Charly San Martín, de no poder moverse a enseñarle a bailar a Pampita Ardohain y Nicole Neumann

Charly San Martín tiene una meta clara en su vida: hacer mover a las personas. Muchos lo conocen como "el coreógrafo de las famosas" porque le da clases de baile a Pampita Ardohain, Karina Jelinek, Dalma Maradona, Nicole Neumann, Valeria Mazza, Juliana Awada, y muchas más. Basta con un pantallazo de sus redes sociales para ver que la lista sigue y es muy larga.

En tiempos de pandemia de coronavirus tuvo que cerrar su salón y reinventarse con encuentros virtuales. Todos los días, a las 18, invita a sus seguidores a sumarse a su clase de baile desde su cuenta de Instagram. "Es totalmente gratis y dura una hora. Sólo tienen que entrar a mi cuenta y ver desde qué perfil voy a dar la clase ese día", le cuenta a LA NACIÓN.

Nació en Punta del Este, Uruguay, y a sus 29 años vino a Buenos Aires por su otra gran pasión: patinar. Participó de "Patinando por un sueño"en 2008 junto a Dalys Ferreira y aunque tuvo la posibilidad de contar su dura historia de vida en uno de los programas más vistos de la TV, prefirió no abrir esa puerta de su intimidad. "Nadie sabía lo que sufrí en mi infancia porque no me gustaba la idea de causar pena. Odiaba pensar que iban a decir 'pobrecito'; no quería que eso pase", relata en diálogo telefónico con este medio. Durante más de tres décadas San Martín no le contó a nadie que sufre poliartritis reumatoidea desde sus 3 años.

Lo que lo hizo cambiar de parecer fue la insistencia de una amiga, a quien le confió su secreto. Durante meses intentó convencerlo de que diera a conocer su historia para ayudar a aquellos que pudieran estar viviendo algo similar: "Nunca en mi vida pensé que mi voz podía servir como motivación para otras personas que padezcan la enfermedad, y que podía ser un ejemplo que les dé esperanza. Así terminé dando una charla TED".

"Carlitos", un niño que veía a otros jugar por la ventana

-Tenías 3 años cuando te diagnosticaron poliartritis infantil, una enfermedad muy dolorosa, ¿te acordás algo de aquél momento?

-Por suerte del momento exacto no tengo recuerdo. Creo que fue mucho más difícil para mis padres, que tuvieron que procesar qué significaba el diagnóstico. La artritis puede afectar parcialmente alguna articulación o varias, pero en mi caso afectó todas, o sea que la inflamación y el dolor abarcaba cada una de mis articulaciones. Eso implicaba que no me podía golpear ni mover mucho porque también causa entumecimiento y lo peor es que no tiene cura. Así que me dieron corticoides para aliviar el dolor.

-¿Y desde cuándo surgen tus recuerdos?

-Más o menos desde la primaria, cuando yo tenía 6 años. Mi tía era la secretaria de la escuela y era la que me tenía cortito. Casi nunca salía al patio con los otros chicos. Tomar frío era muy malo para mi salud y menos que menos actividades de educación física. Yo hubiera querido hacer de todo, pero estaba siempre observado por mi tía.

-¿De dónde viene tu pasión por el baile y el patinaje?

-Mi hermana menor patinaba cuando era chica. Ella nunca tuvo problemas en las articulaciones. Fue mi gran inspiración y el baile vino mucho después como una pasión complementaria. Me acuerdo cuando le dije al médico que quería hacer lo mismo que mi hermana... obviamente me dijo que era muy riesgoso para mí por las caídas y que ni se me ocurriera.

-Pero fuiste muy persistente...

- ¡Muy! Esperé un tiempito y volví a insistir sobre lo mismo. Cuando cumplí 16 me dieron la mejor noticia: la enfermedad empezaba a dormirse. A veces puede pasar cuando empieza la adolescencia. Como dije, no es algo que tenga cura, siempre está ahí, latente, pero puede estar activa o no.

-¿Tu primera vez patinando fue tan mágica como la soñabas?

-Totalmente. Me subí por primera vez a los patines cuando tenía 14 años y no es que me costó, fue como si hubiera sabido patinar toda la vida. A los 17 gané mi primer campeonato nacional de patín en Uruguay. Hice toda mi carrera deportiva allá. Después me vine a Buenos Aires y terminé en la pista de "Patinando por un sueño".

- ¿Desde ese momento nunca más tuviste síntomas o volviste a hacer algún tratamiento?

-No, me controlo cada tanto, pero hago vida normal. No estoy tomando ningún tipo de medicamento y no descarto que quizá más adelante tenga que hacerlo. A veces tengo algún dolor muscular, pero no me hago la cabeza. No me dejo llevar por el fantasma de que va a volver a inmovilizarme. Me ocupo cuando algo me llama la atención y consulto, pero no vivo con paranoia.

-¿Alguna vez sufriste bullying?

-Sinceramente no tengo memoria de haber pasado por eso, quizá si lo viví en la infancia le di poca importancia. Sé que los niños son muy crueles, pero yo no recuerdo que me haya afectado. Nunca. Ni por ser gay, ni por la artritis. Si alguna vez me dijeron algo me habrá resbalado tanto que ni lo recuerdo. Y si hay gente que me mira cuando voy con mi pareja de la mano ni gasto energía en hacerme problema. Lo lamento por esa persona.

