No es casualidad que el presunto espía de Cuba promoviera políticas de Trump y de derecha | Opinión

Después de esto Miami —hogar de un ex diplomático descrito por las autoridades estadounidenses como uno de los espías más dañinos en la historia de Estados Unidos— no sacudirá nunca su reputación como la indiscutible Casablanca caribeña.

El presunto y arrestado espía de la Cuba gobernada por el Partido Comunista vivía, según registros públicos, en el piso 17 de una lujosa torre de condominios de Brickell Avenue, frente a tiendas de lujo capitalistas y restaurantes y lugares de entretenimiento publicitados como “de primera calidad y clase mundial”.

Rara vez se le identificaba por su verdadero nombre de pila, Víctor.

Quienes lo conocían le llamaban por su segundo nombre, Manuel, o por su apellido, Rocha.

No hay fotos en el dominio público de Víctor Manuel Rocha, de 73 años —ex embajador de Estados Unidos en Bolivia, funcionario del Departamento de Estado con acceso a información clasificada sobre asuntos de seguridad nacional y asesor en una importante firma de Brickell— sin traje y corbata.

Quizá Rocha fuera agente secreto de un país tercermundista, como le acusa el Departamento de Justicia de Estados Unidos, y un valioso activo para ayudar a sostener la dictadura más longeva del continente americano, una dictadura que mantiene a la gente pobre y reprimida, pero él disfrutaba de la buena vida de un conservador elitista en Miami; hasta ahora, un conservador respetado.

El mejor disfraz de Rocha: ser el típico y pulido simpatizante MAGA de Miami-Dade del ex presidente Donald Trump. Como tal, se unió al coro político local que presionaba para que Trump revirtiera la política de deshielo del presidente Obama a favor de una línea dura con Cuba.

Como sus manejadores en Cuba le dijeron que “llevara una vida normal”, Rocha es grabado diciéndole a un agente encubierto, “he creado la leyenda de una persona de derecha”.

¿Adivine a quién le hizo Rocha dos donaciones políticas por un total de $750, el año pasado, en Miami?

A la campaña de la congresista republicana María Elvira Salazar, acérrima crítica del presidente Biden y partidaria de Trump, una ex periodista que en 1995 consiguió una exclusiva y polémica entrevista nada menos que con Fidel Castro.

En plena forma, Salazar usó el presunto espía delatado por la administración Biden para decirle en el medio social X a esa misma administración y en dos idiomas que “¡despierte!” ante el espionaje de Cuba.

Así es el mezquino y partidista mundo miamense de los políticos de peso ligero, un lugar donde prosperan los espías. ¿A quién le importa ahora que le devuelva las donaciones a un hombre preso?

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¿Por qué a favor de Trump?

Es mejor hacer balance, y pensar críticamente para variar.

Rocha ha sacudido no solo a la comunidad de inteligencia, sino también al establishment del exilio cubano que, hasta el gobierno de Obama, monopolizaba la política entre Estados Unidos y Cuba. Educado en la Ivy League, participó en foros como los del derechista Instituto de Estudios Cubano-Americanos, que en su día tuvo su sede en la Universidad de Miami.

El embajador James Cason y Manuel Rocha junto con Jaime Suchlicki durante el evento “Política de Estados Unidos hacia Cuba: una conversación con diplomáticos estadounidenses” en el Instituto de Estudios Cubano-Americanos en enero 23, 2009.
El embajador James Cason y Manuel Rocha junto con Jaime Suchlicki durante el evento “Política de Estados Unidos hacia Cuba: una conversación con diplomáticos estadounidenses” en el Instituto de Estudios Cubano-Americanos en enero 23, 2009.

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El secretario de Justicia, Merrick Garland, dijo que lo que Rocha hizo en nombre del régimen cubano durante 40 años es “una de las infiltraciones más profundas y duraderas en el gobierno de Estados Unidos por parte de un agente extranjero”. Llevará años desentrañar el daño causado por Rocha, nacido en Colombia y criado en Nueva York, quien fue subdirector en 1996, año crucial en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana.

Las acusaciones de que estuvo ayudando al gobierno cubano desde 1981, y de que se jactó de ello ante el agente federal encubierto que le investigaba, están recogidas en una denuncia federal.

