Carlos Pagni: Alberto, Cristina y Massa son tres náufragos en una balsa

Buenos Aires, 20 nov (EFE).- El presidente de Argentina, Alberto Fernández; su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y el “superministro” de Economía, Sergio Massa, “son tres náufragos en una balsa”, asegura en una entrevista con EFE el periodista Carlos Pagni, uno de los más influyentes comunicadores del país suramericano. “Y como todo náufrago -agrega-, están escasísimos de altruismo entre ellos”.

“Cada uno tiene un proyecto que salvar. Son el resultado de dos propuestas que es muy difícil que funcionen”, opina Pagni (La Plata, 1961). “La primera es un diseño de poder muy disfuncional que inventó Cristina, donde el que manda no es el presidente”.

“Y la segunda es un régimen populista, de ideología estadocéntrica y distribucionista, que tiene que hacer un ajuste fiscal y monetario”, señala este periodista, historiador y analista político, que recuerda que el contexto actual es muy distinto de “la época de bonanza” que había cuando el kirchnerismo empezó a gobernar.

Carlos Pagni considera que “el kirchnerismo está en problemas porque se ve obligado a hacer un ajuste y -al mismo tiempo- quiere ser la expresión de los que están descontentos con ese ajuste”.

Elegido en los últimos años como “el mejor periodista de Argentina”, Pagni escribe en los diarios La Nación (Argentina) y El País (España). Además, presta servicios de consultoría política a empresas e instituciones y conduce la serie documental “Pequeñas historias para entender la Argentina” y el programa “Odisea Argentina”, dedicado a analizar las claves políticas y económicas del país.

“Si no entiendes de economía, es muy difícil explicar la Argentina”, opina. “Argentina tiene crisis cíclicas que explican mucho su vida política y también el malestar creciente que hay en la sociedad”.

EL BUCLE DE LA ECONOMÍA ARGENTINA

En "La Odisea" de Homero los poemas arrancan cuando la mayoría de los acontecimientos ya han ocurrido o se encuentran en evolución. Después, el relato retrocede para explicar el inicio de la historia, en una especie de bucle. Argentina también sigue esa secuencia repetitiva.

“Hay un problema en la estructura de la economía argentina. No es un problema coyuntural, es un problema estructural (…), necesitamos muchísimos más dólares de los que producimos para mantener el nivel de vida que mantenemos”, explica.

"Y como vivimos por encima de nuestras posibilidades, nos encontramos cíclicamente con un problema de falta de dólares”.

Aunque no le gusta hablar de sí mismo, Pagni confiesa que en algún momento de su vida profesional se ha sentido perseguido por su trabajo periodístico.

“Argentina es un país un poco despiadado en ese sentido (…), no me gusta ponerme en plan víctima, pero sí, como a muchos otros periodistas me ha tocado pasar por momentos desagradables”, confiesa.

Sin embargo, minimiza esas situaciones argumentando que “quien describe el poder y muestra sus mecanismos, sabe que va a ser víctima de ellos”.

Aunque le fascina la política, Carlos Pagni jamás se dedicaría a ella, porque tiene muy clara la diferencia entre un periodista político y un político profesional.

“El periodista -como el analista y el cientista- tiene la aspiración, siempre inalcanzable, de aproximarse a la verdad para explicar lo que pasa”, en tanto que “el político tiene una relación con la verdad que busca persuadir, convencer para que le voten”.

En la serie documental "Pequeñas historias para entender la Argentina", Pagni habla de “la conversión del adversario político en fervoroso enemigo”, un fenómeno muy parecido a la grieta que hoy divide al país.

“No es un fenómeno solamente argentino -dice-, a mí me gusta mucho ejemplificar este problema con un extraordinario cuadro de Goya que está en el Museo del Prado que se llama ‘Duelo a garrotazos’”.

“Son dos personas que están enterradas hasta las rodillas en un duelo en el que el final inevitable es la muerte, porque ninguno puede huir. A este problema se llega cuando se asumen posiciones dogmáticas”, sostiene.

