El ciclón Chido deja a Mayotte tambaleándose. Un mayor calentamiento del océano le dio más fuerza
El archipiélago de Mayotte en el océano Índico está sufriendo los estragos del ciclón Chido, la tormenta más intensa en golpear ese territorio francés en 90 años.
Desde que Chido tocó tierra el sábado, al menos 22 personas han muerto, ya que los fuertes vientos arrasaron barrios enteros, dañaron infraestructura importante y arrancaron árboles de raíz.
Y aunque la costa suroriental de África está acostumbrada a ciclones devastadores, los científicos climáticos han advertido en los últimos años que las tormentas en la zona se están volviendo más intensas y más frecuentes a consecuencia del cambio climático causado por el hombre.
¿Cuándo es la temporada de ciclones en el sureste de África?
La temporada de ciclones en el sureste de África se extiende de diciembre a marzo, cuando las aguas de la región están en su punto más cálido. Esto se debe a que el agua caliente es el combustible de las tormentas tropicales, por lo que tienden a ocurrir cuando los océanos alcanzan sus temperaturas máximas del año.
En los últimos años, tormentas devastadoras como el ciclón Freddy en 2023, Batsirai en 2022 e Idai en 2019 azotaron la costa suroriental de África —incluidas áreas extensas de Malawi, Mozambique, Zimbabue y Madagascar— durante el verano del hemisferio sur.
Los ciclones son lo mismo que los huracanes, pero en el océano Índico y Australia se les da ese nombre.
¿Cómo influye el cambio climático para que los ciclones sean peores?
El cambio climático causado por el hombre —debido en gran parte a la quema de carbón, petróleo y gas— ha calentado el planeta: la atmósfera está ahora 1,3 grados Celsius (2,3 Fahrenheit) más caliente que en tiempos preindustriales.
Eso importa porque uno de los ingredientes para que haya un ciclón, o huracán, es agua caliente de al menos 27 ºC (80 ºF), según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos. Debido al aumento de las temperaturas globales, las de la superficie del mar han alcanzado máximos históricos en los registros. Chido fue alimentado por temperaturas oceánicas cercanas a los 29 ºC (84 ºF).
Esta agua más cálida puede hacer que las tormentas resultantes sean más poderosas, con vientos más fuertes, lluvias más intensas y marejadas ciclónicas más destructivas.
En 2022, un grupo de científicos climáticos encontró que los ciclones que azotaron el sureste de África ese año se vieron agravados por el cambio climático. Debido a la falta de datos meteorológicos recopilados en la región, no pudieron decir en qué medida.
Escasez de sistemas de alerta temprana
Gran parte del continente africano carece de los datos meteorológicos y pronósticos que otros países dan por sentado. Según cifras de la Organización Meteorológica Mundial, el continente sólo tiene 37 instalaciones de radar para rastrear el clima, en comparación con 347 de Europa y 291 de América del Norte.
Esto significa que los países vulnerables a los extremos climáticos están menos preparados cuando tormentas mortales azotan, por lo que no pueden evacuar a tiempo. Los recuentos de muertos dejados por los ciclones más devastadores en los últimos años han llegado a los cientos. El Idai de 2019 provocó más de 1.000 fallecimientos.
En 2022, la ONU lanzó un proyecto cuyo objetivo es poner a cada persona en el mundo al alcance de sistemas de alerta meteorológica temprana en cinco años. La secretaria general de la OMM, Celeste Saulo, ha hecho de un mejor acceso a los pronósticos meteorológicos una prioridad para la agencia, diciendo que el adaptarse al cambio climático es una “necesidad esencial”.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de la AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.