Carter, un modelo para los que se dicen: "¿Por qué yo no?"

JIMMY CARTER-¿POR QUÉ YO NO? (AP)
JIMMY CARTER-¿POR QUÉ YO NO? (AP)

En un momento en que la campaña de 2024 está comenzando, los actores políticos están viéndose al espejo y decidiendo si ven en él a un presidente estadounidense que los mira.

No fue distinto para Jimmy Carter en los primeros años de la década de 1970. Y requirió reunirse con varios aspirantes a la presidencia y luego el aliento de un estimado ex secretario de Estado antes de que el joven gobernador de Georgia, que nunca había conocido a un presidente, se viera a sí mismo como alguien de mayor estatura.

Anunció su postulación a la Casa Blanca el 12 de diciembre de 1974, en medio de las repercusiones de la guerra de Vietnam y la renuncia del presidente Richard Nixon. Luego aprovechó su estatus de ser desconocido —y políticamente impoluto— para convertirse en el 39no presidente de Estados Unidos. Desde entonces, ese avance relámpago ha sido un modelo, explícito o no, para los aspirantes.

“El ejemplo de Jimmy Carter creó sin duda un intervalo de 50 años de personas que dicen: ‘¿Por qué yo no?’”, dijo Steve Schale, que trabajó en las campañas del presidente Barack Obama y desde hace mucho tiempo respalda al presidente Joe Biden.

El ascenso de Carter está siendo objeto de nueva atención mientras el político y activista de 98 años recibe cuidados paliativos en su casa en Plains, Georgia.

David Axelrod, que ayudó a organizar el ascenso de Obama en cuatro años de senador estatal a la Oficina Oval, dijo que el modelo de Carter versa más acerca de cómo su estrategia de apoyarse en la comunidad convirtió las asambleas partidarias de Iowa y las primarias de Nueva Hampshire en su trampolín.

“El país tenía una mancha moral, y este era un tipo con fe profunda”, señaló Axelrod. “Parecía ser un nuevo comienzo, y creo que él entendía que podía ofrecer algo distinto que podría estar a la altura de lo que se requería”.

Donna Brazile, que manejó la campaña presidencial del demócrata Al Gore en el 2000, se inició en las dos campañas nacionales de Carter. “En 1976, simplemente era el momento de Jimmy Carter”, dijo.

Desde luego, las semillas de su postulación a la presidencia germinaron incluso antes de que Nixon ganara un segundo periodo y ciertamente antes de que renunciara en agosto de 1974.

Carter dice que no se postuló a gobernador en 1966 —perdió la contienda— ni en 1970 pensando en Washington. Incluso cuando anunció su postulación a la presidencia, ni él ni sus allegados más cercanos tenían una confianza total en que lo lograría.

“¿Presidente de qué?”, le respondió su madre cuando él le platicó sus planes.

Pero poco después de que se convirtió en gobernador en 1971, el equipo de Carter lo visualizó como un político de nivel nacional. Se sintieron alentados en parte por la portada de la revista Time del 31 de mayo, en la que Carter aparecía junto al encabezado: “Dixie silba una tonada distinta” (Dixie es un término para referirse al sur de Estados Unidos, en especial a los estados que formaron la Confederación en la Guerra Civil). En el interior, un perfil favorecedor decía que Carter era un gobernador modelo del “Nuevo Sur”, un término utilizado por los reformistas que pedían una modernización de la sociedad y las actitudes de los estados sureños tras la guerra.

En octubre de 1971, el doctor Peter Bourne, un médico de Atlanta y aliado de Carter que con el tiempo se convertiría en el funcionario encargado de combatir las drogas en Estados Unidos, le envió a su amigo político un memorándum no solicitado en el que le esbozaba cómo podría ser elegido presidente. El 17 de octubre, un amplio círculo de asesores se reunió con Carter en la mansión del gobernador para examinarlo. Carter, en ese entonces de 47 años, traía una camiseta y pantalones vaqueros, según su biógrafo Jonathan Alter.

El equipo, en el que estaba la esposa de Carter, Rosalynn, ahora de 95 años, comenzó a sopesar la idea seriamente.

“Nunca usamos la palabra ‘presidente’”, recordó Carter al cumplir 90 años, “sino sólo nos referimos a ‘un puesto a nivel nacional’”.

Carter invitó a destacados demócratas —afincados en Washington, los cuales se habían postulado o sopesaban postularse en 1972— a reuniones privadas en la mansión. Más adelante aprovechó de buena gana la oportunidad de encabezar la campaña nacional del Comité Nacional Demócrata. Ese puesto le permitió viajar por el país ayudando a los candidatos en toda la boleta.

