Una contraofensiva inminente pondrá a prueba la determinación del Ejército ucraniano
KRAMATORSK, Ucrania — Durante el invierno, Ucrania repelió una ofensiva rusa en combates crueles pero mayormente estáticos en campos nevados llenos de cráteres de artillería y ciudades en ruinas. Ahora, le toca a Ucrania pasar al ataque.
Por todas partes hay señales de que llegará en el próximo mes o algo así.
Las nuevas armas occidentales, como los tanques alemanes Leopard 2 y los vehículos estadounidenses que remueven minas, que podrían resultar críticas en los asaltos, están llegando a Ucrania. Miles de reclutas se están entrenando en unidades recién constituidas que están diseñadas para ofensivas. Y el comando militar está impidiendo a los soldados de élite participar en lo peor de los combates en el este, en la ciudad de Bajmut y sus alrededores, para lanzarlos a la campaña que se avecina.
Después de más de un año en guerra, Ucrania está curtida por la batalla. “Estamos cubiertos con 3 centímetros de piedra”, dijo en una entrevista reciente un combatiente, el teniente Ilya Samoilenko.
Pero esa dureza ha tenido un alto costo. Ucrania ha perdido a miles de sus combatientes más experimentados. Ahora Samoilenko, un comandante veterano y sobreviviente del asedio de la ciudad de Mariúpol, usa su experiencia para entrenar a nuevos reclutas.
Cuando comience la nueva campaña de Ucrania será una prueba de la capacidad de su Ejército para rearmarse y reconstituir batallones al tiempo que mantiene la motivación y las habilidades de maniobra que le dieron una ventaja en las tres contraofensivas anteriores.
El momento es crítico. El éxito de Ucrania en las batallas sobre las llanuras del sureste mostraría al mundo el declive del poderío militar ruso, aliviaría las preocupaciones de que la guerra se ha convertido en un atolladero y quizá propicie que los aliados de Ucrania envíen más armas y dinero a Kiev en la guerra.
El apoyo occidental ha sido sustancial hasta ahora, pero no está garantizado. Por ejemplo, se espera que el presupuesto de Estados Unidos para asistencia militar se agote al llegar septiembre, y un alto funcionario de defensa estadounidense describió hace poco a la última porción de proyectiles de artillería y cohetes enviados a Ucrania como un “último esfuerzo”.
Cliff Kupchan, presidente del Eurasia Group, una firma de evaluación de riesgo político en Washington, dijo en una entrevista que “el punto clave a los ojos de las élites de Washington —que son el juez y el jurado en esto— es que se debe considerar que Ucrania haya ganado un territorio significativo en la próxima ofensiva”.
Los desafíos son abrumadores.
Los oficiales ucranianos tendrán que coreografiar asaltos de artillería, infantería y vehículos blindados que atraviesan trincheras rusas, trampas para tanques y campos minados. En el sur, las unidades rusas han estado construyendo posiciones defensivas desde que fueron expulsadas de la región de Jersón en noviembre. Los tanques occidentales sofisticados, con mejor capacidad de supervivencia y mayor potencia de fuego, serán fundamentales para desarraigar esas posiciones.
Antes de la invasión rusa del año pasado, Ucrania tenía un Ejército permanente de cerca de 260.000 soldados y rápidamente aumentó a casi un millón de personas armadas en varias ramas de los servicios de seguridad y militares. Según estimaciones occidentales, unos 100.000 soldados ucranianos murieron o resultaron heridos el año pasado. Ucrania no ha revelado qué tan grande será la fuerza que destinará a la contraofensiva.
Se estima que Ucrania planea abrir una brecha a través del territorio ocupado por Rusia a lo largo de las costas de los mares Negro y Azov en el sur, cerca de Crimea, buscar una represalia que resulte humillante en los combates en la región oriental del Donbás o ambas cosas.
En caso de que las armas y las tropas entrenadas lleguen a su lugar a tiempo, Ucrania tendría la capacidad de infligir pérdidas al Ejército ruso que podrían tener consecuencias geopolíticas de gran alcance, dijo en una entrevista telefónica Evelyn Farkas, directora del Instituto McCain.
Farkas planteó un resultado que alguna vez fue impensable: Ucrania podría convertir a Rusia en una potencia militar debilitada en Europa del Este con poca influencia en las negociaciones para poner fin a la guerra.
