La ciencia nos dice cómo se aprende a leer mejor: ¿cómo lo aplicamos en el aula?

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La educación informada desde la evidencia consiste en incorporar los principales hallazgos científicos al trabajo de los docentes en las aulas. No se trata de reemplazar su juicio, ni de prescribir lo que deben hacer, sino de ofrecerles la información pertinente que les ayude a tomar decisiones en materia educativa y a mejorar los resultados del aprendizaje del alumnado.

Pero integrar los resultados de la investigación en la experiencia docente y el contexto donde se aplica no es lo habitual. El caso de la enseñanza de la lectura es un ejemplo de ello.

Aprender a leer: lo que dice la investigación reciente

Lograr una lectura competente es uno de los objetivos educativos fundamentales por su importancia académica y social. Los informes internacionales muestran que el alumnado español y de otros países de habla hispana presenta un bajo rendimiento lector.

Al mismo tiempo, ya sabemos qué prácticas resultan efectivas para el aprendizaje de la lectura. Por ejemplo, la importancia de trabajar la conciencia fonológica (capacidad para identificar y manipular los sonidos de las palabras) u otras habilidades del lenguaje oral son estrategias cuya eficacia tiene un amplio consenso en la comunidad científica. Sin embargo, no se han incorporado de forma sistemática en las aulas de nuestro país.

Precipitarse con el alfabeto

En las aulas, sin embargo, se suele observar un interés por comenzar con la enseñanza del código alfabético de una forma temprana en la etapa de Educación Infantil, sin haber trabajado antes una serie de prerrequisitos. Entre ellos, la conciencia fonémica. Esto puede ser un error porque es importante que los niños lleguen a representar mentalmente los sonidos y puedan decir que el primer sonido que escuchan en la palabra “salado” es /s/, para después pasar a realizar la conexión letra-sonido (que el sonido /s/ va con la letra “s”).

Si bien es cierto que muchos niños y niñas acaban aprendiendo a decodificar (o convertir las letras en sonidos) de cualquier manera, para muchos otros puede convertirse en un proceso arduo que repercute en su motivación y comprensión lectora. Además, en aquellos con determinadas dificultades o desventaja social la adquisición correcta de la lectura puede verse seriamente afectada si no se aplican prácticas con eficacia probada.


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Una brecha entre teoría y práctica

La brecha que existe entre la investigación y la práctica educativa es un problema de carácter internacional y puede responder a diversos motivos:

  1. Los artículos científicos presentan un lenguaje excesivamente técnico y poco familiar para los docentes, además están alojados en bases de datos y repositorios poco accesibles para la comunidad educativa.

  2. En España y en otros países de habla hispana existen menos mecanismos de transferencia como las fundaciones que hay en otros países. Esto puede explicar en parte la escasez de acciones que se están llevando a cabo para traducir los hallazgos científicos en información educativa valiosa para el profesorado.

  3. Algunas prácticas y materiales escolares, bien de elaboración propia o bien publicados por editoriales, contienen propuestas que no van en la línea de lo que proponen los resultados de investigación. Por ejemplo, en los materiales 1º de Primaria se observan textos excesivamente largos o complejos para lectores principiantes que aún están aprendiendo a descodificar.

  4. La formación inicial y continua del profesorado incluye escasos o nulos contenidos sobre cómo acceder e interpretar la investigación científica o sobre la importancia de vincular los hallazgos científicos y la práctica educativa.

Tender puentes

La complejidad que reviste la brecha entre la comunidad académica y la educativa precisa la adopción de medidas en diferentes frentes. Destacan las siguientes:

  1. Crear espacios comunes que fomenten la comunicación entre docentes e investigadores (congresos, seminarios o talleres).

  2. Fomentar las fundaciones u organismos que sinteticen lo resultados de investigación y que puedan ofrecer más guías prácticas sobre lectura para que los educadores pudieran aplicarlos en sus aulas. En países anglosajones cuentan con una larga trayectoria en este ámbito con instituciones como What Works Clearinghouse o Education Endowment Foundation, que publican periódicamente guías sobre recomendaciones prácticas basadas en estudios rigurosos para que los educadores puedan aplicarlas.

