Conversando con Vladimir Issaev: toda una vida dedicada a la danza

El Festival Internacional de Ballet de Miami (IBFM por sus siglas en inglés), bajo la dirección de Eriberto Jiménez, celebró este año su edición número 28 y culminó, como ya es habitual, con sus dos grandes galas.

Además de las siempre esperadas actuaciones de estrellas ya conocidas o que visitan Miami por primera vez, la entrega de los premios “A Life for Dance” y “Criticism and Culture of Ballet”, establecidos por IBFM en honor a figuras legendarias del mundo de la danza y de la crítica de danza nacional e internacional, constituye el momento más emotivo de cada velada, por razones obvias. Ambos, son el reconocimiento a los logros de toda una vida.

Este año, el premio “A Life for Dance” (en español, “una vida por la danza” o “una vida para la danza”, motivación o entrega, usted elige) será presentado al bailarín, maestro, coreógrafo y director artístico ruso Vladimir Issaev (Biysk, 1954). Sin duda alguna, una personalidad emblemática en la historia del ballet en Miami.

Tras una larga y fructífera carrera en Rusia, Venezuela y Puerto Rico, estableció Arts Ballet Theatre of Florida (ABTF) en 1997 y desde 2018 es codirector fundador de la Miami International Ballet Competition. Todo lo anterior, sin abandonar sus numerosos compromisos internacionales como maestro de ballet reconocido entre los mejores a nivel mundial.

Conversamos con Issaev sobre el premio y su trayectoria, aprovechando la oportunidad para pedirle sus reflexiones sobre lo que se necesita para emprender una vida dedicada a la danza y no fracasar en el intento.

“Despues de tantos años trabajando aquí en Miami”, nos dice, “en una comunidad que podemos decir es mayormente latina. Es un honor recibir este premio porque me hace sentir reconocido por la comunidad”.

Flyer promocional de la Gala.
Flyer promocional de la Gala.

“El Festival tiene su trayectoria muy grande, que empezó con Pedro Pablo Peña, al que conocí personalmente cuando llegué a Miami, porque impartí clases en la escuela que tenía entonces”, agrega. “Y también lo agradezco porque me pone en compañía de gente muy importante, como Azari Plisetski y Wilhelm Burmann”.

El premio “A Life for Dance” se entregó por primera vez en 1998 y la primera persona en recibirlo fue el bailarín norteamericano -nacido en Miami, de padres cubanos- Fernando Bujones (1955-2005). Otras figuras importantes en la historia del ballet que lo han recibido son el puertorriqueño José Parés (1926-2006), la Prima Ballerina italiana Carla Fracci (1936-2021) y el francés Roland Petit (1924-2011), entre otros. Plisetski lo obtuvo en 2015 y Burmann en 2019.

En la relación de premiados, aparecen igualmente varios nombres de figuras importantes del sur de la Florida: Edward Villela (en 2004), Alberto Alonso (en 2006), el propio Pedro Pablo Peña in memoriam (en 2018), Daniel Lewis (en 2020) y Lourdes López (en 2021). El año pasado le fue otorgado a la maestra colombiana Gloria Castro.

“Entonces”, retoma la idea, “estar en el nivel de ellos me da más alas para trabajar por esta comunidad. Y por supuesto, agradezco a Eriberto [Jiménez], que cuando me mudé a Miami bailó conmigo, en 1997, en Aventura. Después tuve la suerte de trabajar con Edward Villella durante 8 años. Y con muchos grandes bailarines después de escaparse de Cuba, como Dagmar Moradillo”.

Por su parte, Dagmar nos comenta por teléfono que el encuentro con Issaev tuvo lugar en 1992 en Puerto Rico. “Nosostros coincidimos cuando él estaba en el Ballet Concierto de Puerto Rico, bajo la dirección de Lolita San Miguel y yo tuve la oportunidad de bailar el ballet completo “Don Quijote” con Carlos Cabrera”. Dagmar celebra que Issaev reciba el premio este año (“muy merecido”, proclama) y puntualiza, “yo disfrutaba mucho las clases con el Maestro”.

Vladimir Issaev en Venezuela en 1988.
Vladimir Issaev en Venezuela en 1988.

¿Qué es llevar “una vida dedicada a la danza”? , le preguntamos a Issaev.

“Para mi, es estar ocupado. Tan ocupado, que hace apenas unos cinco minutos, estaba impartiendo una clase para maestros y ahora estamos conversando sobre el premio. Yo acabo de regresar de Malasia y Brunei, donde estuve dando cursos para maestros y clases magistrales. Este viernes tenemos función y el sábado por la noche salgo para Hong Kong. Creo que eso es dedicar tu vida a la danza. Y si me detengo, tengo la impresión que todo se detiene a mi alrededor”. Y agrega, con el humor que le caracteriza, “Si paras, te pones viejo. Se te cae el pelo. Engordas. Para evitar todo eso, yo estoy activo todo el tiempo. Me paro muy temprano, a las cuatro y media de la mañana y de ahí… hasta la noche”.

Entre las cosas que prefiere hacer Issaev menciona en primer lugar, enseñar. Después, hacer coreografías. Y con un entusiasmo casi infantil rememora la exitosa puesta en escena de “The Stone Flower” que hizo en 2010 para Michiko Matsumoto Ballet en Japón.

“Tengo muchas ideas y Baltasar [Santiago Martín, autor del libreto para ballet , basado en la película de Alfred Hitchcock] me persigue para completar el montaje de “Vértigo” porque salió muy bien el adagio con [Mary Carmen] Catoya... Gustó mucho también en Cuba, cuando se presentó en el Festival Internacional de Ballet de La Habana en noviembre de 2018”.

El dueto Adagio del ballet “Vertigo” tuvo su estreno mundial en 2017 y se presentó después ese mismo año en el XXII IBFM.

Vladmir Issaev en una clase.
Vladmir Issaev en una clase.

Catoya se encuentra en un salón contiguo y no podemos resistir la tentación de escuchar lo que nos tiene que decir sobre Issaev.

“Además de tener una trayectoria increíble, nadie puede imaginarse toda la sabiduría que tiene el Maestro. Todos los años de experiencia, toda la dedicación y pasión que siempre la ha dedicado a cada uno de sus pupilos. Quienes hemos estado en su cercanía lo sabemos. Como yo, que tuve la oportunidad, el privilegio, la dicha y la fortuna de conocerlo desde la edad de 13 años, cuando él estaba recién salido de Rusia. Incluso cuando bailaba en el Miami City Ballet, yo venía a tomar clases con él”.

Le preguntamos a Issaev, considerando su experiencia trabajando con bailarines de todo tipo y formación, ¿cómo reconoce la escuela de un bailarín?

Su respuesta no se hace esperar. “Facilísimo. Cuando tú entras en una clase y quieres saber de donde viene un bailarín, solo hace falta ver un port de bras”. Sin comentarios. Como dijo Martha Graham, “el cuerpo nunca miente”.

Por último, ¿qué debe tener y qué debe evitar alguien que quiere dedicar su vida a la danza?

“Es imprescindible contar con el ambiente apropiado, el apoyo familiar y el maestro correcto. Yo fui muy afortunado al tener maestros muy buenos en Rusia y por haber conocido a Vicente [Nebrada] en Venezuela, que me enseñó a ser coreógrafo”. Hace una pausa, reflexiona y concluye, “hay que evitar las cosas de la vida que te pueden apartar de tu objetivo”.



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