-¿De dónde surgió tu fuerza para sobreponerte a la adversidad?

-Nunca fui de exagerar ni dramatizar. No tengo pensamientos catastróficos. Creo que eso me hace más fuerte. Y obviamente viene de mis papás, que nunca me pusieron en el lugar de víctima. Jamás me hicieron sentir que yo estaba imposibilitado de vivir, siempre tuvieron fe en mí y eso hace la diferencia.

El "Robin Hood" del baile, en cuarentena

San Martín cuenta que vive su cuarentena con la actitud positiva que lo caracteriza: "Pasé tantos dolores en mi vida, que pasar quince días o un mes en mi casa no es el fin del mundo para mí". En este sentido, le cuenta a LA NACION que buscó la forma de seguir dando sus clases de manera virtual, pero que dada la situación, no quería que sus alumnos virtuales tuvieran que pagar por cada encuentro.

"Me planteé cómo generar dinero sin tener que cobrarle a la gente. Así se me ocurrió hacer las clases desde las cuentas de Instagram de otras empresas y cobrarles a ellos por darles visibilidad en la redes generando la interacción de miles de personas al mismo tiempo", explica y agrega: "Creo que una empresa está mucho más capacitada para pagar un servicio en este momento que muchos otros".

Fue gracias a esta idea que el coreógrafo superó los 100 mil seguidores en su Instagram y según cuenta, sus alumnas lo bautizaron como "El Robin Hood de la cuarentena", por el hecho de "cobrarle a los que tienen y no a los que les falta". "Me parece que es justo hacerlo de esta forma porque puedo dar clases de gimnasia gratis para todos y mantengo mi trabajo sin cobrarle nada a la gente", asegura.

-En tu Instagram hay muchas mujeres famosas que toman clases con vos, ¿cómo empezaron esas amistades en tu vida?

-Desde que hice el "Patinando..." me quedaron algunos vínculos y cuando empecé a dar clases les avisé a todas, pero la realidad es que con el tiempo me hice amigas únicas y creo que confían en mí por mi discreción. Lo que más odio es la traición y saben que yo nunca podría fallarles.

-Así lograste cosas impensadas, como que Nicole Neumann y Pampita Ardohain tomaran clases virtuales con vos el mismo día en esta cuarentena...

-Tal cual. A la mañana le di una clase a Nicole y a la tarde otra a Pampita y a las pocas horas las dos subieron un fragmento de la clase con las mismas coreos. Parece impensado, pero no, dos figuras tan opuestas mediáticamente, subieron el mismo video.

-Este mes te ibas a casar con tu pareja, Jorge Noval Álvarez, ¿tuviste que suspender todo por el coronavirus?

-Sí, el 24 de abril tengo fecha en el civil. Si levantan la cuarentena todavía estamos a tiempo, pero lo que sí vamos a tener que posponer es la fiesta que ya estaba pactada, teníamos 300 invitados. Lo importante es encontrar a la persona con la que sos feliz, ya habrá tiempo para casarnos. Somos felices a pesar de que somos tan diferentes. Él es diplomático, o sea, nada que ver. Yo pongo todo mi desparpajo y él toda su seriedad.

-Está claro que tu actitud de ir hacia adelante en la vida marcó a fuego tu resiliencia...

-Exactamente. Consciente o inconscientemente yo lo tenía sellado en mi ADN. Fueron tantos 'no' y tantas trabas para avanzar durante mis primeros años de vida que la única fuerza que me surgió desde adentro era impulsarme hacia el 'sí'. A pesar de tantos obstáculos aquí estoy. Después de tantos pronósticos, no estoy roto, estoy más entero que nunca.

-¿Por qué callaste durante 37 años tu experiencia de superación?

-Nunca me embanderé con mi historia, nadie sabía, ni mis alumnas de toda la vida, ni mis vecinos de Punta del Este. Cuando me ofrecieron dar la charla Ted, yo dije 'ni loco'. No era algo de lo que pudiera hablar, me costaba mucho, me largaba a llorar desconsoladamente. No podía sacar afuera lo que fui. Para mí no tenía nada que ver con quien soy ahora. Después de un año acepté y me presenté, y también tuve apoyo psicológico cada vez que lo necesité.

-¿Cómo fue esa primera vez que contaste tu diagnóstico?

-Invité a todos mis alumnos y amigos en ese momento y cuando me preguntaron de qué iba a hablar les dije que era algo de baile. Ellos pensaron que me iba a referir a algo de técnica, pero cuando terminé la charla no lo podían creer. '¿Cómo te pudiste callar tantos años? ' me decían.

-Después de abrirte, ¿sentiste que valió la pena contarlo?

-Fue liberador. Y la verdad es que me hizo sentir muy bien porque ayudé a mucha gente que sufría de la misma enfermedad y no veía una luz al final del túnel. Siempre pienso que es paradójico que alguien como yo, que no se podía mover, logre que miles de personas se muevan al mismo tiempo.