Coronavirus en la Argentina. Cómo serán las visitas cuidadas en los geriátricos de la ciudad

Tras 185 días de prohibición por la pandemia de coronavirus,la ciudad de Buenos Aires volvió a habilitar las visitas en los geriátricos para que los mayores puedan reencontrarse con sus seres queridos.

Por ahora, para reducir el riesgo de contagio, la distancia segura no permitirá los abrazos después de siete meses si no se cuenta con algún dispositivo que así lo permita, pero es más cálido y cercano que el contacto solo a través de una pantalla o una llamada.

Los preparativos para esta nueva etapa empezaron hace dos meses y, la semana pasada, se controlaron las condiciones necesarias en 250 de las 483 residencias que funcionan en la ciudad. Una de cada cuatro -o 117- ya reúnen los requisitos para solicitar el permiso del Ministerio de Salud porteño. Hoy, 30 lo hicieron de manera formal. El resto está poniendo a punto las instalaciones.

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"Esta semana, todos los geriátricos que pidan la autorización y estén en condiciones, la van a recibir", anticipó Paula Zingoni, directora general de Planificación Operativa de la cartera sanitaria local. "Se supervisa el establecimiento y si cumple las pautas para ofrecer un lugar seguro para las visitas, se le dará la autorización. Si no, se le da acompañamiento para poder hacerlo -agrega-. La idea es favorecer la revinculación afectiva de las personas que viven en estas instituciones."

Las dos principales condiciones son poder acreditar no haber tenido un caso confirmado de Covid-19 en la institución en los últimos 14 días y contar con un espacio al aire libreo, si es cerrado, con buena ventilación para reducir todo riesgo, de acuerdo con el protocolo que elaboró el Ministerio de Salud porteño. El 80% de los sitios cuentan con un espacio abierto para aprovechar en esta temporada del año.

Durante las visitas, el uso del barbijo social y la higiene de manos previa serán obligatorios como mantener la distancia de no menos de 2 metros con los mayores y evitar el contacto físico, excepto en los lugares que cuenten con dispositivos o cabinas para dar abrazos seguros.

El nuevo protocolo, que "cada establecimiento podrá comenzar a aplicarlo de acuerdo a su situación particular y necesidades puntuales", de acuerdo con Salud, indica también que podrá ingresar una persona por vez, durante no más de 30 minutos y con tiempo suficiente entre visitas para desinfectar el lugar.

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En la entrada, se le controlará la temperatura y deberá firmar una declaración jurada de que no tiene síntomas de Covid-19 ni estuvo o sospecha haber estado en contacto con un caso confirmado recientemente.

El foco en esta etapa no debe estar puesto solo en la visita y, por esto, se deje de dar aviso si aparecen casos sospechosos. Necesitamos que se mantenga el compromiso de los geriátricosPaula Zingoni, directora general de Planificación Operativa de la cartera sanitaria

"Si se detecta un nuevo caso sospechoso o confirmado de Covid-19, las autoridades del geriátrico deberán informarlo de manera inmediata, poner en marcha los protocolos sanitarios y suspender todas las visitas hasta que se regularice la situación y sea seguro retomarlas", explican desde Salud.

Zingoni señala que, aunque hay muchos geriátricos en condiciones de abrir, en esta etapa "es fundamental no relajarse, no asumir que ya todo pasó.

"El foco en esta etapa no debe estar puesto solo en la visita y, por esto, se deje de dar aviso si aparecen casos sospechosos. Necesitamos que se mantenga el compromiso de los geriátricos de todos estos meses cuando detectaban que podían tener un posible contagio", dice la funcionaria.

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Alejandro Barros preside la Unión Argentina de Prestadores de Servicios Gerontológicos, que tiene unos 300 asociados. Cuenta que, tras los pedidos de los familiares, la mayoría de los geriátricos estuvo implementando visitas con resguardos, sin permitir el ingreso más allá del hall de entrada, con una separación cerca de la puerta con una cortina de plástico o acrílico y durante no más de 15 o 20 minutos, con barbijo tanto el residente y el familiar.

"Ahora, permiten que vayan a un patio o un área al aire libre. En este caso, habrá que tomar más resguardos por los riesgos del ingreso de otras personas al geriátrico -dice Barros-. Los mayores tienen alto riesgo de muerte por Covid-19, sobre todo si tienen comorbilidades. En la Argentina, la letalidad en las residencias para mayores es muy baja, de alrededor del 14%, con respecto de lo que sucedió en Estados Unidos o algunos países de Europa, como Italia, España o Reino Unido. Acá, el mayor problema estuvo en los residentes con condiciones de salud previas complicadas. Tuvimos pacientes de 100 y 101 años que superaron la infección."

