Era la más dura en el ring pero vivía en un inferno que casi le cuesta la vida

Female champion Christy Martin of the US (L) lands a glancing left to challenger Andrea DeShong (R) in the fourth round of their 28 June fight in Las Vegas. Christy won with a TKO in the seventh round to retain her title. AFP PHOTO/John GURZINSKI (Photo by JOHN GURZINSKI / AFP) (Photo by JOHN GURZINSKI/AFP via Getty Images)

Los boxeadores están hechos de otra pasta, y las boxeadoras más todavía. Después está Christy Martin (Virginia, 1968). Una púgil impresionante, pero sobre todo una mujer valiente y luchadora como pocas, que miró a la muerte a los ojos y la obligó a darse la vuelta, porque antes de dejar este mundo todavía tiene muchas cosas que hacer y muchas mujeres a las que ayudar.

Christy Martin fue una pionera y uno de los iconos de la historia del boxeo femenino. Debutó profesionalmente en 1988 y se retiró definitivamente en 2012, con un récord de 49 victorias, 7 derrotas y 3 empates, así como 32 nocauts en su cuenta particular. Su momento más álgido llegó en 2009, cuando se coronó como campeona del peso superwélter de la WBC. Una carrera espectacular, con la que abrió puertas a muchas mujeres que también querían boxear, pero que además estuvo sazonada con una historia de lo más truculenta a la vez que inspiradora y de superación. Tanto que ha sido llevada a las pantallas de la mano de Netflix con el documental Untold: Deal with the Devil.

La historia fuera del ring de Christy Martin es todavía más impresionante que entre las doce cuerdas. Una tormentosa vida dentro del armario en la que se casó con su entrenador, quien la apuñaló en tres ocasiones y la disparó con su propia pistola, para sobrevivir contra todo pronóstico y rehacerse con la intención de dar sentido a su día a día y tender su mano a los demás, a las demás, convirtiéndose en entrenadora y promotora de veladas de boxeo contra la violencia de género. Pero vayamos por partes.

Una boxeadora para la historia

Todo empezó con una joven de 21 años que no tenía ingresos para pagarse sus estudios de magisterio. Corría el año 1989 y Christy comenzó su andadura en el mundo del boxeo casi a la fuerza, por necesidad. La ofrecieron la nada desdeñable cantidad de 1.000 dólares por subirse al ring y no se lo pensó ni un segundo. Para colmo no se la daba nada mal y un ojeador/promotor se fijó en ella. Sólo necesitaba algo de disciplina de entrenamientos y mejorar su técnica para convertirse en una estrella, así que la buscó un entrenador. Jim Martin se encargó de pulir ese diamante en bruto y en el proceso se enamoró de ella. Ambos se casaron tres años después.

Ante la escasez de boxeadoras, Christy se forjó haciendo sparring con los chicos de su gimnasio. No tenía miedo, sino muchas ganas, y en bastantes ocasiones era mejor de los hombres o les ponía las cosas muy difíciles. No había motivos para no ir en serio. Entre 1990 y 1994 firmó una racha de 19 combates ganando. Tras un empate, volvió a encadenar otras quince victorias consecutivas. Era imparable. Tenía unos buenísimos ingresos, dominaba dentro del ring y hasta apareció en la portada de la prestigiosa Sports Illustrated, después de haber protagonizado un combate televisado en el que defendió su título del peso superligero de la WBC por séptima vez.

3 Mar 2000:  Promoter Don King holds up the arm of Christy Martin after defeating Belinda Laracuente by way of unanimous decision after 8 rounds during their Women''s WBC Championship bout at Caesars Palace in Las Vegas, Nevada.  <<DIGITAL IMAGE>>   Mandatory Credit: Jed Jacobsohn/ALLSPORT
Christy Martin junto al promotor Don King. Foto Jed Jacobsohn/ALLSPORT.

Su carrera iba a la velocidad del rayo y el famoso promotor Don King (sí, el de los pelos de punta al que habréis visto en muchas fotos con Muhammad Ali, Mike Tyson y compañía) quiso hacer negocios con ella. Sus ingresos se dispararon y pasó a ganar 150.000 dólares por combate. Era el no va más del boxeo femenino. Un reclamo televisivo espectacular y la persona a la que todos querían ver en directo. Pasó de pelear para poder estudiar a ser parte del estrellato pugilístico.

