Sin consenso en la región, cinco países presentaron candidatos para competir por la presidencia del BID

Cecilia Todesca
Cecilia Todesca - Créditos: @Fabián Marelli

WASHINGTON.- Sin consenso para impulsar un candidato común, cinco países de América latina y el Caribe presentaron postulaciones para competir por la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), un escenario que augura un febril entramado de negociaciones entre los principales gobiernos de la región y Washington para terminar de dirimir quién quedará al frente del principal banco de desarrollo del hemisferio.

El ministro de Economía, Sergio Massa, había dicho en su último viaje a Washington que la aspiración de la Argentina, Brasil y México, los principales accionistas del banco del cono sur, era acordar un plan de acción y un candidato de consenso para sustituir a Mauricio Claver-Carone, quien fue despedido por haber mantenido una relación romántica con su jefa de gabinete a quien le aumentó el sueldo más de un 40%, según una investigación independiente, en contra de las reglas del banco. Pero al final, cada país terminó presentando a su propio candidato, el gobierno de Gabriel Boric de Chile se sumó a la pelea, y Trinidad y Tobago puso un nombre a última hora en nombre del Caribe.

El resultado: América latina igualará el récord de 2005, cuando se eligió al sucesor de Enrique Iglesias, y también se presentaron cinco candidatos. Ese año, Brasil, Colombia, Perú, Nicaragua y Venezuela buscaron la presidencia. Luis Alberto Moreno, de Colombia, antecesor de Claver-Carone, se quedó con el cargo.

La Asamblea de Gobernadores del BID votó por unanimidad a favor de poner punto final a la gestión de Claver-Carone
La Asamblea de Gobernadores del BID votó por unanimidad a favor de poner punto final a la gestión de Claver-Carone

El escenario de fragmentación regional abre ahora un período incierto de negociaciones cruzadas hasta el día de la elección, el 20 de noviembre, para terminar de dilucidar quién se quedará finalmente con el timón del BID. En esa rosca regional será decisivo el papel del gobierno de Joe Biden: Estados Unidos es el principal accionista del BID con un 30% de poder de voto, seguido por la Argentina y Brasil, con un 11,3% cada uno, y México, con un siete por ciento. Un candidato debe obtener una mayoría del poder de voto de los países miembros, y contar con el respaldo de al menos 15 de los 28 países regionales para ser electo presidente.

El gobierno de Jair Bolsonaro de Brasil anotó a Ilan Goldfajn, actual director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), quien se tomó licencia hasta la elección. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador de México desistió de postular a Alicia Bárcena –no tenía apoyo en Washington por su abierto respaldo al chavismo y al castrismo– y anotó el miércoles a Gerardo Esquivel, vicegobernador del Banco Central. Boric nominó a Nicolás Eyzaguirre, quien fue ministro de Finanzas de Michelle Bachelet. El viernes, la Argentina presentó a Cecilia Todesca Bocco, y Trinidad y Tobago, a Gerard Johnson.

El gran favorito en Washington de ese lote es el candidato de Brasil, Ilan Goldfajn, actual director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero la fortaleza de su candidatura quedó envuelta en una anomalía política: Goldfajn fue propuesto por el ministro de Finanzas brasileño, Paulo Guedes, a fines de octubre, antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil. La victoria de Lula generó incertidumbre acerca de si Goldfajn podía llegar a ser el candidato del consenso de la región sin un apoyo explícito de Lula, al haber sido propuesto por el gobierno de Bolsonaro, un mandatario enfrentado con el gobierno de Joe Biden –donde se vería con buenos ojos la candidatura de una mujer– y buena parte de América latina, que giró a la izquierda, quien además dejará el Planalto a principios del año próximo.

Goldfajn dijo en una entrevista con la agencia de noticias EFE que tenía respaldo dentro del gobierno electo. “He estado en Brasil, con todos los que hablé, hablé con mucha gente de todos los partidos, también del partido que fue elegido y todos me han dicho que tengo su apoyo, todos piensan que es el momento de un candidato brasileño porque nunca hubo”, afirmó.

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Pero Guido Mantega, quien fue ministro de Finanzas de Lula, reconoció que hizo gestiones ante el gobierno de Biden, Colombia, Argentina y México para intentar postergar la elección, algo prácticamente imposible: las reglas del BID no lo permiten, y para hacerlo debería intervenir la Asamblea de Gobernadores.

La movida de Mantega fue leída como una señal nítida de que Goldfajn no cuenta con un respaldo pleno del futuro gobierno. En el equipo de Lula hay divisiones respecto de su nominación: el ala moderada y tecnócrata lo ve con buenos ojos, pero el ala política preferiría llevar a un desarrollista nato. Dada la gravitación regional de Lula, en Washington existe la percepción de que una señal de respaldo a Goldfajn le brindará un impulso más que suficiente para asumir al frente del BID. Lula ha guardado silencio.

Si Goldfajn no logra reunir el respaldo necesario, los dos candidatos que aparecen detrás son Eyzaguirre, de Chile, quien ocupó el mismo cargo en el FMI que ahora tiene Goldfajn, y Esquivel, el candidato de López Obrador.

Todesca es la única mujer entre los candidatos, pero aparece con escasísimas posibilidades dada su limitada experiencia –relativa al resto de los candidatos– en organismos internacionales.