El camino serpenteante de un miembro de la Fuerza Aérea de Estados Unidos termina en su inmolación para protestar contra Israel

En una fotografía sin fecha proporcionada por Ashley Schuman, Aaron Bushnell, el militar de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que se inmoló frente a la embajada de Israel en Washington el 25 de febrero de 2024, en un viaje a Jerusalén en julio de 2016. (Ashley Schuman vía The New York Times)
En una fotografía sin fecha proporcionada por Ashley Schuman, Aaron Bushnell, el militar de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que se inmoló frente a la embajada de Israel en Washington el 25 de febrero de 2024, en un viaje a Jerusalén en julio de 2016. (Ashley Schuman vía The New York Times)

Una tarde de esta semana, vestido con su uniforme de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Aaron Bushnell caminó hasta la embajada de Israel en Washington y con tranquilidad manifestó su intención de “participar en un acto extremo de protesta” contra la ofensiva del Ejército israelí en la Franja de Gaza.

Procedió a vaciar un líquido inflamable sobre su cabeza rapada, se acomodó sobre la frente su gorra de camuflaje y se prendió fuego. “¡Palestina libre!”, gritó varias veces antes de desplomarse sobre el pavimento.

En los días que han pasado desde este impactante acto, el cual Bushnell plasmó en una transmisión en vivo, sus amigos y familiares han estado tratando de entender cómo un joven al que conocían como un chico tímido y reflexivo de una comunidad cristiana aislada de Massachusetts, quien se convirtió en un alto militar que trabajaba en la defensa cibernética en el estado de Texas, llegó a escenificar una protesta tan fatal y definitiva.

“Me cuesta trabajo asimilarlo”, comentó Ashley Schuman, de 26 años, quien conocía a Bushnell desde la infancia. “Dije: ‘¿Pero cómo? ¿Cómo es posible que hayas llegado hasta aquí?’”.

La inmolación de Bushnell ha provocado una serie de vigilias en su honor, dado lugar a nuevas manifestaciones contra los ataques de Israel y originado críticas por parte de algunas personas que consideran esta protesta como un acto suicida que no se debería celebrar.

Algunas cosas que Bushnell, de 25 años, escribió en fechas recientes indicaban que había planeado esta acción con detalle a fin de enfocar la atención en el ataque de Israel a los palestinos en Gaza, donde el ministerio de salud local afirma que casi 30.000 palestinos han sido asesinados. Israel lanzó su campaña en el mes de octubre tras el ataque de Hamás en el cual, según las autoridades de Israel, murieron cerca de 1200 israelíes y casi 250 personas más fueron tomadas como rehenes.

Manifestantes protestan en contra de las operaciones del Ejército israelí contra Hamás, en Washington, el 13 de enero de 2024. (Allison Bailey/The New York Times)
Manifestantes protestan en contra de las operaciones del Ejército israelí contra Hamás, en Washington, el 13 de enero de 2024. (Allison Bailey/The New York Times)

En las horas que antecedieron la protesta de Bushnell, este envió un correo electrónico a varios medios de comunicación independientes con el título: “Contra el genocidio”, en el cual incluyó un enlace al sitio web donde después apareció un video de su inmolación. “Les pido que se aseguren de conservar las imágenes e informar sobre ellas”, escribió. En días recientes, Bushnell también había enviado su testamento a un amigo en el cual adjudicaba sus posesiones.

Según quienes lo conocieron, en los últimos años, Bushnell había tomado cada vez más distancia de su educación conservadora y de su carrera en el Ejército, se había dedicado al activismo anarquista y de izquierda y con frecuencia hablaba de reducir la pobreza y oponerse al capitalismo. Sus amigos comentaron que en el camino llegó a repudiar al pequeño enclave profundamente religioso ubicado a lo largo de la bahía de cabo Cod, donde fue criado.

Algunos antiguos miembros del vecindario, conocido como Comunidad de Jesús, han afirmado haber sido objeto de maltrato psicológico. Los familiares de Bushnell no han hecho comentarios públicos y una mujer que contestó el teléfono del número asignado a la Comunidad de Jesús se negó a responder o a tomar el mensaje.

Schuman, quien, al igual que Bushnell, nació dentro de esta comunidad, comentó que en su adolescencia ambos sufrían de ansiedad como consecuencia de las altas expectativas y las fuertes restricciones que les imponían los maestros y los líderes de la comunidad. Ahí asistían a una escuela comunal, aunque Bushnell también pasó un año en el bachillerato público.

En el verano de 2016, después de graduarse del bachillerato, fue a Israel y a Cisjordania en un viaje organizado por la Comunidad de Jesús que llevó a sus integrantes a sitios históricos de la Biblia, explicó Schuman, quien no recordó ningún comentario importante relacionado con el conflicto israelí-palestino durante el viaje, pero mencionó que los estudiantes pasaron un día en la ciudad cisjordana de Belén y hablaron con varios estudiantes de la Universidad de Belén, una universidad católica de ahí.

