Una ciudad australiana instala un sistema de aspersores a la medida para salvar murciélagos

Desde la izquierda, Tim Carver, jefe del equipo de guardabosques de Parks Victoria, y Brendan Sullivan, el jefe de guardabosques, se preparan para encender el nuevo sistema de riego en el Yarra Bend Park de Melbourne, Australia, el 7 de marzo de 2023. (Christina Simons/The New York Times)
Desde la izquierda, Tim Carver, jefe del equipo de guardabosques de Parks Victoria, y Brendan Sullivan, el jefe de guardabosques, se preparan para encender el nuevo sistema de riego en el Yarra Bend Park de Melbourne, Australia, el 7 de marzo de 2023. (Christina Simons/The New York Times)

MELBOURNE, Australia — Todas las tardes, decenas de miles de zorros voladores con cabeza gris se dispersan por el cielo de Melbourne.

De día, estos grandes murciélagos se apiñan en los árboles que estos ayudan a polinizar, colgando de las ramas mientras dormitan o parlotean entre ellos. Por la noche, revolotean por el estado de Victoria en busca de comida: hojas, flores y frutos.

Sin embargo, un peligro veraniego amenaza su existencia, que en general es pacífica. Cuando las temperaturas superan los 40 grados Celsius, miles de ellos mueren en un santiamén.

Esos días sofocantes son cada vez más comunes. Los ocho años entre 2013 y 2020 estuvieron entre los diez más calurosos registrados en Australia. Por lo tanto, las autoridades de Melbourne, ciudad que alguna vez se conoció como Batmania, idearon una solución: duchar a los murciélagos.

Este año, con un costo de unos 120.000 dólares, se instalaron 32 aspersores hechos a la medida a lo largo del río en Yarra Bend Park, el mayor parque natural de matorrales de Melbourne y donde se encuentra la colonia de murciélagos, la cual tiene unos 35.000 ejemplares en verano.

El sistema, considerado el mayor y más sofisticado de su tipo, debería reducir las temperaturas de una zona determinada en unos 5 grados Celsius, según Brendan Sullivan, el jefe de guardabosques de Parks Victoria.

El nuevo sistema de aspersores para mantener frescos a los zorros voladores en los calurosos días de verano, en el Yarra Bend Park de Melbourne, Australia, el 7 de marzo de 2023. (Christina Simons/The New York Times)
El nuevo sistema de aspersores para mantener frescos a los zorros voladores en los calurosos días de verano, en el Yarra Bend Park de Melbourne, Australia, el 7 de marzo de 2023. (Christina Simons/The New York Times)

Su diseño estuvo plagado de complicaciones, comentó Sullivan. Además de las preocupaciones usuales por el ruido, la durabilidad y la logística, había que proteger el sistema de las cacatúas locales, que tienden a destrozar las cosas con sus picos.

Los técnicos se esforzaron por imitar una lluvia ligera, que refrescara a los murciélagos, sin aumentar demasiado la humedad, ya que existía el riesgo de que pasara lo opuesto. La estructura resultante, la cual utiliza agua de río filtrada, se parece a una serie de altas espadañas metálicas.

No obstante, ¿lo usarían los murciélagos?

“Son mucho más listos de lo que pensamos”, afirmó Sullivan. Durante las pruebas, un murciélago solitario realizó un vuelo de prueba inesperado a través de la cortina de agua antes de regresar a la colonia, chillando, recordó Sullivan. Al parecer, después que el primer murciélago hizo la sugerencia, otro siguió el ejemplo, luego otro y otro.

“Al final, tuvimos un montón de murciélagos que se acercaban y lo atravesaban volando”, dijo Sullivan. “Es como si hubieran hablado entre ellos y hubieran dicho: ‘Ven a ver esto’”.

