Cuando congelar esperma es una declaración patriótica

Halyna Strelko, a la izquierda, doctora de la clínica IVF en Kiev, Ucrania, el 21 de marzo de 2023. (Laetitia Vancon/The New York Times)
Halyna Strelko, a la izquierda, doctora de la clínica IVF en Kiev, Ucrania, el 21 de marzo de 2023. (Laetitia Vancon/The New York Times)

La pareja soñaba con una gran familia. Tendrían cinco hijos con el pelo rizado de su padre, su sonrisa y sus ojos soñadores. Enseñarían a los niños a pintar y hacer cerámica y los llevarían a dar largos paseos por los bosques cercanos a su ciudad natal, Slóviansk, en el este de Ucrania.

Luego, Rusia invadió su país y echó por tierra sus planes. El marido, Vitaly Kyrkach-Antonenko, se alistó como voluntario y murió en el campo de batalla cuando su mujer, Nataliya, tenía tres meses de embarazo de su primer hijo.

Ahora, aún de luto, dice que no renunciará a su sueño. Pretende dar hermanos a su primogénito. Como otros cientos de soldados ucranianos, su marido congeló su esperma antes de volver a la batalla con la esperanza de que, si no llegaba a casa, aún pudiera transmitir sus genes.

“Vitaly”, dijo su esposa, “será el padre de todos nuestros futuros hijos”.

Para muchos ucranianos, la idea de guardar el esperma de los soldados es a la vez personal y patriótico. Ayuda a los hombres que quieren asegurarse de que si mueren quede algo de ellos y reconforta a sus parejas. En un país famoso ahora por su espíritu de resistencia, es también una forma más de contratacar. Deja abierta la posibilidad, al menos, de preservar el linaje ucraniano, incluso cuando el Kremlin insiste en que el Estado ucraniano (y, por extensión, los ucranianos como pueblo independiente) es una ficción.

El concepto de negar ese tipo de invalidación ha calado lo suficiente como para que el Parlamento esté debatiendo un proyecto de ley que haría que el Estado cubra los gastos de que los soldados congelen su esperma.

Una embrióloga de la clínica de fertilidad IVMED en Kiev, Ucrania, el 21 de marzo de 2023. (Laetitia Vancon/The New York Times)
Una embrióloga de la clínica de fertilidad IVMED en Kiev, Ucrania, el 21 de marzo de 2023. (Laetitia Vancon/The New York Times)

“Se trata de una continuación de nuestra reserva genética”, afirma Oksana Dmytriieva, la legisladora ucraniana autora del proyecto de ley, que ya ha superado un obstáculo para su aprobación en una votación inicial.

Varias clínicas ya comenzaron a ofrecer el servicio sin costo y asumen los gastos. Y Nataliya Kyrkach-Antonenko se ha convertido sin proponérselo en una especie de modelo para la causa, ya que utiliza su página de Facebook para animar a los soldados varones y a sus esposas a que se den la opción de formar una familia, pase lo que pase en el campo de batalla.

“El mundo moderno nos permite dar a luz y criar a los hijos de nuestros seres queridos caídos, los seres humanos más valientes de este mundo”, escribió. “Criarlos dignos de su padre, con el mismo amor por Ucrania y darles la oportunidad de vivir en el país por el que su padre derramó su sangre”.

Estos mensajes de resistencia parecen haber llegado también a Rusia.

Una periodista pro-Kremlin, Olga Skabeeva, dijo hace poco en la televisión estatal rusa que la congelación de esperma de los soldados equivalía a “experimentos genéticos para construir una nación”.

“Con la ayuda de la selección artificial”, advirtió, “se criará todo un ejército de ucranianos seleccionados con un mayor nivel de rusofobia”.

Natalya Tolub, vocera de la clínica de fertilidad IVMED en Kiev, capital de Ucrania, dijo en un correo electrónico que las declaraciones de la reportera eran una señal de que los ucranianos habían dado en el blanco. “Éxito”, escribió.

Su clínica congela el esperma de cerca de diez soldados a la semana.

A pesar de la valentía de los ucranianos ante la adversidad, los expertos dicen que Ucrania no puede reconstruir su población, ya en declive desde antes de la guerra, con esperma congelado para los embarazos. Pero Jay Winter, historiador jubilado de la Universidad de Yale, comentó que esta acción tiene otros motivos.

Al ofrecerse no solo a morir por Ucrania, sino también a procurar una nueva vida, los soldados estaban haciendo una declaración, mostrando su compromiso con la supervivencia nacional. “Y la supervivencia de la nación ucraniana”, dijo, “es de lo que trata esta guerra”.

Resulta difícil calcular el número exacto de ucranianos que han congelado su esperma, pero Oleksandr Mykhailovych Yuzko, médico y presidente de la Asociación Ucraniana de Medicina Reproductiva, comentó que las solicitudes han aumentado en las clínicas de todo el país.

Dijo que esperaba que el esperma no solo lo utilizaran algunas viudas, sino también mujeres cuyos maridos sufrieran lesiones, físicas o mentales, que los dejaran impotentes. Agregó que el gobierno tenía que hacer más para ayudar a las mujeres a tener hijos de soldados, lo cual haría si también cubre el costo de los procedimientos de reproducción asistida.

“La primera parte es preservar las células reproductivas. La segunda es la restauración del potencial reproductivo de Ucrania”, comentó.

La idea de congelar el esperma de los soldados no es nueva. Durante las guerras de Irak y Afganistán, varias empresas criogénicas ofrecieron el servicio a los soldados estadounidenses de forma gratuita. En Israel, las familias de los soldados caídos han ido más lejos, con la lucha para sacar adelante un proyecto de ley que permitiría a una familia utilizar el esperma extraído del cuerpo de un soldado muerto para procrear, a menos que él se hubiera opuesto previamente. Los críticos en Israel califican el concepto de orfandad planificada.

Petro Patij, médico de una clínica de fertilidad de la ciudad ucraniana occidental de Lutsk, dice que muchos de sus clientes siguen siendo parejas que acuden a consultas de planificación familiar o para resolver problemas de fertilidad, pero ahora se siente obligado a preguntar también a los hombres si desean congelar su esperma.

“Es muy duro”, dice Patij. “Quieren oír algo optimista y tienes que proponerles congelar esperma porque uno de ellos podría morir mañana”.

Y para algunas viudas, dar a luz a los hijos de sus parejas fallecidas no es fácil.

Nadiia Lytovchenko es una de esas viudas que pasan por un mal momento.

La invasión del año pasado comenzó cuando celebraba su quinto aniversario de boda con su marido, Andrii. Para el final del verano, él estaba muerto, perdió la vida en una emboscada rusa y dejó a su esposa sola con un bebé y el esperma que había congelado unos años antes por temor a una escalada de las hostilidades con Rusia.

“Es difícil decidir y demasiado pronto para pensar en utilizar” su esperma, dijo Lytovchenko, que está sobrellevando su duelo, las dificultades financieras creadas por la muerte de su marido y la realidad de criar a su hijo sola.

“Pero es bueno saber que existe esta posibilidad”, agregó, antes de hacer una pausa. “Es bueno saberlo”.

c.2023 The New York Times Company