“A la gente le falta imaginación”, dijo Farkas. “Solo vislumbran lo que ven ahora”.
Pero mucho podría cambiar con la llegada al frente del nuevo armamento occidental y las decenas de miles de soldados ucranianos que han estado entrenando para la operación en casa y en Europa, según explicó Farkas.
Aun así, el éxito no está asegurado. Los aliados han demorado en enviar armamento y los soldados han tenido que conformarse con cursos intensivos en tácticas de asalto.
“Hay mucho que aprender en poco tiempo”, dijo Rob Lee, analista militar del Instituto de Investigación de Política Exterior, quien advirtió que “tendrán que irse antes de obtener todo el equipamiento”.
El armamento y el equipamiento para abrir brechas en las trincheras y cruzar campos minados están llegando a su destino, aunque no está claro si la cantidad es suficiente.
El Ejército ucraniano publicó fotografías en Twitter de vehículos blindados de transporte de personal Stryker y Cougar de Estados Unidos, vehículos blindados Marder de Alemania, así como tanques Challenger del Reino Unido. La semana pasada, el personal ucraniano que operará los misiles de defensa aérea Patriot terminó su entrenamiento en Estados Unidos, dijo el Pentágono.
Prepararse para la contraofensiva ha tenido un costo.
Rusia ha utilizado convictos y mercenarios para desgastar al enemigo en la lucha de meses en Bajmut y llevó al límite a los agotados y maltratados soldados ucranianos. Ucrania ha tratado de evitar morder el anzuelo, desplegando unidades voluntarias de Defensa Territorial y retrasando las rotaciones.
Por ejemplo, el pueblo de Oleksandro-Shultyne, en uno de los flancos de la batalla por Bajmut, está defendido ahora por el Ejército de Voluntarios de Ucrania, una unidad que combina voluntarios civiles con soldados alistados.
El pueblo es un retablo de ruinas, barro y nieve. Durante meses, olas aparentemente interminables de soldados rusos emprendieron asaltos y el comandante local, conocido por el apodo de Sokil, o Halcón, admitió que sus soldados habían sido asesinados y obligados a ceder terreno en los meses mientras Ucrania luchaba a la defensiva.
Pero no parecía para nada desanimado.
“Concentraron sus fuerzas aquí”, dijo sobre el Ejército ruso. “¿Qué significa eso? Que atacaremos en otro lugar. Y tenemos todas las posibilidades de hacerlo ahora”.
Los analistas militares aseguran que en la contraofensiva es probable que Ucrania ejecute intensos bombardeos de artillería a lo largo de un estrecho tramo del frente de batalla y que después de estos vendrán equipos de desminado y ataques con tanques.
En general, se espera que Ucrania ataque en el sur, donde el terreno varía desde campos de cultivo abiertos de par en par, con solo algunos árboles para cubrirse, hasta pueblos y aldeas. Un avance de unos 80 kilómetros sobre la estepa, desde el frente de batalla actual hasta la ciudad de Melitópol, que está bajo ocupación rusa, dividiría el territorio controlado por Rusia en dos zonas, cortaría las líneas de suministro y pondría a la artillería ucraniana al alcance de las bases rusas en la península de Crimea.
Preparar a nuevos reclutas para que remplacen a los soldados muertos, heridos y exhaustos ha tomado meses. Decenas de miles de nuevos reclutas han recibido capacitación en Europa y dentro de Ucrania, incluso en las recién formadas unidades de la Guardia Ofensiva. Unos 35.000 ucranianos se han inscrito en las unidades de asalto.
Pero la moral, un ámbito en el que los combatientes ucranianos mantuvieron una ventaja durante gran parte de la guerra, se está convirtiendo en un desafío cada vez mayor. En una docena de entrevistas recientes, los soldados en posiciones cercanas a Bajmut o los que salen brevemente de la intensidad de los combates callejeros, expresaron su consternación por la escala de violencia y muerte.
“Nunca es un mar en calma”, dijo Masik, un sargento que estaba a cargo de una posición al sur de Bajmut, al referirse a su estado de ánimo. “Sube y baja. Quiero ver a mi familia, a mis hijos”.
c.2023 The New York Times Company