Algunos conservadores creen que Trump no se comporta como cristiano, pero otros lo creen un héroe

Durante ocho años, Donald Trump ha logrado asegurarse el apoyo de muchos cristianos evangélicos y conservadores a pesar de que frecuentemente su comportamiento pareció ir contra las enseñanzas de Cristo en los Evangelios.

Aunque algunos observadores consideraron inicialmente que Trump y los cristianos evangélicos y conservadores formaban una alianza insostenible, las cosas son diferentes ahora.

Ciertos cambios adoptados en Estados Unidos durante la presidencia de Trump, en particular los nombramientos que llevaron a la Corte Suprema hacia la derecha, han solidificado ese apoyo. Ahora Trump es el claro favorito para la nominación presidencial republicana de 2024, incluso después de que recientemente fue declarado responsable de abusar sexualmente de una mujer de Nueva York en 1996 e imputado en un caso penal relacionado con pagos secretos a una actriz porno.

Robert Jeffress, el pastor de una megaiglesia evangélica en Dallas, ha sido un firme defensor de Trump desde su primera campaña para presidente y lo sigue respaldando incluso mientras rivales como el senador de Carolina del Sur Tim Scott y el exvicepresidente Mike Pence pregonan su fe cristiana.

“Los cristianos conservadores siguen apoyando abrumadoramente a Donald Trump por sus políticas bíblicas, no por su religiosidad personal”, explica Jeffress a The Associated Press en un correo electrónico. “Son lo suficientemente inteligentes como para saber la diferencia entre elegir un presidente y elegir un pastor”.

“En muchos sentidos, los cristianos sienten que están en una guerra cultural existencial entre el bien y el mal, y quieren un guerrero que pueda ganar, como Donald Trump”, agrega Jeffress.

En el suroeste rural de Missouri, el pastor Mike Leake de Calvary of Neosho —una iglesia bautista del sur— dice que el apoyo a Trump dentro de la congregación mayoritariamente conservadora parece fortalecerse cuanto más se lo critica e investiga.

“Los convence aún más de su retórica de que existe un complot de la izquierda para socavar nuestra nación”, comenta Leake. “Entonces, si todos los de la izquierda odian a Trump, bueno, debe estar en algo (bueno)”, añade.

Leake admite que muchos de los miembros de su congregación que apoyan firmemente a Trump “no son nuestros miembros más dedicados”.

“Cada vez que hemos visto a alguien ir a tope con MAGA, los perdemos”, añade Leake en alusión a las siglas en inglés del eslogan de campaña “Hagamos grande a Estados Unidos otra vez” de Trump. “La asistencia y la participación disminuyen. Las donaciones disminuyen. Todo se consume, al igual que con cualquier otro ídolo”.

Robert Franklin, profesor de liderazgo moral en la Facultad Candler de Teología de la Universidad Emory en Atlanta, cree que Trump se ha beneficiado de la percepción entre algunos de sus seguidores de que él está sufriendo por defenderlos a ellos.

“Cuanto más se queja de la persecución, más personas se esfuerzan por apoyarlo y algunos luchan por él y hacen sacrificios personales (de dinero y libertad) para su avance”, escribió Franklin en un correo electrónico.

Franklin también recalca que algunos evangélicos, desde principios de su presidencia, han comparado a Trump con Ciro el Grande, el rey persa que, según la Biblia, permitió que los judíos regresaran a Israel desde su exilio en Babilonia.

“Este es un recurso poderoso, el hombre malo que hace posibles las cosas buenas, y, por lo tanto, es alabado como un héroe”, señala Franklin. “Por desgracia, según esta narrativa, Trump literalmente no puede hacer nada malo. Sus errores son aciertos. Ningún otro político consigue ese tipo de aprobación”.

A los ojos de muchos evangélicos, los grandes logros de Trump incluyen el traslado de la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén y, especialmente, el nombramiento de tres jueces para la Corte Suprema que ayudaron a derogar el derecho constitucional al aborto en todo el país y ampliar las protecciones a la libertad religiosa en varios casos que involucran a cristianos conservadores.

Trump se afana en pregonar su historial de acciones que dice que se han basado en la fe.

“Ningún presidente ha luchado tanto por los cristianos tanto como yo”, aseguró en la gala Faith & Freedom celebrada en junio en Washington, D.C. “Lucharé duro hasta que esté de vuelta detrás de ese escritorio en la Oficina Oval”.

Los resultados políticos son ampliamente vistos como la clave del apoyo evangélico a Trump.

“Estoy seguro de que muchos cristianos en el movimiento MAGA creen sinceramente que Trump ha sido ‘ungido’ para este propósito: lograr ciertos resultados políticos que ellos deseaban”, manifiesta Robert Millies, un erudito católico con sede en Chicago y cuyos libros incluyen “Good Intentions: A History of Catholic Voters’ Road from Roe to Trump” (“Buenas intenciones: una historia del camino de los votantes católicos, desde Roe hasta Trump”).

