Comer tarde ni te quita el hambre ni va a hacer que quemes más calorías

Un nuevo estudio asocia comer tarde con el riesgo de obesidad, un menor gasto energético y menor saciedad. Foto: Getty
Un nuevo estudio asocia comer tarde con el riesgo de obesidad, un menor gasto energético y menor saciedad. Foto: Getty

Comer tarde nunca ha tenido buena fama. Ya en la inmortal obra de Cervantes, el caballero don Quijote recomendaba moderación a su escudero Sancho aconsejándole “come poco y cena aún más poco”. A esta cita cervantina se unen otras tantas como “Más mató la cena, que sanó Avicena” o, como escribía Camilo José Cela en la Colmena, “de grandes cenas están las sepulturas llenas”. Es cierto que la literatura universal o el refranero popular no siempre aciertan pero, en este caso, las investigaciones científicas apoyan mayoritariamente estas afirmaciones e indican que la hora en la que comemos es un factor decisivo en nuestros hábitos alimenticios.

Contamos con estudios anteriores que relacionan el comer tarde con el riesgo de obesidad, un aumento de la grasa corporal y un menor éxito en la pérdida de peso. Los profesionales de la salud y la nutrición son los primeros que desaconsejan los refrigerios a medianoche y, sin embargo, no existen demasiados artículos que hayan estudiado los efectos simultáneos de comer tarde sobre tres de los factores principales en la regulación del peso corporal y, por lo tanto, en el riesgo de obesidad: la regulación de la ingesta de calorías, la cantidad de calorías que se quema y los cambios moleculares en tejido graso… y esto es precisamente lo que ha investigado un equipo de científicos y médicos del Mass General Brigham, una red de hospitales sin fines de lucro con sede en Boston, que incluye al Hospital Brigham and Women's y al Hospital General de Massachusetts, dos de las instituciones de salud más prestigiosas de los Estados Unidos.

El objetivo primordial del estudio era descubrir cuán importante puede ser la hora en la que comemos cuando todo lo demás se mantiene constante. Para ello los investigadores se esforzaron por mantener una exhaustiva vigilancia de los participantes que pasaron por dos experimentos diferentes durante un periodo de seis días, con el sueño y la alimentación estrictamente controlados de antemano y, con varias semanas entre cada una de las pruebas. De esta manera, en el primer experimento los participantes se ajustaron a un horario estricto de tres comidas al día en los horarios normales: desayuno a las 9:00, almuerzo a las 13:00 y cena alrededor de las 18:00. En el otro experimento, las tres comidas se retrasaron varias horas, terminando con la cena alrededor de las 21:00. El control de los resultados se completó mediante muestras de sangre, formularios y otras mediciones.

Consecuencias en el metabolismo de la alimentación tardía | imagen Vujovic, N et al., Mass General Brigham
Consecuencias en el metabolismo de la alimentación tardía. Foto: Vujovic, N et al., Mass General Brigham

El título del artículo, publicado en Cell Metabolism, ya nos ofrece un buen adelanto de las conclusiones posteriores: La alimentación isocalórica tardía aumenta el hambre, disminuye el gasto energético y modifica las vías metabólicas en adultos con sobrepeso y obesidad.

En primer lugar, los resultados “revelaron que comer más tarde tuvo importantes efectos sobre el hambre y las hormonas reguladoras del apetito, la leptina y la grelina, que influyen en nuestro impulso por comer”. Específicamente, los niveles de la hormona leptina, que indica saciedad, se redujeron a lo largo de las 24 horas en la condición de alimentación tardía en comparación con las condiciones de alimentación temprana.

Por otro lado, cuando los participantes comieron más tarde, también quemaron calorías a un ritmo más lento y exhibieron la expresión del gen del tejido adiposo hacia un aumento de la adipogénesis y una disminución de la lipólisis, lo que promueve el crecimiento de grasa. Según los propios investigadores, “estos hallazgos muestran mecanismos fisiológicos y moleculares convergentes que subyacen en la correlación entre comer tarde y un mayor riesgo de obesidad”.

Los resultados parecen claros y confirman las conclusiones de trabajos anteriores, sin embargo es importante recalcar algunas de las lagunas del estudio, empezando por el reducido número de participantes (tan solo 16 voluntarios). También es destacable que esta cohorte de estudio tan solo incluyó cinco participantes femeninas y, aunque se tuvieron en cuenta estas diferencias, el número sigue siendo bajo. Conscientes de estas cifras, y como viene siendo habitual, los propios investigadores recomiendan más estudios en el futuro con un número de participantes más elevado y con un mayor número de mujeres.

Referencias científicas y más información:

Vujovic, N et al. “Late isocaloric eating increases hunger, decreases energy expenditure, and modifies metabolic pathways in adults with overweight and obesity” Cell Metabolism, 2022, DOI: 10.1016/j.cmet.2022.09.007.

Brigham and Women’s Hospital “Eating Late Increases Hunger, Decreases Calories Burned, and Changes Fat Tissue”.

David Nield “Eating Late Can Change How You Burn Calories And Store Fat, Depressing Study Finds” Science Alert.

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