En marzo, a los siete días de la confirmación del primer caso de Covid-19, la ciudad prohibió el ingreso a los geriátricos de las personas que habían regresado al país de zonas de riesgo. A los 10 días, el 21 de marzo, la medida se amplió a todas las visitas. Desde entonces, la comunicación de los mayores con sus familiares fue virtual o por teléfono.

En cuanto al impacto y la evolución de la pandemia en ese grupo, el nuevo coronavirus tuvo alto impacto en las residencias para mayores en junio, con un 38% de todos los fallecidos en la ciudad por Covid-19. A mediados del mes siguiente, empezó el testeo al personal de los geriátricos porteños.

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En agosto, con esa vigilancia semanal de los empleados y el monitoreo de los síntomas en los residentes para alertar sobre un posible caso de Covid-19, la proporción de fallecidos se redujo al 24%. Ese valor es, actualmente, de alrededor del 18%.

Solo en el último mes, se confirmaron 609 casos, o unos 20 por día en los geriátricos en el distrito, especialmente por un mayor descenso de nuevos infectados en las dos últimas semanas.

El 9 de septiembre, durante una conferencia de prensa, Zingoni informó 4323 positivos en los geriátricos, con 3010 mayores que ya habían recibido el alta y 556 que habían fallecido. Al mes, el viernes pasado, la funcionaria actualizó esos datos: ya se habían confirmado 4932 diagnósticos de Covid-19 en los geriátricos, con 3850 mayores de alta y 766 que no habían logrado superar la enfermedad.

"En las últimas dos semanas, tuvimos días de tres, cinco y hasta 36 nuevos casos en los geriátricos. Son, en general, establecimientos que no habían tenido casos hasta ahora y están pasando lo que ya pasaron otros lugares -explica Zingoni-. Lo que mejoró mucho en estos meses es el manejo en los geriátricos de los responsables, el personal, la dinámica de dar aviso y comunicarse con los familiares, cumplir con el hisopado preventivo. Ya no es un caos. Pero no es momento para que se relajen las medidas de bioseguridad y la alerta temprana si aparecen síntomas o sospecha de nuevos casos."

Cabinas y boxes

Adrián Larocca cuenta que en el Hogar Guadalupe, de seis pisos en Palermo, instaló una cabina de acrílico para que los mayores puedan recibir a un familiar. En la entrada, al visitante le toman la temperatura, luego pasa por una cabina sanitizante y, de ahí, por un pasillo externo llega a la cabina de acrílico. Una vez ahí, recién su familiar baja y se ubica fuera de la cabina para poder encontrarse sin contacto.

"Hoy, casi todos los geriátricos tienen menos camas ocupadas y están mucho más seguros por las medidas implementadas", dice Larocca, que también es secretario general de la Unión Argentina de Prestadores de Servicios Gerontológicos. "En este contexto, es una buena medida abrir el protocolo y permitir las visitas, con horarios y de a un familiar, para empezar a tratar de normalizar las actividades con los cuidados adecuados", indica.

En el geriátrico San Jorge, de Olleros al 3700, Chacarita, cuentan que solicitaron la autorización sanitaria para empezar con las visitas después de recibir mañana a los auditores de Salud. En el lugar hubo 14 contagios en estos meses. La mayoría fueron casos leves y dos residentes murieron, uno en el hospital Pirovano y, otro, en la residencia, donde viven 80 mayores. "Están todos muy entusiasmados con las visitas", dice María Florencia Paldino, directora del establecimiento.

Hoy, les enviaron una nota a los familiares con copia del protocolo. "Si todos cumplimos las recomendaciones, podremos continuar. Si hay casos nuevos, se podrían volver a suspender las visitas", señala Paldino.

En un hall central amplio, se armaron dos boxes, con sillones, divididos con cortinas de nylon para poder controlar que las visitantes y los residentes cumplan la distancia de poco más de dos metros que ayudan a marcar dos mesas pequeñas de por medio. "Hasta ahora, usábamos la barrera de los abrazos más cerca de la entrada: se podían ver y escuchar durante unos minutos, pero esto no es lo mismo", dice.