El principio de una pesadilla

Sin embargo todo dio un giro de lo más inesperado en 1998. Todas las rachas victoriosas se terminan tarde o temprano, pero la derrota de Christy Martin a manos de Sumya Anani fue un duro mazazo para ella. No encajó bien aquel tropezón y decidió poner punto y final a su carrera… pero no pudo. Don King la tenía bien atada y la obligó a cumplir con el contrato que les unía profesionalmente hasta 2001, por lo que Martin se encontró en una situación en la que tenía que boxear sin desearlo y aquello significó asomarse a un precipicio por el que no tardó en caer. Ganó sus siguientes nueve combates (sólo tres de ellos por ko o ko técnico), pero no tenía la misma chispa de antes, ni de lejos, y en 2006 fue noqueada por primera vez.

Laila Ali, la hija del mítico Muhammad Ali, la mandó a la lona y, de forma indirecta, la empujó a ese precipicio del que hablábamos antes. Christy entró en depresión y aquella vida de éxitos que había tornado en si-hay-que-boxear-se-boxea se convirtió en oscuridad. Todos sus demonios tomaron el control y durante un tiempo ni siquiera salía de casa, refugiándose en la drogas como compañeras de un viaje hacia los infiernos en el que llevaba como equipaje una sexualidad escondida durante años para no ser un lastre en su carrera en los cuadriláteros y bastantes episodios de violencia domestica (física y psicológica) por parte de su marido Jim. Rodeada de una toxicidad destructiva y autodestructiva, Christy se arruinó.

Mirando a la muerte a los ojos

En un intento desesperado de reencontrarse consigo misma, Christy comenzó a verse con mujeres y comenzó una relación con la que fuese una de sus ‘novias’ del instituto. Estaba decidida a salir adelante y decidió pedir el divorcio a su marido. Éste, lejos de poner de su parte, lo complicó todo hasta el punto de casi acabar con la vida de la que había sido una de las mejores boxeadoras de todos los tiempos.

En un ataque de celos, después de haber visto a Christy besarse con su nueva pareja, Jim esperó a su todavía esposa en casa y cuando ésta llegó la apuñaló en tres ocasiones, para posteriormente intentar rematarla disparándola con la pistola propiedad de su mujer. Muchos hubieran empezado a inscribir la fecha de 2010 en la tumba de la boxeadora, pero Christy lucho por su vida más que nunca. Una vez que Jim abandonó la casa, la púgil llegó a duras penas hasta la calle y pidió ayuda a gritos. Un vehículo particular la llevó al hospital más cercano y allí dejó claro a la Parca que todavía no era momento para marcharse con ella.

Boxer Christy Martin  attends the Bob Arum and Don King press conference to announce Miguel Cotto vs. Ricardo Mayorga at B.B. King Blues Club & Grill on January 19, 2011 in New York City. (Photo by Bennett Raglin/WireImage)
Foto: Bennett Raglin/WireImage.

Volver a ver la luz

Con Jim en la cárcel (fue condenado a 25 años de prisión), Christy rehízo su vida poco a poco, intentando apoyarse en el boxeo. Un año y medio después de coquetear con la muerte volvió a subirse a un ring. Tenía 43 años y no era, en absoluto, la misma de antes, pero necesitaba dar ese paso. El médico del combate paró la pelea en el sexto asalto, con Christy prácticamente suplicando que no lo hiciese. Las nueve fracturas faciales y su posterior paso por el quirófano dieron la razón al doctor.

Todavía lo intentó una vez más. Tenía entre ceja y ceja conseguir su victoria número 50 y redondear una carrera para el recuerdo y peleó por última vez en 2012. Perdió por decisión unánime y entonces decidió colgar definitivamente los guantes… aunque no alejarse del todo de ellos. Después de unos años ejerciendo como profesora suplente en un colegio, decidió montar un gimnasio con su pareja, la también exboxeadora Lisa Holewyne (a la que curiosamente derrotó en el cuadrilátero años atrás.

Desde 2013, Christy entrena a boxeadores, tiene una escuela para jóvenes y organiza veladas de boxeo para ayudar a las mujeres que sufren violencia de género. Con el respaldo de la asociación Protecting Domestic Violence and Stalking Victims Act, Christy es poco menos que una abanderada de la lucha contra actos como el que casi acabó con su vida. Decir que aquella escabrosa situación la hizo más fuerte sería quedarse cortos. Ponerle la etiqueta de ‘inmortal’ quizás sea exagerado. Pero decir que la-de-la-guadaña la tiene algo de miedo es ponerla en el sitio que realmente se merece.

Vídeo | Sin límites: el prodigio del boxeo

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