Las claves científicas tras la explosión en la mina de Asturias: ¿Qué es el gas grisú?
Cinco mineros, de entre 32 y 54 años de edad y originarios de la provincia de León, han fallecido tras una grave explosión en la mina de Cerredo, localizada en el concejo de Degaña, Principado de Asturias. Otros cuatro trabajadores continúan hospitalizados -dos de ellos en la UCI- y solo otro par más consiguió escapar de la explosión, presuntamente provocada por la deflagración de una bolsa de gas grisú.
Los investigadores continúan analizando las causas del siniestro, uno de los más graves en el sector de la minería española en los últimos 12 años. Según los datos proporcionados por el Ministerio de Transición Ecológica en su último informe de siniestralidad minera, hay que remontarse hasta el año 2013 para encontrar una cifra anual de fallecidos más alta en explotaciones subterráneas.
Esta mina de carbón de hulla fue abierta originariamente en 2009 y pasó por varias manos empresariales hasta cerrar en 2018. El interés renovado de la Comisión Europea por los recursos minerales ha provocado su reapertura, siete años después. Los 11 trabajadores se encontraban en la planta tercera de la instalación minera en el momento del accidente.
Según ha confirmado en una entrevista reciente con 'TVE' el presidente asturiano, Adrián Barbón, la empresa concesionaria, Blue Solving, no contaba con la autorización de Transición Ecológica para su plena explotación. La compañía solo podía trabajar en determinados puntos para analizar las propiedades del carbón. Este no era el caso de la planta tercera donde ocurrió el siniestro, en la que solo estaban autorizados a retirar material humano instalado con anterioridad, como componentes eléctricos o raíles.
Analizamos el contexto geológico que podría haber provocado la principal hipótesis de las autoridades, la explosión de una bolsa de esta sustancia inflamable:
¿Qué es el gas grisú y cómo se forma?
"El componente mayoritario del grisú es el metano", explica Jorge Fernández Suárez, jefe de la Unidad del Instituto Geológico y Minero de España en Oviedo, quien aclara que puede estar asociado con otro tipo de gases en combinación con dicho metano. "El gas se forma con la deposición de las capas de carbón y queda atrapado en la propia roca".
Esa deposición se produce inicialmente por la descomposición de la vegetación. Dicho proceso, que varía según la temperatura y el nivel de presión, dará lugar a diferentes estructuras químicas y moléculas de gases.
El grisú puede ser expulsado de manera natural por algún tipo de fisura que haya en la roca. Sin embargo, también puede acumularse en el material y ahí se encuentra el riesgo humano: si la roca que lo contiene se fractura repentinamente (por ejemplo, al ser perforada), el gas será evacuado de forma repentina.
¿En qué regiones o explotaciones mineras de España puede encontrarse este gas?
El grisú, tristemente conocido por las familias de las cuencas mineras de Asturias y León, situadas en torno a la Cordillera Cantábrica occidental, se vincula a las minas de carbón debido al proceso formativo descrito.
Según la última cartografía del Instituto Geográfico Nacional, también puede encontrarse carbón en concentraciones similares en otra zona de España: la cuenca minera del Bajo Aragón, en la provincia de Teruel. Allí podemos encontrar antiguas explotaciones como Las Eras, situada junto a la población de Aliaga, o la mina de Escucha. Existen otras excepciones geográficas, como la comarca catalana del Bergadá.
"Existe algún estudio que dice que podría estar asociado a otro tipo de depósitos, como los de sales", apunta Fernández Suárez, como posible excepción a la norma. "Donde haya procesos de descomposición de sustancias carbonosas, puede haber una acumulación de gas".
¿Por qué resulta tan peligroso para la vida humana?
Al tratarse de un gas metano, el grisú es una sustancia inflamable que, mezclada con el aire en determinadas proporciones, genera atmósferas explosivas. La liberación de una gran cantidad de gas de forma instantánea puede además ocasionar grandes desprendimientos de polvo de carbón. Dicho polvo es, a su vez, inflamable, generando una tormenta perfecta para aquellos que se encuentren cerca.
