Carmen Sánchez, la mujer quemada con ácido, que arrancó un pedazo de justicia al Estado mexicano

Carmen Sánchez, en el centor de la imagen en una protesta para exigir justicia en su caso. REUTERS/Gustavo Graf
Carmen Sánchez, en el centor de la imagen en una protesta para exigir justicia en su caso. REUTERS/Gustavo Graf

Navegando por redes sociales me saltó el nombre de Carmen Sánchez, la mexicana que ya hizo historia en la lucha de las mujeres violentadas con químicos en México y en América Latina. Así, luego de casi 10 años de lucha -en los que sufrió revictimización por parte de la justicia mexicana- llegó la justicia para Carmen.

La ahora activista y estudiante de derecho logró que el 11 de mayo de 2023 una jueza de Chalco, Estado de México, dictara 46 años de prisión a su victimario con quien vivió 10 años y tuvo una hija, Efrén García, por intento de feminicidio y no como un delito por lesiones, como la justicia mexicana tipifica esta forma de violencia de género.

En México, el ataque con ácido hacia una persona es castigada como lesiones a la salud con hasta 15 años de prisión según el Código Penal Federal y a la Ley Federal de Víctimas; sin embargo, para la activista esto no es suficiente porque para las víctimas de esta forma de violencia “esto es un intento de feminicidio, a nosotras nos intentaron asesinar con ácido, nos han robado todo, la identidad, nuestra libertad, nuestro proyecto de vida”, indicó la sobreviviente.

“La violencia machista y el ácido me deformaron”

En entrevista, Sánzhez quien luego de su ataque permaneció ocho meses en un hospital señala que “hasta el 11 de mayo, era la mujer quemada con ácido, la mujer que trataba de buscar justicia y que hoy puedo decir que soy Carmen Sánchez, la mujer que le arrancó un pedazo de justicia al Estado mexicano”. Sin duda arrancarle ese pedazo de justicia fue un verdadero calvario para la activista previo y después de su ataque.

La mujer que ha tenido que realizarse 65 cirugías para poder reconstruir su rostro cuenta, que pese a este sufrimiento toda la rabia que sentía al mirarse al espejo, así como su necesidad económica la orilló a continuar su lucha y nunca desistir: “porque a mí, la violencia machista y el ácido me deformaron, yo era un monstruo, entonces eso me orillaba a continuar, yo no tuve el tiempo para procesar y asimilar y llorarle a mi duelo, a mí la necesidad económica me hizo salir”. De acuerdo con la Conapred, esta violencia de género “son agresiones con una altísima carga simbólica. Pretenden marcar de por vida... Al mirarse al espejo, al observar las reacciones de los otros. Es la marca de la posesión”.

“No solo me enfrenté a este hombre que intentó asesinarme… sino a la violencia institucional”

Al ser cuestionada por los desafíos para llegar a esta condena, señaló “que si bien la justicia debería ser pronta y expedita, en mi caso no fue así, pero yo se la saqué y quiero decirle a todas las mujeres que nunca les diga que no vale la pena luchar porque aquí está mi ejemplo de que si se vale luchar, que el silencio no nos va a proteger jamás y que así pasen uno, dos, tres o cuatro años vamos a lograr ser escuchadas porque muchas mujeres nos acuerpan”.

Sánchez indica que ese ataque del 20 de febrero de 2014 “fue la culminación a un montón de violencias”, entre ellas un ataque con picahielos en el 2013, así como el robo de su hija en dos ocasiones, entre otras.

“Dentro de la relación siempre me di cuenta que estaba viviendo violencia, el miedo y las amenazas me mantenían dentro de esa relación, yo era una mujer muy joven, él es un hombre 14 años mayor que yo y siempre había amenazas y no eran amenazas pequeñas, desde la primera vez que me amenazó fue: si tú te atreves a dejarme o si te atreves a engañarme tu cuerpo lo haré en pedacitos, lo voy a poner en un costal y se lo voy a echar a los perros y tu cara se la voy a mandar a tu mamá en un nicho de cristal, entonces desde ese momento yo sabía que no me lo estaba diciendo de broma, yo traté de salir de esa relación fui a buscar a quien me apoyara…”

Al principio, Carmen Sanchez pidió ayuda a las profesoras de sus hijas, a las autoridades de su localidad; sin embargo, señala que, por ejempl, en el DIF sólo le daban folletos para informarse. Luego, sus hijas crecieron… se daban “cuenta de toda la violencia que se vivía” y fue como decidió buscar “otras instancias para denunciar”, sin embargo no fue bien asesorada y sólo llamaban a Efrén a conciliar y no la orientaban para levantar una denuncia formal porque las autoridades argumentaban que si trataba de meterlo a la cárcel en un futuro sus hijas se lo reprocharían y que además, ella y Efrén “en unos días se iban a reconciliar”.

En ese primer intento, indica, “jamás se me leyeron mis derechos, a mí jamás se me informó cuáles eran los pasos para poder hacer una denuncia formal”. Así luego de cinco citatorios, en el 2013, Efrén se presentó y conciliaron frente a un ministerio público y se acordó que no se llevaría a su hija y no se metería con Carmen, pero al salir del ministerio “se me acercó nuevamente para amenazarme… continuó con la violencia y en ese momento mi vida se puso más en riesgo”. Esa fue la primera vez que Carmen se atrevió a denunciar, le siguieron otras dos denuncias con las que “volvieron las amenazas”, la apatía y revictimización por parte de las autoridades; en su lucha por ser auxiliada escuchó frases como: “ay, ¿y ahora qué le pasó?”, “las lesiones no son profundas, está viva, “está loco, déjelo”; ella sólo quería su seguridad, la de sus hijas y que lo detuvieran.