Los zorros voladores son conocidos por cooperar, comentó Rodney van der Ree, ecólogo de la Universidad de Melbourne. “Son muy listos”, mencionó. “Un gran número aparecerá en una nueva zona cuando haya una gran cantidad de comida disponible, así que de alguna manera hablan entre ellos”.

En diciembre de 2019, durante los sofocantes meses conocidos como Verano Negro, unos 4500 zorros voladores de cabeza gris murieron en Melbourne durante tres días de calor extremo.

En los días más calurosos, las estrategias que suelen utilizar los murciélagos para soportar el calor dejan de funcionar, como jadear o abanicarse con las alas. Cuando aparece la deshidratación, las funciones mentales menguan y algunos animales sufren convulsiones. Si no reciben atención urgente, con el tiempo mueren.

Los voluntarios describen el trauma de ver cómo la vida se aleja de los rostros de zorro de los animales y de encontrarse hasta las rodillas en los cadáveres de criaturas por las que habían trabajado para salvar durante años.

“Te desesperas un tiempo, pero tienes que levantarte y seguir adelante, porque es la única respuesta posible”, afirmó Lawrence Pope, de 62 años, quien ha trabajado cerca de dos décadas con los murciélagos de Melbourne. Pope agregó: “Si no les ayudas, no tienen a nadie”.

Cuando los murciélagos aparecieron por primera vez en los frondosos Jardines Botánicos de Melbourne en la década de 1990, eran una novedad, señaló Simon Toop, quien en aquel entonces era el director de proyectos del Departamento de Sustentabilidad y Medioambiente.

Sin embargo, cuando aumentaron las cifras y su presencia empezó a molestar a los visitantes, empezaron a ser considerados como una plaga, comentó.

“Llegó a un punto en que se les disparaba a los animales en los jardines para intentar reducir el impacto, en ese momento intervino el gobierno”, explicó Toop.

Matar a los murciélagos, una especie vulnerable protegida, era insostenible, en especial cuando los activistas defensores de los animales, entre ellos Pope, empezaron a acampar bajo los árboles. Así que el gobierno local puso en marcha una ambiciosa y a veces ridícula campaña para expulsar a los murciélagos del Jardín Botánico, donde se habían acostumbrado a un follaje suculento durante todo el año.

El equipo, con Toop a la cabeza, molestó a los murciélagos emitiendo sonidos que no les gustaban a los animales, como el silbido de un barrendero, y deslumbrándolos con luces intermitentes. En algunos casos, la gente silbaba o golpeaba las tapas de los botes de basura, explicó Toop.

Después de dos semanas de alboroto, los murciélagos decidieron abandonar el Jardín Botánico. Durante los ocho meses siguientes, migraron de un lugar privilegiado a otro: jardines ornamentales, un colegio privado de niñas, los patios traseros de los melburnianos pudientes.

Adonde iban, aparecía el equipo de Toop, quien mencionó que, con el tiempo, los zorros voladores llegaron a reconocerlos.

“Me veían, gritaban y hacían ruido”, dijo Toop. “Si llegaban otras personas, no les preocupaba tanto”.

Por último, los murciélagos se trasladaron a su sitio actual, junto al río desde donde las autoridades esperaban reubicarlos. Debido a que las hembras iban a dar a luz pronto, dio la impresión de ser un acuerdo adecuado, según Toop, y las autoridades locales trabajaron para mejorar el lugar y satisfacer las necesidades de los animales.

Dos décadas más tarde, los aspersores son el último intento de que los murciélagos se sientan cómodos. No obstante, el agua solo se encenderá cuando exista un riesgo real, en especial ahora que cada vez hay más días con calor extremo.

En un mundo que se calienta, los murciélagos tendrán que adaptarse a un clima más cálido, opinó Van der Ree, el ecologista. “El estrés es importante desde el punto de vista evolutivo”, comentó. "Lo ideal sería que los murciélagos que pueden soportar el calor lo transmitan en sus genes, más que los murciélagos que no pueden".

c.2023 The New York Times Company