adoptado el lema “Una nueva forma de avanzar”. Pero Vance no tenía nada de eso el martes. Insistió en que la vicepresidenta no es una recién llegada y dijo que debería utilizar los poderes que ya tiene.
Presentarse como agente del cambio ha sido siempre una de las fuerzas más poderosas de la política estadounidense. Y con los republicanos fuera del poder, Vance intentó no cederlo. “El día 1”, dijo Vance en su discurso final, “fue hace 1400 días”.
Walz empezó titubeante, pero encontró su equilibrio en el tema del aborto
Walz parecía incómodo cuando la primera pregunta versó sobre asuntos exteriores y el enfrentamiento entre Israel e Irán. Se le vio mucho más cómodo a mitad del debate, cuando por fin salió a relucir el aborto, que durante mucho tiempo fue el tema más importante para Harris. Walz habló enérgicamente sobre la necesidad de proteger el derecho al aborto ahora que Roe contra Wade ha sido revocado con la ayuda de los jueces nombrados por Trump.
Cuando Vance hizo eco de la posición de Trump de que el aborto debería dejarse en manos de los estados, Walz habló de mujeres que habían muerto o sufrido graves problemas de salud porque sus estados habían prohibido o aprobado restricciones al aborto.
“El hecho es que, ¿cómo podemos decir como nación que tu vida y tus derechos, tan básicos como el derecho a controlar tu propio cuerpo, se determinan en función de la geografía?”, preguntó Walz.
Vance trató de reformular a Trump como el candidato de la estabilidad
Durante años, los demócratas han etiquetado a Trump como el candidato del caos. Vance trató de darle la vuelta. Presentó al expresidente como el presidente de un periodo de normalidad y crecimiento económico, y culpó a Harris del actual malestar en el mundo.
Vance suavizó algunas de las aristas más ásperas de la retórica de Trump y trató una y otra vez de aprovechar parte de la nostalgia que las encuestas han mostrado por los primeros años de la Casa Blanca de Trump. A veces parecía ofrecer una historia revisionista. Trump, por ejemplo, intentó repetidamente derogar y desmantelar el Obamacare. Pero no según Vance. Dijo que lo había “salvado”.
Pero argumentó que el verdadero agente del caos fue Harris. “¿Quién ha sido el vicepresidente durante los últimos tres años y medio?”, dijo Vance. “Y la respuesta es su compañera de fórmula, no la mía”.
Walz se llamó a sí mismo ‘cabeza de chorlito’ por tergiversar su pasado
Walz tenía que saber que le iban a preguntar por sus repetidas declaraciones de que había estado en Hong Kong durante las protestas del 4 de junio de 1989, en la plaza de Tiananmen de Pekín, después de que esta semana salieran a la luz informes de que en realidad había estado en Nebraska.
Cuando se le pidió que explicara la discrepancia, habló de su biografía, criticó la política de China de Trump y se llamó a sí mismo “un cabeza de chorlito a veces”. Pero no respondió a la pregunta.
Así que la moderadora, Margaret Brennan, volvió a intentarlo. Esta vez consiguió que Walz reconociera que “se había equivocado al hablar de esto”.
Este no era el Walz entusiasta y optimista que se había convertido en el más popular de los cuatro principales candidatos a las elecciones nacionales. Se saltó la oportunidad de ser sincero y arrepentirse. En su lugar, pareció escabullirse de una incómoda línea de interrogatorio, al dar a entender que su estancia en China a finales del verano de las protestas de Tianamen había informado su teoría de la democracia estadounidense.
Vance trató de pasar de “raro” a cercano
Walz irrumpió en la escena nacional calificando a Vance —y al Partido Republicano— de “raros”. Pero el único que utilizó la palabra el martes fue Vance, quien dijo primero que los demócratas seguían una “ciencia rara” en lo que se refiere al cambio climático.
Desde su primera respuesta, Vance se propuso desmontar sistemáticamente la etiqueta de raro. Enmarcó la historia de su vida —que se hizo famosa por primera vez en sus memorias, Hillbilly Elegy— como la vivencia del sueño americano. Vance mencionó a su esposa, a sus tres hijos pequeños (de 7, 4 y 2 años) e incluso dijo que esperaba que ya estuvieran durmiendo a mitad del debate. Habló de la adicción a las drogas de su madre, de los primeros problemas económicos de su familia y de la dependencia de su abuela de la Seguridad Social.
Mientras los demócratas han tachado a Trump de multimillonario fuera de lugar que quiere recortar impuestos para sus amigos, Vance presentó una cara más de un Estados Unidos promedio. “Crecí en una familia de clase trabajadora”, dijo.
Los micrófonos estuvieron encendidos hasta que dejaron de estarlo
Se habló mucho de las reglas del debate con antelación. A diferencia de los debates de Trump con Harris y Biden, los micrófonos estuvieron encendidos todo el tiempo.
La mayoría de las intervenciones entre Walz y Vance fueron corteses. Eso cambió brevemente al final de un largo debate sobre política de inmigración. Una de las moderadoras, Brennan, añadió que los inmigrantes haitianos de los que se ha quejado Vance en Springfield, Ohio, están en el país de forma legal.
A continuación, trató de hablar de economía, solo que Vance se negó a ceder. Intentó verificar los hechos. Walz se unió. Ambos hablaron. Y entonces la CBS decidió que ya era suficiente.
“Caballeros, el público no puede oírlos”, dijo Brennan. “Porque sus micrófonos están cortados”.
Taylor Robinson colaboró con reportería.
Shane Goldmacher
es corresponsal de política estadounidense y cubre la campaña de 2024 y los principales acontecimientos, tendencias y fuerzas que configuran la política del país. Se puede contactar con él en shane.goldmacher@nytimes.com. Más de Shane Goldmacher
Reid J. Epstein
cubre campañas y elecciones desde Washington. Antes de unirse al Times en 2019, trabajó en The Wall Street Journal, Politico, Newsday y The Milwaukee Journal Sentinel. Más de Reid J. Epstein
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