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La "chebakía", el dulce imprescindible del Ramadán marroquí

Rabat, 23 mar (EFE).- El Ramadán en Marruecos no puede imaginarse sin la "chebakía", un dulce tradicional parecido a los españoles pestiños con miel que no falta cada día en las mesas de las cenas de ruptura de ayuno.

Llamada también "griuch" y "m'járreqa", según las regiones, la "chebakía" se vende en todas las pastelerías de Marruecos, desde las más tradicionales hasta las más caras. Se prepara con harina mezclada con otros ingredientes como sésamo, anís y canela molidos, almáciga, huevos, mantequilla, aceite, vinagre y agua de azahar.

La masa preparada se corta en tiras que se entremezclan en forma de flor antes de freírlas, bañarlas en miel o almíbar y adornarlas con sésamo. El precio de la "chebakía" varía entre 35 y 100 dirhams (3 y 9 euros) el kilo dependiendo de si llevan ingredientes más caros como las almendras.

EL DULCE DE TODAS LAS CLASES SOCIALES

Hicham Lahrach, investigador en la historia de la gastronomía marroquí, explica a EFE que la "chebakía" es un dulce que une a todas las clases sociales del país, pues está presente -independientemente de lo que cueste y los ingredientes que lleve- tanto en grandes banquetes como en las mesas de familias pobres.

"Los marroquíes destinan un plato a cada ocasión. Si el cuscús es la comida de cada viernes, la 'chebakía' es el dulce que se elige siempre en Ramadán", detalla.

Este dulce popular es, junto con los dátiles, imprescindible en el menú de la mesa del "iftar" (primera comida tras el ayuno). Algunos prefieren romper el ayuno con la "chebakía", otros la acompañan con la popular "harira" (tradicional sopa marroquí) y los hay que optan por tomarla con un té a la menta.

En los días previos al mes del ramadán, los marroquíes hacen largas colas en las tiendas de "chebakía". Muchos prefieren esperar mientras se fríe en directo para llevar su dulce caliente, cuenta a EFE Aziz Marjani, propietario de una pastelería en Rabat y al mismo tiempo secretario general de los profesionales de catering en Marruecos.

"La 'chebakía' y los dátiles son muy demandados en este mes sagrado porque, como la persona pasa todo el día ayunando, necesita algo dulce para romperlo", subraya Marjani.

El ramadán es el noveno mes del calendario musulmán, en el que los fieles se abstienen de comer, beber, fumar o mantener relaciones sexuales del alba al ocaso. En él se multiplican las oraciones y los actos de devoción.

¿POSIBLE ORIGEN IBÉRICO?

Pero también es un mes gastronómico, donde el consumo repunta. Cada atardecer se produce un momento de celebración familiar o entre amigos con mesas llenas con sopas, dátiles, huevos, tortas, empanadillas, tartas saladas y una variedad de platos dulces.

En estas mesas nunca falta la "chebakía", que para Lahrach es también sinónimo de solidaridad. Semanas antes del comienzo del mes de ayuno, las mujeres, sobre todo en barrios populares, se dan cita en una casa y dedican varios días a preparar juntas este dulce en cantidades suficientes para todo el mes, que almacenan luego en grandes envases antes de repartirlos.

El ambiente de Ramadán comienza así semanas antes, cuando se empieza a percibir desde las casas los olores a sésamo tostado y a los condimentos que se usan en la preparación de este dulce.

En cuanto a su etimología, Lahrach indica que la mención a la "chebakía" aparece en libros gastronómicos de la época de los imperios almohade (siglo XII) y meriní (XIII) en el territorio que hoy es Marruecos, pero también está presente en la Península Ibérica durante el reinado musulmán de Al Ándalus (del año 711 al 1492).

Para el experto, es difícil zanjar su origen, pero cita algunas teorías que barajan que podría provenir de la Península Ibérica, entonces bajo control musulmán, ya que una de las características de la pastelería andalusí es preparar dulces que se fríen en aceite y se bañan en miel o azúcar (muy caro en la época).

Una manera de cocinar que comparte la repostería de la época del imperio almohade y meriní con los "briwat", un dulce de hojaldre de almendras frito y bañado en miel, que era el dulce de los sultanes y generalizó luego entre el pueblo.

Fatima Zohra Bouaziz

(c) Agencia EFE