Clac! El sonido previo a romper la hora en el Bajo Aragón turolense

Samper de Calanda (Teruel), 7 abr (EFE).- Clac!. La manecilla del minutero del reloj de Manufacturas Blasco de Roquetas que salta para marcar la hora en punto de la medianoche casi atruena a pesar de que la plaza del Ayuntamiento está a rebosar de gente. Doce campanadas y el alabardero, a toque de corneta, hace sonar el instrumento para que "la rompida de la hora" vuelva a producirse en la Semana Santa del Bajo Aragón turolense.

El silencio que se dejaba sentir en los minutos previos entre los cientos de presentes, solo interrumpido por el llanto de algún bebé o la petición casi impertinente por el momento de algún niño para alcanzar algún deseo o necesidad no cumplida, da paso al potente e incesante estruendo de tambores y bombos que no cesará por calles, casas y afueras en las próximas 42 horas.

Tambores y bombos sonarán sin descanso por todos y cada uno de los rincones del Bajo Aragón turolense.

NUEVE PUEBLOS EN LA RUTA DEL TAMBOR Y EL BOMBO

Samper de Calanda, como los otros seis pueblos que rompen la hora la medianoche del jueves al viernes de Semana Santa (Albalate del Arzobispo, Alcorisa, Andorra, Híjar, La Puebla de Híjar y Urrea de Gaen), vuelve a tronar con el sonido de los miles de tambores y bombos que estos días se dan cita en estas localidades.

De los nueve pueblos que conforman la Ruta del Tambor y el Bombo, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional desde 2014, solo en Calanda, villa natal del cineasta Luis Buñuel, que hizo famosa esta tradición, el silencio se rompe a mediodía del Viernes Santo, y Alcañiz es la única en la que no se produce este estremecedor momento.

Ante las emociones que se avecinan, los sentimientos se dejan sentir a flor de piel y el ritmo cardíaco de los presentes se ha ido incrementando conforme se consumen los últimos minutos del Jueves Santo. Hay muchas emociones que afrontar en las próximas horas en las que se prescindirá de muchas de los horas de sueño habituales.

En muchos casos estará presente el recuerdo de aquellos con los que se compartieron muchas horas de toques y ya no están, o bien porque en esta ocasión no han podido regresar de sus habituales y ahora lejanos lugares de residencia.

Estos son pueblos que forman parte de la ahora conocida como 'España vaciada', pero que hasta que así se la bautizó era algo que formaba parte cotidiana de sus vidas aunque no le hubieran puesto nombre: muchos debieron encauzar su vida lejos de sus orígenes y los tambores y bombos vividos y gozados en su niñez ahora han pasado a ser la excusa perfecta para poder regresar a ellos al menos una vez al año.

RITMO MONÓTONO Y DESCANSO

A pesar del ritmo monótono que marcan incesantemente bombos de todos tamaños, algunos acaban salpicados de sangre de tanto golpear la maza, y tambores con sus repetidos redobles, todos, grandes y pequeños, acaban acostumbrándose bien para no echar de menos el necesario descanso nocturno o para conciliar el sueño los que lo precisan sin problemas.

Son trescientos y pico días de espera, siempre dependiendo de la fecha en la que llega la primera luna llena tras el equinoccio de primavera como se estableció en el año 325 d.c, en el Concilio de Nicea (Asia Central).

Esta luna llena es la que permite mantener viva una tradición que se ha ido traspasando de generación en generación. De padres a hijos y de estos a los suyos, así es fácil ver hasta tres generaciones, e incluso en alguna ocasión más, tocando juntas el tambor o el bombo.

La elección de uno u otro instrumento, aunque en algún caso se trata de mantener la tradición, en la mayoría de los casos es por elección personal.

Aunque la intensidad de estas horas de toque continuado termina haciéndose corta, una gran mayoría han empezado a vivirlos algunos meses antes, con los ensayos de fin de semana. Se trata de conseguir el toque más afinado y acompasado posible o que los más jóvenes puedan iniciarse.

INTENSIDAD EN LAS HORAS PREVIAS

Las horas previas son de gran intensidad y preparativos. Se trata de dejar en perfecto estado las membranas de bombos y tambores con la tensión adecuada, donde impactarán los mazos y los palillos.

También hay que preparar y dejar perfectamente planchadas las túnicas, negras, azules, moradas, en cada localidad de un color, y los terceroles o capirotes, que durante un año han estado a resguardo en los armarios.

Hasta las "manolas" que completamente enlutadas con sus tradicionales mantillas y peinetas acompañarán todas y cada una de las diferentes procesiones con las imágenes que relatan los sufrimientos bíblicos de Jesucristo, su crucifixión, su muertes y su posterior resurrección.

En esta ocasión, el presidente de Aragón, Javier Lambán, ha asistido a la "rompida" en Andorra.

José Luis Sorolla

(c) Agencia EFE