En algunos consultorios ya no es necesario pesar a los pacientes
Aun cuando ya tenía más de 30 años, Xanthia Walker rara vez iba al médico, ni siquiera cuando necesitaba atención. No quería subirse a la báscula.
Cuando iba a médico (para tratarse un dolor del nervio ciático o para que le dieran antibióticos) de alguna manera la conversación siempre giraba en torno a su peso.
“Incluso cuando acudía por una migraña, la respuesta era: ‘Bueno, si adelgazaras probablemente desaparecería’”, recuerda.
Eso cambió cuando Walker, de 40 años y residente en Phoenix, encontró un nuevo médico. Natasha Bhuyan rechaza lo que ella llama el modelo de medicina “centrado en el peso”.
En cambio, está a favor de un enfoque “inclusivo del peso” que reconoce que las personas tienen formas y tamaños diferentes y que el número de la báscula no predice necesariamente el estado de salud.
“Cuando una persona entra, lo primero que no hacemos es ver cuánto pesa”, dijo Bhuyan, quien es vicepresidenta de atención en consulta y directora médica nacional de One Medical, un consultorio de medicina familiar propiedad de Amazon.
“Hacemos que regresen al consultorio, nos sentamos en la sala de examinación y solo hablamos con ellos”, explicó. “Es un cambio de paradigma: si creemos que necesitamos revisar su peso, les pedimos su autorización”.
Esta estrategia sigue siendo controvertida para muchos médicos. A los estudiantes de medicina se les enseña que el peso de un paciente es uno de los signos vitales que deben comprobarse en cada consulta médica, como la presión arterial.
Y contradice por completo la creencia profundamente arraigada de que los pacientes pueden controlar su peso si se lo proponen.
Los críticos señalan que la obesidad es la principal preocupación sanitaria en Estados Unidos, ya que aumenta los casos de diabetes tipo 2 e hipertensión, además de contribuir a las enfermedades cardiacas, los accidentes cerebrovasculares y algunos cánceres. En su opinión, los médicos deberían abordar el peso como la principal prioridad.
Ignorar el peso de un paciente es perder una oportunidad, aseguró Caroline M. Apovian, codirectora del Centro de Control del Peso y Bienestar del Hospital Brigham y de la Mujer de Boston.
“Puedo entender que esto se hiciera hace 10 o 20 años, pero ¿ahora? Ahora que disponemos de estos magníficos tratamientos nuevos, ¿por qué hacerlo?”, se preguntó Apovian, refiriéndose a los nuevos y potentes fármacos para perder peso y a la cirugía bariátrica.
En todo caso, dijo, los médicos deberían centrarse en la obesidad del paciente antes que en las afecciones médicas que suelen acompañarla.
“Si los proveedores de atención primaria de todo el país pueden abordar primero la obesidad y tratarla, entonces a largo plazo vamos a reducir la incidencia de todos estos otros problemas”, afirmó.
Pero los médicos que evitan la toma rutinaria del peso creen que en la formación médica se ha insistido demasiado en la relación entre el exceso de peso y las enfermedades crónicas perjudiciales.
Decirles a los pacientes que están gordos es casi una garantía de que se alejarán de la atención médica, al tiempo que hace poco por mejorar su salud, afirman.
Y las investigaciones demuestran que mantener un peso óptimo no es cuestión de fuerza de voluntad. El peso de una persona también es producto de la genética, las experiencias de la primera infancia y otros factores ambientales y sociales.
Nuevos medicamentos como el Ozempic están desafiando la mentalidad tradicional de los profesionales médicos al demostrar que la biología puede importar más que la fuerza de voluntad.
“Como parte de un examen médico anual, sin duda habrá un momento en el que quiero conocer el peso del paciente, pero lo que busco es una gran fluctuación en un sentido u otro”, afirmó Alexa Mieses Malchuk, vocera de la Academia Estadounidense de Médicos de Medicina Familiar.
Una oscilación importante podría indicar déficits nutricionales, un trastorno endocrino o una neoplasia maligna, dijo. Pero la toma rutinaria de peso en cada consulta es “una mala práctica” y algo de lo que “algunas prácticas médicas se están alejando y de la que espero que todas se alejen”.
El Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos recomendó por primera vez el cribado de la obesidad en pacientes en 2012, diciendo que aquellos con un índice de masa corporal igual o superior a 30 deberían ser tratados con “intervenciones conductuales intensivas compuestas de varios elementos”.
El grupo de trabajo, que se enorgullece de elaborar directrices basadas en pruebas, reconoció en su momento que no había muchas pruebas que demostraran que las intervenciones tuvieran un impacto en la salud a largo plazo. No obstante, el cribado se ha consagrado en la práctica médica.
Siempre ha habido médicos que se han adherido al planteamiento de “salud a cualquier talla”. Pero recientemente, varios grandes consultorios han eliminado la toma rutinaria del peso en todas las consultas para los pacientes adultos y las mujeres que no están embarazadas.
One Medical, que tiene más de 200 consultorios en todo el país, es uno de los grupos que ha dejado de pesar a sus pacientes. Su aplicación se ha desarrollado incluso de forma que las personas puedan ocultar su peso si no quieren verlo, Explicó Bhuyan (Malchuk también trabaja para el grupo).
Según Bhuyan, los cambios recientes en One Medical están motivados en parte por un creciente número de investigaciones que indican que la toma rutinaria del peso avergüenza a muchos pacientes, lo que aumenta la probabilidad de que eviten regresar al consultorio en el futuro.
Uno de los primeros estudios de este tipo, realizado en 2006, encuestó a cerca de 500 mujeres blancas y afroamericanas para averiguar qué les impedía someterse a las pruebas de detección de los cánceres ginecológicos.
Las mujeres obesas fueron las que más retrasaron las revisiones, en comparación con las que tenían sobrepeso, a pesar del mayor riesgo de cáncer asociado a la obesidad. Según el estudio, publicado en la revista International Journal of Obesity, el porcentaje que evitaba la atención aumentaba al mismo ritmo que aumentaba el peso corporal.
Las mujeres que evitaron la atención médica manifestaron que les daba vergüenza subirse a una báscula por las actitudes negativas de los profesionales de la salud y por la probabilidad de recibir consejos no solicitados sobre cómo perder peso.
Un estudio más reciente de 384 mujeres, publicado el año pasado en la revista Annals of Family Medicine, descubrió que casi una tercera parte de las participantes afirmó que se habían negado a que las pesara un médico o un asistente debido al impacto negativo en sus emociones, autoestima o salud mental.
“La gente evita la atención médica para evitar la báscula, por muchas razones”, aseguró Ginny Ramseyer Winter, autora de ese estudio y profesora asociada de la Universidad de Minnesota.
“No quieren ver el número. Y a veces se pierden de una atención preventiva que puede salvarles la vida, tan solo porque no quieren que se les pese”, concluyó.
c.2024 The New York Times Company