  3. Favorecer la colaboración entre docentes e investigadores en trabajos de investigación (a través de centros escolares laboratorio o de incentivos al profesorado por colaborar en estudios científicos). De este modo, habría un intercambio de información mutua, puesto que la creación de prácticas basadas en la evidencia no se trata solo de un camino unidireccional.

  4. Completar la formación inicial y continua del profesorado con contenidos básicos sobre cómo funciona la ciencia y sobre los principales métodos de investigación, de manera que este colectivo aumente su confianza en aquella y pueda comprender y utilizar los hallazgos científicos en su práctica diaria.

  5. Dar incentivos a la comunidad científica en forma de apoyo institucional y financiación para realizar más investigación aplicada. Fomentar los estudios de metaanálisis y revisiones es también necesario.

  6. Promover estrategias que permitan la transferencia de los hallazgos científicos al trabajo del profesorado en el aula, como la creación de la figura del intermediario, que pueda encargarse de esta y otras labores.

  7. Facilitar el acceso de los recursos educativos que cuentan con evidencia a los docentes. Un ejemplo de ello es el programa NELI (Nuffield Early Language Intervention, un programa de investigadores de la Universidad de York y Oxford en Reino Unido que ha demostrado ser muy eficaz. Dados sus beneficios el gobierno de Reino Unido lo ha puesto a disposición de los centros educativos para que todos los niños y niñas puedan aprovechar este recurso.


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Recursos para encontrar evidencias

Aunque aún no son tan abundantes como sería deseable, cada vez existen más recursos fundamentados en la investigación a los que el profesorado pueden acudir para fundamentar la enseñanza de la lectura. Presentamos algunos de ellos:

  1. Educaixa ofrece en su web un kit de herramientas sobre prácticas educativas evaluadas por la Education Endowment Foundación (EEF). Asimismo, contiene una guía sobre la mejora de las habilidades de alfabetización, realizada por la EEF y adaptada al español.

  2. La Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT), dentro de su proyecto Educación guiada por la evidencia, ofrece entradas y debates sobre adquisición de la competencia lectora y otras cuestiones educativas relevantes desde lo que dice la ciencia.

  3. El evento divulgativo Las pruebas de la educación, organizado por la Cátedra de Cultura Científica del País Vasco, la Fundación Promaestro y Educaixa, ha abordado en varias de sus ediciones la adquisición de la lectura desde las pruebas científicas.

  4. La Fundación Jaume Bofill a través de su proyecto Qué funciona en educación revisa las evidencias generadas por la investigación sobre las políticas y los programas que mejoran los aprendizajes.

  5. Diversos docentes en activo y académicos de nuestro país ofrecen en sus respectivos blogs síntesis adaptadas de artículos científicos relevantes para la comunidad educativa sobre el desarrollo de la competencia lectora. Destacan, por poner solamente algunos ejemplos: Comprensión lectora basada en evidencias, Dificultades específicas del aprendizaje o _Efecto Mcguffin .

  6. El consejo científico de educación nacional de Francia elaboró el documento traducido al español Métodos y manuales de enseñanza para el aprendizaje de la lectura: ¿cómo elegirlos? para ayudar al profesorado a tomar decisiones sobre cómo trabajar la adquisición de la lectura desde lo que dice la investigación científica.

  7. En España, los Centros del Profesorado (CEP) de cada comunidad autónoma llevan a cabo cursos de formación por ponentes especialistas en diversos ámbitos educativos, y que mantiene al docente cerca de las prácticas educativas más efectivas en lectura.

Esperamos que se fomenten más mecanismos de conexión entre investigadores y docentes, de modo que se puedan incorporar las prácticas educativas informadas desde la evidencia en el aula. Todo ello repercutirá en beneficios para la comunidad educativa, cuyo fin es lograr el éxito en el aprendizaje lector de nuestros niños y niñas.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Gracia Jiménez Fernández y Nuria Calet Ruiz no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.