Estaba entre los gobernadores sureños que se inclinaban a ser el compañero de fórmula de George McGovern en 1972. Alter dijo que Carter nunca fue considerado seriamente para ser postulado a la vicepresidencia.

De todas formas, Carter conoció, entre otros, al exvicepresidente Hubert Humphrey y a los senadores Henry Jackson de Washington, Eugene McCarthy de Maine y McGovern de Dakota del Sur, que fue arrollado por Nixon en los comicios.

Posteriormente, Carter explicó que previamente había definido el puesto más alto de la nación por los que lo habían ocupado y habían sido inmortalizados con monumentos.

“Por primera vez”, le dijo Carter al New York Times, “comencé a comparar mis propias experiencias y mi conocimiento del gobierno con los candidatos, no frente a ‘la presidencia’ y no frente a Thomas Jefferson y George Washington. Eso facilitó mucho las cosas”.

El asesor Hamilton Jordan elaboró un plan detallado de campaña en el que planteaba promocionar las credenciales de Carter de buen gobierno y de ser alguien externo a Washington ante los votantes desilusionados en general, incluso antes del escándalo de Watergate. Pero el equipo aún hablaba y escribía en un lenguaje cifrado, como si no fuese obvio a qué se referían con eso de “cargo elevado”.

Durante su campaña se reportó que Carter les dijo a sus familiares alrededor de la Navidad de 1972 que se postularía en 1976. Más tarde Carter escribió en unas memorias que una visita del exsecretario de Estado Dean Rusk en 1973 reafirmó sus inclinaciones.

Carter describió a Rusk en términos elogiosos. “Nuestro ciudadano de Georgia más distinguido”, llamó Carter al hombre que encabezó el Departamento de Estado durante los gobiernos de John F. Kennedy y Lyndon Johnson.

Durante otra reunión privada en Atlanta, Rusk le dijo directamente a Carter: “Gobernador, creo que usted debería postularse a la presidencia en 1976”. Eso, escribió Carter, “retiró las dudas que aún nos quedaban”.

Schale dijo que el proceso no siempre es tan complicado.

“Estas ya son personas intensamente competitivas”, dijo de los gobernadores, senadores y otros que ocupan altos puestos públicos. “Si ya estás enfrascado en esa capacidad, es difícil dejarla”.

Pero Schale y Axelrod hicieron énfasis en que las circunstancias importan.

“Consideramos que lo que la gente sentía estaba ausente de nuestra política”, dijo Axelrod con respecto a Obama y su tema de “Esperanza y cambio”.

“Él parecía estar posicionado en forma única para responder a ese llamado... donde otros no lo estaban”, explicó Axelrod, aludiendo a los largos antecedentes de Hillary Clinton de ser un lastre dado el enojo de los votantes por la guerra en Irak y otros asuntos al concluir la presidencia de George W. Bush.

El republicano Donald Trump contraatacó en 2016, aprovechando una ola populista de descontento tras dos periodos de Obama. Schale hizo notar que Biden, vicepresidente en ese entonces, renunció a postularse en ese año en parte porque Obama respaldó en privado una segunda postulación de Clinton.

Sin embargo, en 2020, Biden, en ese entonces de 77 años, dejó el retiro específicamente para atacar incesantemente a Trump, calificándolo de “una amenaza a la nación”. Biden ganó.

“¿Se hubiera postulado si hubiera habido cualquier otra persona en el puesto que no fuera Trump? De ninguna manera”, señaló Schale.

Ahora de 80 años, aparentemente el presidente se va a volver a postular. Y también Trump, de 76 años. Eso ha atraído a nuevos mensajeros al escenario con lo que esperan sea el mensaje correcto.

“Estamos listos, listos para dejar atrás las ideas rancias y los nombres desteñidos del pasado”, dijo Nikki Haley, la exembajadora ante la ONU de 51 años, al lanzar su candidatura el 15 de febrero, la cual no se ubica entre las favoritas.

La exhortación de la republicana de Carolina del Sur para que haya “una nueva generación que nos encabece” parecería ser un equivalente potencial en 2024 del demócrata de Georgia que les dijo a los electores en su discurso inaugural de 1976: “nuestra confianza ha sido traicionada”.

“Jimmy Carter nos mostró que es posible pasar de ser un desconocido a presidente en un lapso de 18 o 24 meses”, dijo Jared Leopold, destacado asesor del intento infructuoso de Jay Inslee, gobernador del estado de Washington, para obtener la nominación demócrata en 2020.

“Para la gente que está decidiendo si participará (en la contienda), es una verdadera inspiración”, continuó Leopold, “y ese es un verdadero éxito de la democracia estadounidense”.