Coronavirus en la Argentina: por la pandemia, quedó en la calle, y ahora trabaja como promotora de salud en Costa Salguero

Nadia Louro, de 31 años, perdió su trabajo justo antes de que comenzara el aislamiento social obligatorio. Quedó en situación de calle, se contagió de coronavirus y hoy trabaja como promotora de la salud en el centro de aislamiento de Costa Salguero
Fuente: LA NACION - Crédito: Mauro Alfieri

Para Nadia Louro, de 31 años, estos meses de pandemia fueron intensos. Vivía junto a su novio, José, en Palermo. Ambos se quedaron sin empleo y debieron dormir en la calle. Luego se mudaron a un parador del gobierno de la Ciudad, donde ella se contagió de coronavirus y estuvo aislada durante 14 días en el centro de Costa Salguero para pacientes que están cursando la enfermedad. Por el vínculo que entabló con el personal que ahí trabaja, le ofrecieron transformarse en parte del equipo de promotoras de la salud. Ahora asiste a los pacientes que están aislados por tener Covid-19. Gracias a este nuevo trabajo, pudo dejar el parador y alquilar un departamento.

"Hasta febrero trabajé como cajera en una hamburguesería en Paternal, pero redujeron el personal y me quedé sin trabajo. Luego empezó la pandemia y todo fue para peor. Compartíamos una casa junto a la familia de mi pareja, pero en abril nos tuvimos que ir por un problema entre ellos y quedamos en la calle. Estuvimos durmiendo en la estación Ministro Carranza, en Palermo, hasta que la policía nos llevó a un parador", cuenta Louro.

"Jamás había estado en la calle, toda esa situación era nueva y angustiante", dice
Fuente: LA NACION - Crédito: Mauro Alfieri

Es madre de dos hijos, Elián y Joaquín, de 12 y 5 años, que viven con el padre. Por la pandemia, José, que es albañil, tampoco lograba conseguir un empleo. Durante tres días, con cartones y gomaespuma que encontraron en la calle, durmieron en la estación del tren Mitre.

Ahí se manejan códigos que no conocían y muchos de los lugares más protegidos ya estaban ocupados por otras personas en la misma situación. En medio de una de esas noches, tuvieron problemas con una chica "que estaba fuera de sí". Los amenazó y se tuvieron que ir.

"Jamás había estado en la calle, toda esa situación era nueva y angustiante", recuerda. Hasta que la policía los vio y llamó al gobierno de la Ciudad para que los trasladaran a un parador. Así fue como llegaron al que está ubicado en Parque Avellaneda. "Yo no tenía ni idea de que existían estos paradores, no sabía ni cómo eran, pero antes de estar en la calle, nos pareció la mejor opción".

Ambos pidieron que los llevarán a un lugar donde pudieran estar juntos. Al llegar, durante algunos días no hablaron con nadie. Pero, de a poco, empezaron a darse cuenta que, muchos, estaban atravesando una situación similar. "Nos sorprendió. Varios estaban ahí porque vivían en pensiones u hoteles, tenían trabajos informales, se quedaron sin ingresos y los echaron a la calle. Incluso había varados de otras provincias que no tenían plata para pagar un hotel hasta que pudieran volver a su casa".

"Muchos, como yo, necesitan solo una oportunidad", señala
Fuente: LA NACION - Crédito: Mauro Alfieri

Desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad indicaron que, desde el 20 de marzo hasta la fecha, ingresaron a los paradores 623 personas que nunca habían tenido contacto con esta red de asistencia. Aunque destacan que, dentro de esa cifra, hay personas que ya estaban en situación de calle, pero no estaban interesadas en ir a un parador, y otras que se acercaron cuando comenzó el frío.

En el parador estuvieron casi tres meses. Conseguir trabajo se les hacía imposible, porque no les permitían salir a la calle, excepto para hacer compras. "Entonces no podíamos ir a entrevistas laborales o a buscar trabajo por la ciudad".

Hasta que un día una mujer del parador contrajo Covid-19. Por seguridad, hisoparon a todos los residentes del parador y seis dieron positivo, entre ellos, Louro. Si bien el primer test indicó que ella tenía la enfermedad, en un segundo hisopado que les practicaron a esas seis personas, cinco dieron negativo. "SI bien el segundo test indicó lo contrario, los médicos me dijeron que era posible que tenga una carga viral baja, y por las dudas me trasladaron al centro de aislamiento de Costa Salguero". Ese lugar tiene capacidad para 798 personas y se compone de cinco sectores: tres para hombres y dos para mujeres.

Ahí sucedió algo que terminaría cambiando su suerte. Para protegerla de los casos con mayor carga viral que residían en los pabellones, la alojaron sola en el pabellón cuatro. Un galpón enorme con más de 200 camas, solo para ella. De noche, se apagaban todas las luces y Louro pasaba a estar a oscuras dentro de esa inmensidad, en el silencio más absoluto.

 "Hoy siento que estoy ayudando a otros", indica
Fuente: LA NACION - Crédito: Mauro Alfieri

Ahí paso dos semanas, aunque con un gran abanico de opciones para no aburrirse. "Adentro tenés el comedor, varios televisores, la biblioteca. Podés hacer muchas actividades. Se puede hacer gimnasia. Está el patio por si querés salir un poco a tomar aire y el cine con una pantalla gigante", describe.

Según dicen las que ahora son sus compañeras de trabajo, Louro "inauguró" el pabellón cuatro. Con la compañía de Julieta, Melina, Cristina y Micaela, las promotoras de salud de su sector, cuenta que casi no sintió la soledad del aislamiento. "Ellas fueron geniales. Como todavía no tenían otros pacientes, estaban todo el tiempo pendientes de mí. Me preguntaban si necesitaba algo, me contaban sobre todas las actividades que podía hacer", relata.

Hasta que los 14 días pasaron y Louro regresó al parador. José la estaba esperando: "Me abrazó, no me soltaba", recuerda.

Dos semanas después, recibió un mensaje del gobierno de la Ciudad. Le ofrecían trabajar como promotora de salud en Costa Salguero. Aunque al principio, no creía que la propuesta fuera cierta.

"Les pregunté a las promotoras de salud que me atendieron en Costa Salguero y me dijeron que sí, que la chica que me había escrito trabajaba con ellas. Mandé mi currículum y pensé que era para incluirme en una bolsa de trabajo o algo por el estilo. Pasaron unas dos semanas y no me habían vuelto a llamar, pensé que no entraba. Pero me volvieron a escribir para que fuese a hacer la capacitación en bioseguridad", dice Louro.

Luego de cuatro meses de experiencias tristes, pudo resolver su situación laboral y habitacional de una manera que nunca imaginó. Para ella, la pandemia será una mezcla de recuerdos que oscilarán entre las noches en la calle, y la alegría de haber conseguido un empleo que la hace feliz. "Muchos, como yo, necesitan solo una oportunidad. Por suerte la pude tener y hoy siento que estoy ayudando a otros", concluye.