“En realidad el apoyo a Trump es, al final, un cálculo cínico relacionado con el poder, uno que tiene la justificación bíblica más débil posible”, agrega Millies.

En febrero de 2017, apenas dos semanas después de que Trump tomó posesión, el padre Peter Daly, un sacerdote católico jubilado de la Arquidiócesis de Washington, escribió una columna para el National Catholic Reporter titulada “El evangelio de Donald Trump no es el evangelio de Jesús”.

Daly describió a Trump como un bravucón sin caridad, propenso a mentir, carente de empatía y tolerancia. “Él ve a cada oponente como alguien a quien gritar o maltratar”, escribió Daly. “Él no es un conciliador”.

Seis años más tarde, Daly sigue tratando de comprender por qué tantos cristianos conservadores siguen defendiendo a Trump a pesar de su comportamiento y una retórica “que son la antítesis de todo lo que ellos representan”.

Algunos pastores que apoyan a Trump han disfrutado la proximidad al poder durante visitas a la Casa Blanca o eventos políticos especiales, señala Daly.

Y algunos cristianos de zonas rurales y raza blanca “sienten que nadie habla por ellos”, agrega Daly. “Dicen: ‘Aquí está Donald Trump. Será nuestro campeón’... No tiene nada que ver con ser cristiano. Es la política del agravio”.

Serene Jones es presidenta de la organización Union Theological Seminary en Nueva York, que se describe a sí misma como “una institución religiosa progresista con muchos estudiantes LGBTQ”.

A la pregunta de por qué la popularidad de Trump entre los cristianos conservadores, Jones evoca las numerosas victorias recientes de las causas evangélicas y conservadoras en los tribunales y las legislaturas estatales controladas por los republicanos.

“Nuestra nación está viendo una racha de ataques contra los derechos reproductivos, los derechos LGBTQ+ y la separación de la Iglesia y el Estado”, escribe Jones en un correo electrónico. “Aunque ciertos cristianos evangélicos pueden albergar cierta incomodidad con determinados políticos, pueden creer que estos éxitos sociales y políticos superan con creces las preocupaciones”.

En Iowa, donde el apoyo evangélico es crucial en las asambleas que inician el proceso de nominación del Partido Republicano, Trump parece mucho mejor posicionado que en 2016.

Una encuesta del diario Des Moines Register de Iowa realizada en marzo encontró que el 58% de los evangélicos lo veían favorablemente, en comparación con el 19% antes de las asambleas electorales de 2016.

“El presidente Trump ha defendido los valores que apreciamos”, declaró en abril Brad Sherman, pastor de Williamsburg, Iowa, a The Associated Press. “Entonces debemos orar por él para que su vida personal esté en línea con eso”.

Tan fuerte como es el apoyo de Trump entre los cristianos conservadores, algunas figuras prominentes en esos rangos están buscando alternativas en la campaña republicana.

El reverendo Albert Mohler, presidente del Seminario Teológico Bautista del Sur, respaldó a Trump en 2020, pero dijo recientemente en su programa de radio que ya tiene suficiente.

“Los cristianos comienzan con la clara verdad bíblica de que ningún ser humano pecador tiene un carácter perfecto, pero incluso cuando clasificamos a los presidentes en una curva, algunos se destacan como particularmente carentes de carácter”, afirma Mohler. “Donald J. Trump es sin duda uno de esos presidentes”.

“No quiero que Donald J. Trump sea el candidato republicano de 2024”, agrega Mohler. “Simplemente carga con demasiado... Un estadista se daría cuenta de ese hecho y le daría paso a que alguien más tome la iniciativa. Eso no parece probable”.

Trump fue criado como presbiteriano, pero le dijo a Religion News Service en 2020 que había pasado a identificarse como cristiano sin denominación. No ha afirmado ser miembro de ninguna congregación en particular, y durante su presidencia casi no asistió a servicios de adoración.

Cuando estaba en Florida, Trump a veces asistía a una iglesia episcopal en Palm Beach para los servicios de Pascua y Nochebuena. Durante la campaña electoral, ha visitado iglesias de varias denominaciones, incluidas algunas de la nueva era, de las que acostumbran música y baile.

Jeffress, el pastor de la megaiglesia de Dallas, admira a Trump como luchador político. Sin embargo, Jeffress señala que luego de ocho años de amistad, “he visto un lado de él que mucha gente raras veces ve. Lo he visto interactuar con extraños, así como con su propia familia, con calidez y amabilidad”.

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Los periodistas de The Associated Press Thomas Beaumont en Iowa y Jill Colvin en Washington, D.C., contribuyeron para este reportaje.

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