Cualquier fricción que provoque una chispa puede hacer deflaglar al grisú, explica Fernández Suárez: "Cuando hay una concentración importante de ese metano (por ejemplo, en torno al 10%), cualquier tipo de chispa, sea eléctrica o mecánica al perforar, provoca la explosión".
Pero esta liberación del gas solo explica parte del riesgo para los trabajadores que se encuentren en la explotación subterránea: "Con concentraciones altas, el grisú desplaza al oxígeno, entonces también puede producir asfixia", añade el geólogo.
De momento se desconocen las causas de la presunta explosión de grisú, que está siendo investigada, así como si se realizó algún tipo de extracción no permitida por las autoridades en esa sección de la mina. El presidente Barbón ha asegurado que la empresa minera involucrada en el accidente, Blue Solving, "será chequeada de arriba a abajo".
¿Es posible detectarlo antes de realizar las prospecciones?
Esa repentina falta de aire explica el uso de elementos rudimentarios para detectar la ausencia de oxígeno por parte de los mineros hasta mediados del siglo XX, como el uso de canarios en jaulas, que percibían la disminución de oxígeno en las instalaciones subterráneas antes que los propios mineros.
Hoy en día contamos con la tecnología necesaria que, en teoría, debería impedir este tipo de desgracias: "En las minas en explotación hay aparatos que detectan el gas metano: los metanómetros", explica el experto de la unidad asturiana del IGM. "Son unos detectores que, bien calibrados y mantenidos, tienen la capacidad de detectar esas concentraciones".
Fernández Suárez apunta a otra clave importante para mantener la seguridad de los trabajadores de esta rama del sector primario: "La ventilación juega un papel muy importante. En las minas, lo normal es tener unas instalaciones que te permitan evacuar las posibles concentraciones de metano, de gas grisú e incorporar aire fresco desde el exterior (...) Hablamos de ventiladores y de tubos de extracción, algo frecuente en todas las minas".
¿Existen otros gases similares que puedan resultar peligrosos?
No existen sustancias semejantes que causen este tipo de accidentes. Es conocido el gas radón, presente en zonas graníticas o acumulable en estancias sin una ventilación adecuada. Pero este no representa un peligro para la salud salvo en cantidades muy elevadas, y en todo caso no provoca este tipo de explosiones.
¿Qué accidentes similares han ocurrido en España?
La delegada del Gobierno en el Principado, la asturiana y exportavoz del Partido Socialista en el Congreso, Adriana Lastra, compareció visiblemente afectada ante los medios de comunicación para hacer un primer balance de la situación. "Ahora lo importante es que la Policía judicial ya está investigando qué es lo que ha sucedido", declaró Lastra, apuntando a que la primera hipótesis se centra en el grisú.
"Estamos hablando del accidente mayor de minería en Asturias desde hace 30 años, desde el suceso del Pozo Nicolasa en 1995 y por eso entenderán como lo vivimos, especialmente los que somos de la cuenca minera", ha expresado Barbón durante su entrevista durante esta mañana en 'La Hora de la 1'. El presidente autonómico hacía referencia a una famosa explosión de grisú en otra galería subterránea cercana a la localidad de Mieres, que provocó la muerte de 14 mineros. La explosión ocurrió a gran profundidad y generó un incendio, lo que dificultó el rescate de las víctimas.
En 2013, seis trabajadores murieron en la mina leonesa de Emilio del Valle. El grisú desplazó el oxígeno nuevamente, provocando la asfixia instantánea de los mineros. El accidente más grave de las últimas décadas se produjo el 3 de noviembre de 1975 en la mina barcelonesa de Figols, Cataluña, cuando una explosión de grisú ocasionó hasta 30 fallecidos.