“Sé que ese viaje fue muy importante para todos y cada uno de los que formábamos parte del grupo”, afirmó.

En los años posteriores a que Schuman y Bushnell se graduaran del bachillerato, cada uno comenzó a considerar si debía quedarse en la comunidad. La constitución de la comunidad, llamada “Las reglas de la vida”, describe un sistema de ascensos en el que sus partidarios pueden, al paso de varios años, alcanzar un nivel en el que hay que tomar votos de membresía “de por vida”. Pero en el otoño de 2019, Bushnell le dijo a Schuman que se iría.

Se fue de la comunidad, donde había vivido con sus padres y su hermano menor, y trabajó durante poco tiempo en una casa de empeño en otra parte de Massachusetts antes de comenzar su servicio activo en la Fuerza Aérea en la ciudad de San Antonio en mayo de 2020.

Schuman, quien también había decidido irse de la comunidad, mencionó que hablaban por teléfono con regularidad acerca de cómo gestionar la transición; Bushnell le decía que había estado hablando con un terapeuta y le aconsejaba consultar a uno, comentó.

Fuera del trabajo, parecía cada vez más empeñado en resolver el problema de la indigencia. Schuman comentó que empezó a preocuparse cuando Bushnell le dijo que le había estado enviando una cantidad importante de dinero a una mujer de otro estado que decía que era una madre sin hogar. Schuman creía que ellos nunca se habían conocido.

“En realidad no me decía mucho, además de querer que yo siguiera rezando por ella”, recordó Schuman. “Yo decía: ‘Caramba, Aaron, ni siquiera conoces a esa persona’. Pero creo que lo que lo impulsaba era estar ayudando a alguien menos afortunado que él”.

Ya entrado el año 2021, Bushnell todavía hablaba de la posibilidad de regresar algún día a la comunidad de cabo Cod, algo que Schuman no quería oír puesto que ella estaba buscando una nueva vida lejos de ahí. Con el tiempo dejaron de comunicarse.

Otro amigo comentó que Bushnell se quejaba un poco sobre su trabajo en la Fuerza Aérea —los horarios irregulares, la falta de sueño— y a veces hablaba de sus desacuerdos con el Ejército estadounidense por conflictos anteriores, como las invasiones de Irak y Afganistán.

En noviembre de 2022, recién llegado de unas vacaciones en Hawái con su hermano menor, Bushnell se presentó solo en un evento que organizó el Partido por el Socialismo y la Liberación en San Antonio, donde de inmediato hizo un nuevo grupo de amigos.

Lupe Barboza, de 32 años, mencionó que ella y sus amigos lo invitaron a participar en las visitas semanales de su grupo de ayuda mutua a campamentos de personas sin hogar. Barboza comentó que Bushnell le dijo al grupo, conocido como San Antonio Collective Care, que sus ideas políticas habían cambiado radicalmente no mucho tiempo después de unirse al Ejército.

“Afirmó que pasó de un extremo —las creencias conservadoras con las que había sido educado— al otro, en el que formó sus ideas anarquistas y antiimperialistas”, comentó Barboza. “También dijo que había sido un cambio muy rápido y solo comentó que había pasado de un extremo al otro”.

Pero poco después les comunicó que tenía que tomar distancia del grupo porque estaba lidiando con un trauma de su pasado que había reaparecido, explicó Barboza. No obstante, se mantuvo en contacto con muchos de sus amigos del grupo.

Les decía que esperaba dejar el Ejército cuando terminara su servicio militar en la primavera de este año, comentó Barboza. En su perfil de LinkedIn escribió: “Mi verdadera pasión es la programación de software y no veo la hora de colaborar para impulsar la innovación en el ámbito civil”.

Susan Wilkins, de 59 años, quien también vivió en la Comunidad de Jesús de 1970 a 2005 antes de abandonarla, mencionó que no era cercana a Bushnell ni a su familia, pero los conocía y le preocupaba que Bushnell no contara con el apoyo necesario para transitar a un mundo menos estructurado.

“Lo que veo es que cuando creces en un entorno restrictivo, la anarquía tiene su atractivo”, comentó.

A Schuman, al igual que a otros miembros de la comunidad, le ha costado mucho trabajo entender la protesta fatal de Bushnell.

“Nunca apoyaré las medidas extremas”, aseveró. “Pero a juzgar por el lugar donde crecimos, en el que no podíamos decir lo que en realidad queríamos ni en lo que creíamos, es admirable lo que él hizo por personas que en estos momentos no tienen voz”.

c.2024 The New York Times Company