El comisionado de Miami, Joe Carollo, recibe por fin el escrutinio que merecía desde hace tiempo | Opinión

A pesar de su característica bravuconearía y la lista de abogados que le representan, el comisionado de Miami Joe Carollo está sudando la gota gorda.

Por fin, el poderoso comisionado —famoso por comportarse como un abusador de patio de escuela pero desde el Ayuntamiento— tiene que rendir cuentas ante un tribunal por intervenir en La Pequeña Habana como si fuera su feudo privado.

Finalmente se metió con las personas equivocadas —dos socios, William “Bill” Fuller y Martín Pinilla— que no permitieron que Carollo, ex alcalde de Miami, los acosara usando empleados de la cuidad en una campaña para que cerraran su popular restaurante-bar y sala de música Ball & Chain en la Calle Ocho.

Los dueños tomaron notas, fotos y videos, documentando la implacable persecución de Carollo después de que apoyaron a su oponente en las elecciones, y presentaron una demanda federal en 2018 contra él, alegando que abusó de su autoridad para atacarlos, violando sus derechos de la Primera Enmienda.

Hasta ahora, Carollo ha perdido todas sus acciones para evitar enfrentarse a sus actos.

Quería que el juicio se celebrara ante un jurado de Miami, más proclive a simpatizar con su eterna defensa: que todo es un complot comunista contra él.

Pero el juicio civil se fijó en el tribunal federal de Broward ante el juez federal Rodney Smith, para evitar jurados parciales y limitar la influencia política. El caso y su jurado de Broward, al que se proporciona transporte, se trasladó al tribunal federal de Miami debido a las inundaciones de nivel histórico en Fort Lauderdale.

Algunos atribuyen el mal tiempo al karma.

Carollo, Acevedo y Miami

El traslado trajo de regreso al ex jefe de policía de Miami Art Acevedo a la misma ciudad donde Carollo lo humilló y vilipendió públicamente —lo que acabó provocando su despido— para testificar sobre la posible conducta ilegal de Carollo en el cargo.

Acevedo, actual jefe de policía de Aurora, Colorado, fue el testigo estrella el martes en el juicio multimillonario.

El jefe de alto perfil ha sostenido durante mucho tiempo que, durante su breve mandato de seis meses, el comisionado ejerció presiones políticas para usar los recursos de la ciudad para perseguir a los propietarios de negocios que se cruzaban en su camino.

Su fijación eran las propiedades de Fuller y Pinilla, en funcionamiento o en construcción, como en el caso de una taquería de estilo mexicano.

Aunque los abogados de Carollo afirman que el jefe despedido tiene un interés personal, el ex jefe de policía de Miami demostró que puede mantenerse firme en el estrado.

Anticipándose a la otra coartada favorita de Carollo —que todo es una conspiración contra él porque es cubano—, dijo a los miembros del jurado: “Oh, sí, soy cubano, a pesar de lo que puedan haber oído aquí por parte del acusado”.

Lo más condenatorio, quizás, es que otros testigos de las fuerzas del orden respaldaron las afirmaciones de Acevedo sobre el supuesto comportamiento de Carollo.

También testificaron el predecesor de Acevedo, el ex jefe de policía Jorge Colina, y el subjefe de policía Richie Blom. Los ex-jefes confirmaron que Carollo tenía una obsesión persistente y particular por tomar medidas enérgicas, no solo contra Ball & Chain, sino también contra otras propiedades de La Pequeña Habana que eran propiedad de Fuller y Pinilla.

Blom, quien fue jefe de personal de Carollo, testificó que Carollo le ordenó salir del auto y medir la distancia desde la puerta principal de la propiedad de Fuller hasta una iglesia vecina.

La intención de Carollo: retirar la licencia de alcohol del club si estaba a menos de 150 pies, dijo Blom.

Colina testificó que, a pesar de la instigación pública de Carollo en una reunión de la Comisión Municipal de 2019 por la falta de actuación de la policía y la aplicación del código contra las propiedades de Fuller y Pinilla, no cedió a la presión política.

La semana pasada, el ex administrador de la ciudad de Miami, Emilio González, testificó sobre lo que dijo fue una relación cordial con Carollo, hasta que surgió el tema de Ball & Chain. También dijo que el comisionado puso la mira en empresas y propiedades de Fuller y Pinilla, y que la policía y los inspectores de código cumplieron con las demandas de Carollo por temor a represalias.

En esencia, todos han descrito un Miami dirigido por Carollo como si fuera un jefe de la mafia.

No es de extrañar que los puestos de jefe de policía y administrador de la ciudad sean perennes puertas giratorias.

Solo cabe esperar que la fiscal estatal de Miami-Dade, Katherine Fernández Rundle, a menudo criticada por no llevar a juicio casos de corrupción local, ponga atención a los testimonios que se prestan bajo juramento. Si se cometieron delitos, no puede permitirse el lujo de hacerse de la vista gorda.

Los tejemanejes del juicio

Tras testificar en el juicio el martes, Acevedo dijo que fue seguido por investigadores privados.

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¿Intimidación de testigos?

Acevedo, quien grabó a los hombres y los denunció a la policía de Coral Gables, cree que sí.

Un intento de “acosarme e intimidarme como testigo”, declaró al Herald.

“La integridad de nuestro sistema judicial depende de la protección a los testigos y otros participantes en el caso”, dijo en un comunicado. “Debe llevarse a cabo una investigación completa para descubrir la verdad sobre quién contrató a estos individuos y el motivo de sus acciones”.

Ellos dijeron a la policía que trabajaban para la fiscalía estatal, pero más tarde se retractaron.

¿No es ilegal mentir a la policía?

Han tenido que venir dos empresarios hartos de la corrupción —y un jefe de policía testigo estrella que no quiso seguir el juego a la habitual política tercermundista de la ciudad— para llevar ante la justicia lo que los electores deberían haber desmantelado en las urnas hace mucho tiempo: El control personal de Carollo sobre La Pequeña Habana.

La gente que vive y trabaja en el colorido enclave histórico, una vez imaginado como un vibrante Barrio Latino, no son juguetes que intimidar y manipular al antojo de Carollo ni de ningún otro político.