Carmen Sánchez, una lucha de 10 años para lograr un veredicto. (AP Photo/Ginnette Riquelme).
Carmen Sánchez, una lucha de 10 años para lograr un veredicto. (AP Photo/Ginnette Riquelme).

“Mi piel caía a pedazos… perdí todo en segundos; él escapó”

Una semana antes del día del ataque, Efrén le llamó para preguntarle “si le iba a dar una oportunidad y le dije que no, que ya había encontrado un trabajo y que quería continuar con mis hijas, terminar mi preparatoria y me dijo que no. Me dijo cada una de las cosas que me han pasado por tu culpa me las vas a pagar, te tengo una sorpresa; entonces eso me hacía pensar: me van a matar”. Notablemente consternada, Carmen Sánchez asegura que “es horrible salir a la calle e imaginarte que te van a matar, que tu familia te cree, pero no puede hacer nada”.

Y llegó el 20 de febrero, relata Carmen, “no sé si crean en la intuición, pero ese día a las 6:00 am recuerdo que desperté y no quería levantarme… También recuerdo que me paré frente al espejo y me vi la cara y me puse crema en las manos y en la cara y yo sabía que era la última vez que yo me miraba al espejo… Él llegó a la casa, pero jamás imaginé que iba preparado con el ácido; estuvimos hablando muy poco tiempo y fue cuando me arrojó el ácido luego de preguntarme si no íbamos a regresar y le dijera que no… el ácido perforó en segundos mi piel, me deshizo… no le dio oportunidad a mi familia para salvar toda la parte derecha que perdí de mi rostro porque la piel caía a pedazos, la ropa se desmoronaba sola, mis tenis se deshicieron, el celular que traía en mis manos se deshizo completo, así que cuando vi que el celular se había deshecho en segundos me espanté tanto que supe que mi cara estaba deshecha, perdí todo en segundos… Él escapó y desapareció por siete años”.

Efrén rehizo su vida en otro estado, logró comprarse otro taxi, pero las autoridades nunca lo buscaron… Entonces, asegura Carmen, ”no solo me enfrenté a este hombre que intentó asesinarme, no solo a la violencia machista, si no a la violencia institucional, porque ellos jamás me informaron sobre los derechos, porque se me negó el acceso a mi carpeta de investigación durante cuatro años, se me negaron la medidas cautelares, porque no fui atendida psicológicamente después”, agregando que “el ataque con ácido se pudo haber prevenido, si me hubieran hecho caso en el 2013, ese año en el que yo pude salvar mi vida”.

La ayuda llegó de mujeres: su sicóloga, la activista Natalia Ponce y asociaciones

Sin embargo, gracias al apoyo de su sicóloga y asociaciones de mujeres, así como el respaldo y orientación de Natalia Ponce -colombiana que logró la Ley 1773 de 2016 en su país, luego de también ser víctima- la lucha de Carmen Sánchez rindió frutos para que Efrén esté detrás de las rejas por su intento de feminicidio.

Así, el 11 de mayo de 2023, cuando la jueza dio lectura a la sentencia, para Carmen Sanchez “fue volver a revivir ese 20 de febrero, el ácido en mi cuerpo, el ardor, el dolor físico, emocional, el dolor de mi mamá, de mis hijas, mis hermanas… era escuchar las palabras de los ministerios públicos cuando me decían que ya no tenía caso… que se lo dejara a Dios y cuando llegó el momento en que la jueza reconoce que él era culpable y que eran 46 años, en ese momento eran las ganas de salir y gritar: él es Efrén García Ramírez el hombre que intentó asesinarme, el hombre que estuvo gozando de la libertad que le brindó el estado”.

Agrega, que efectivamente, es la primera sentencia en México que castiga una tentativa de feminicidio con ácido de esta manera con 46 años de cárcel “porque creo que deja muy claro que el ataque con ácido o con sustancia química puede llegar a la muerte. Así, en palabras de la la futura abogada, si su agresor sólo hubiera sido acusado por el delito de lesiones simples, habría recibido seis años de cárcel y no 46.

Que todas las mujeres tenga una vida libre de violencia, el sueño de Carmen

Finalmente, Carmen señala que su mayor sueño es que ninguna mujer atraviese lo que ella vivió y que “todas las mujeres puedan tener una vida libre de violencia”. En México no hay registro oficial de las víctimas de ataque ácido, sin embargo, la fundación que preside Carmen Sanchez y la cual fundó en 2021 indica que desde sus registros suman 28 víctimas en las últimas dos décadas. Asimismo, señala que la CDMX, Puebla y el Estados de México son las entidades con más registros; el 85% de los casos el autor intelectual fue un hombre, el 90% de los ataques es dirigido al rostro.

A la lucha de Carmen, se suma el caso de María Elena Ríos, saxofonista sobreviviente de un ataque con ácido, quien también busca reclasificar esta violencia de género de lesiones a intento de feminicidio e impulsar un marco legal que facilite el acceso a justicia y la reparación de daños en el país. El 2 de marzo de 2023, se convirtió en el primer estado en aprobar que los ataques con ácido sean considerados como tentativa de feminicidio con penas de 26 a 40 años de prisión.

Sin duda, comparto el sueño de Carmen: por un país, un mundo donde las mujeres tengan una vida libre de violencia. Según la organización Acid Survivors Trust International, se registran 1,500 ataques cada año a nivel mundial, y el 80% son hacia mujeres. Colombia ocupa el tercer lugar a nivel mundial con 100 casos cada año.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

Insólito: Fuerte tormenta se lleva un tianguis entero en Veracruz.