BRASIL SE ESTÁ ARGENTINIZANDO

Esta tendencia al enfrentamiento cainita es un problema que durante muchos años aquejó a España y que ahora afecta a países, como Estados Unidos y Brasil, que no estaban acostumbrados a esta polarización.

“Brasil, donde estaba mal visto pelearse, ahora se está argentinizado”, afirma.

Convencido de que “habría sido una sorpresa enorme que ganara (Jair) Bolsonaro y no (Luiz Inácio) Lula (da Silva)”, Carlos Pagni piensa que habría sido “dramático para Brasil y para toda América Latina” que cundiera la sospecha sobre la transparencia de las recientes elecciones presidenciales.

“No debemos olvidar que Brasil es vecino de todos los países de Sudamérica, salvo Ecuador y Chile. Todos estamos condenados a llevarnos bien con Brasil”.

Para que América Latina alcance un óptimo grado de desarrollo “necesita generar las condiciones para que haya más inversión, y eso implica curarse de una enfermedad que es gran patología de la región: la corrupción y la instalación de mafias”, asevera.

“Ésa es la causa y -a su vez- la consecuencia de los problemas estructurales de desigualdad y pobreza” en la región. “Un sistema con esos niveles de patología y deformación no atrae la inversión, la repele”, asegura. ¿Y cómo se corrige eso? A su juicio, “con clases políticas que tengan capacidad de acuerdo y con mayor integración internacional”.

En su condición de historiador, Pagni encuentra el reflejo de la transición española en los acontecimientos ocurridos en Argentina con la caída de la Junta Militar y la elección en 1983 de Raúl Alfonsín como presidente.

“El origen de la democracia, lo que se llamó la “primavera alfonsinista”, era como una especie de primavera española. Nosotros nos vemos reflejados en el fin del franquismo y el surgimiento de la democracia en España”.

“Argentina, 1985”, una película estrenada a finales de septiembre que fue vista por doscientas mil personas en sus primeros cuatro días de exhibición y que describe el proceso acusatorio contra los responsables de la dictadura a cargo del fiscal Julio César Strassera, está removiendo la conciencia de muchos argentinos.

“Es una gran película que toca un tema muy traumático para Argentina. Nos vuelve a poner frente al problema impensable e inconcebible de la desaparición de personas”, explica Pagni acerca de un filme que aborda dos temas de extraordinaria vigencia en Argentina: la necesidad de una justicia intachable y la virtud personal de quienes la representan.

“Strassera sufrió amenazas y presiones, y actuó con una gran dignidad, sin narcisismo ni egocentrismo”, asegura Pagni, quien a pesar de elogiar la cinta dirigida por Santiago Mitre y protagonizada por Ricardo Darín, lamenta que “la película es mezquina” a la hora de reconocer el papel decisivo del presidente Raúl Alfonsín para sentar a los militares en el banquillo de los acusados.

“Pero es una película extraordinaria; no conozco a ninguna persona de aquella generación que tenga espíritu democrático que no la vea con lágrimas en los ojos”, afirma.

MENEM, EL MÁS RARO DE LOS PERONISTAS

Carlos Pagni reconoce su admiración como personaje de la historia política argentina por Carlos Menem, presidente entre 1989 y 1999.

“De las personas que yo conocí en política, debe ser la más naturalmente talentosa en la administración de algo tan misterioso como es el poder (…) , no era un tipo moderno políticamente, hubo mucha corrupción en su gobierno”, pero “era el más raro de los peronistas”.

Al igual que Felipe González en España y Lula da Silva en Brasil, Carlos Menem hizo una reforma capitalista en Argentina a pesar de que procedía de un sector político que estaba en contra, subraya Pagni.

Y uno de los hechos más sorprendentes de su administración fue que en 1994 “una Convención Constituyente en la que estaban representados proporcionalmente todos los partidos políticos reformara la Constitución en apenas tres meses sin caos ni escándalo”.

¿Por qué lo pudo hacer Menem y no lo ha podido hacer Chile? Carlos Pagni responde con contundencia: “porque Menem no era una fracción y pactó con los otros. En Chile la Constituyente intentó ser -y no pudo- la solución a un conflicto.

Manuel Fuentes

(c) Agencia EFE