Copas mundiales: FIFAgate en crisis, los derechos humanos también

Joseph Blatter bajo una lluvia de dólares falsos, durante una conferencia de prensa de 2015, cuando era presidente de la FIFA; fue ridiculizado por un comediante británico
Joseph Blatter bajo una lluvia de dólares falsos, durante una conferencia de prensa de 2015, cuando era presidente de la FIFA; fue ridiculizado por un comediante británico

“Lo más controvertido” del FIFAgate, me dijo en 2021 el abogado Bruce Udolf, “fue haber extendido el largo brazo de la justicia estadounidense a eventos que ocurrieron casi por completo fuera del país”. Fue casi el único que, en ese momento, cuestionó públicamente el juicio que todos celebraban. Su cliente, el dirigente peruano Manuel Burga, fue también el primer y casi único sobreseído. Otros fueron a la cárcel. Hubo multas millonarias. Cayeron presidentes de la FIFA, la Conmebol y la Concacaf. Fue un antes y un después. Sin embargo, la propia Corte Suprema de Estados Unidos afirma ahora que, tal vez, los fiscales del caso, efectivamente, se excedieron. ¿Y las acusaciones de que Qatar compró su Mundial? La Copa 2022 fue un éxito tan grande que el Golfo Arábigo ya se aseguró rápido otro Mundial (Arabia Saudita en 2034). Y a Gianni Infantino, presidente de la FIFA, ni siquiera le hizo falta votar.

La primera alarma del FIFAgate llegó por un dictamen que la Corte Suprema de Estados Unidos emitió en otra causa ajena. La Corte dijo en ese expediente que la acusación de “fraude electrónico” (una de las bases del FIFAgate) no podía ser interpretada tan ampliamente por los fiscales y, mucho menos, si el delito era cometido por extranjeros y en perjuicio de una organización extranjera. Fue suficiente para que la jueza Pamela Chen rechazara el último pedido fiscal de condena contra Hernán López (exejecutivo de Fox) y contra Full Play, la empresa de los argentinos Hugo y Mariano Jinkis acusada de pagar coimas junto con Torneos y la brasileña Traffic para revender derechos de TV de Copas América y Mundiales. Avisados del giro judicial, muchos de los condenados, afirmó el último sábado The New York Times, ahora reclaman inocencia y también que les sea reintegrado el dinero que habían devuelto a la justicia. El FIFAgate, afirmó el Times, “corre riesgo de desmoronarse”.

¿Y la acusación fiscal de 236 páginas? ¿Las 31 declaraciones de culpabilidad y cuatro condenas iniciales? ¿Las delaciones del estadounidense Chuck Blazer, el argentino Alejandro Burzaco y el brasileño José Hawilla, que hasta declaró ante el tribunal con un tubo de oxígeno y pagó una multa de 151 millones de dólares? ¿Y las escuchas telefónicas y los giros bancarios? ¿No era la FIFA una vergüenza global, una banda de capos narcos, de “crimen organizado” a la que se le aplicó una ley antimafia y a cuya impunidad alguien debía ponerle fin del modo que fuere? Ese alguien terminó siendo Estados Unidos, menos comprometido y sin miedo a represalias de la FIFA, furioso además porque Qatar le había ganado la votación del Mundial 2022. Y, ante todo, porque Estados Unidos es el superpolicía del mundo.

Los fiscales apelaron en enero el último fallo absolutorio de la jueza Chen. De confirmarse el nuevo giro, el primero que pediría resarcimiento es el paraguayo Ángel Napout, expresidente de la Conmebol que pasó 91 meses preso y entregó a la Justicia 4 millones de dólares. Ya en Asunción (logró “clemencia” por cuestiones de salud), Napout, que se negó a una condena negociada, dijo en setiembre pasado al diario ABC Color que el FIFAgate fue una causa política y que él fue un “chivo expiatorio”. El segundo sería el brasileño José María Marín, ya de 91 años. El nuevo giro favorecería también a su compatriota prófugo, Ricardo Teixeira, de salud frágil y sin apariciones públicas, pero todavía influyente en las sombras en la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). Y ayudaría también a Jack Warner, dos décadas presidente Concacaf, triniteño, señalado como el corrupto número uno.

Gianni Infantino sucedió a Joseph Blatter, salpicado por los escándalos del FIFAgate
Gianni Infantino sucedió a Joseph Blatter, salpicado por los escándalos del FIFAgate - Créditos: @Luis M. Álvarez

El escándalo de 2015 arrastró a Sepp Blatter, que acababa de ser reelegido como presidente de la FIFA, y a su seguro sucesor, Michel Platini. Beneficiario directo fue Infantino. Como Blatter, también Infantino ahora es reelegido por aclamación y reforma estatutos para seguir en el cargo. Y también aumenta el número de selecciones en los mundiales (de 32 a 48). Infantino fue elogiado hasta por la fiscal jefe del FIFAgate, Loretta Lynch, ella ahora en un bufete privado que ya representó a la FIFA en algunas causas. Apenas asumido, Infantino se comunicó con Donald Trump, entonces presidente de Estados Unidos, para decirle que su país debía organizar el Mundial 2026. Así sucedió. Y, para 2026, tal vez Trump esté otra vez en la Casa Blanca, aun en medio de condenas y sonados procesos judiciales. Es un amigo de la FIFA.

En 2022, en respuesta a las críticas por Qatar, la FIFA aseguró que las futuras sedes mundialistas deberían guardar respeto a los Derechos Humanos. La semana pasada, un prisionero fue ejecutado haciéndole respirar gas nitrógeno puro. Kenneth Smith, de 58 años, venía de una ejecución fallida (cuatro horas sin encontrarle una vena para inyectarle medicamentos letales). El jueves, durante cuatro minutos, “se retorció y convulsionó en la camilla”. Tembló lentamente. Respiró agitado. Ojos blancos. Apretó los manos. “La camilla se sacudió varias veces”. Veinte minutos después fue declarado muerto. Sucedió en Alabama. Y el procedimiento fue autorizado por la Corte Suprema. En el país sede del Mundial 2026. La Copa 2034, lo dijimos, será en Arabia Saudita. Allí, los ejecutados, según organismos, fueron 196 en 2022 y 172 en 2023. Tal vez sea un Mundial atractivo. Tal vez seamos campeones.