Tendrán que probarse ante un tribunal, pero la cronología sitúa a Rocha cerca de importantes acontecimientos del exilio cubano y de los esfuerzos de Estados Unidos por inspirar la democracia en la isla.

Más recientemente, Rocha fue un firme partidario de Trump, quien cerró Cuba a los viajeros estadounidenses e impuso sanciones, según han declarado a los medios amigos, viejos conocidos y colegas diplomáticos.

Con ello, Trump puso fin a la influencia estadounidense sin parangón que alcanzó Obama con su viaje a La Habana, especialmente su discurso televisado a favor de la democracia. El apoyo de Rocha a Trump debería abrir los ojos a los miamenses que se apresuran a etiquetar a los demócratas y a todos los que ven el valor de la distensión de comunistas o socialistas.

¿Qué mejor manera de dividir a los cubanoamericanos que fomentar el apoyo sectario a un presidente de tendencia fascista? ¿Qué mejor manera de desacreditarnos que convertirnos en leales a un solo partido como los tiranos del otro lado del Estrecho de la Florida?

El cabildeo anticastrista más influyente la Cuban American National Foundation (CANF), creada en 1981, era bipartidista y sabiamente hacía donaciones de campaña a republicanos y demócratas.

Cuando el heredero del liderazgo de la FNCA, Jorge Mas Jr., recibió a Obama en Miami y le aseguró que habría un amplio apoyo en la comunidad de exiliados para la apertura hacia Cuba, The New York Times informó en 2016 desde La Habana: “Con la visita de Obama a Cuba, las viejas líneas de batalla se desvanecen”.

Pero ya sabemos cómo acabó aquello. ¿Quién se opuso al discurso y a la presencia de Obama en Cuba tan estridentemente como los exiliados de derecha?

Fidel Castro, el hombre al que las acusaciones dicen que servía Rocha.

Impulsar a la derecha a beneficio de la izquierda

El juego de Rocha, según los cargos que se le imputan, era abogar por la derecha para beneficiar a la izquierda.

Causó un gran revuelo al hacerlo en 2002, en Bolivia.

A pesar de que se supone que los diplomáticos estadounidenses no deben inmiscuirse en las elecciones, Rocha advirtió a los electores en un discurso que no votaran por el candidato de izquierda Evo Morales o Estados Unidos suspendería la asistencia.

La gente se enfadó por la injerencia estadounidense y Morales —amigo de Castro— perdió, pero al final, volvió a postularse y ganó en 2006.

Historia del espionaje en Miami

Los espías de Miami son tan antiguos como el exilio. Se presentan con todo tipo de disfraces, pero tienen un rasgo distintivo común: Se presentan como partidarios de la línea dura.

El espía más famoso de Cuba, el ex mayor de la Fuerza Aérea cubana Juan Pablo Roque, presumía de ser “el doble cubano de Richard Gere”. Se casó con una cubanoamericana republicana y se infiltró en Hermanos al Rescate, el grupo de exiliados que ayudaba a rescatar a balseros cubanos perdidos en el mar.

Roque informó de las incursiones del grupo en el espacio aéreo cubano para lanzar panfletos sobre La Habana. Huyó de regreso a Cuba justo antes de que cuatro pilotos cubanoamericanos en dos Cessnas fueran derribados por Migs cubanos sobre aguas internacionales el 24 de febrero de 1996.

Es curioso que Rocha estuviera destinado en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana. Si las acusaciones de que era un espía son ciertas, estaba en posición de pasar información crítica y dar forma a la respuesta de Estados Unidos. Después de la tragedia, las conversaciones en curso en la administración de Clinton sobre la mejora de las relaciones con Cuba, terminaron.

No es una coincidencia.

Como castigo, Clinton firmó la Ley Helms Burton, ampliando el alcance del embargo estadounidense y dando a Cuba otra forma de desviar la culpa de las desastrosas políticas económicas a un embargo más estricto.

Según el Departamento de Justicia, Rocha espió para Cuba durante cuatro de las seis décadas en que el régimen cubano ha estado en el poder, entregándole información de inteligencia.

No hay mejor lugar para esconderse que una ciudad donde los exiliados acusan falsamente de agentes del castrismo y el comunismo a quienes no están de acuerdo con su estrategia para Cuba.

Entre tanto ruido, nadie sospecha de El Elegido.