El camino psicopático hacia el éxito

Si pensamos en un psicópata, nos vendrán a la mente numerosos villanos de Hollywood, desde asesinos encantadores como Hannibal Lecter hasta Anton Chigurh, interpretado por Javier Bardem en la película No Country for Old Men (Sin lugar para los débiles). Pero los rasgos y síntomas de la psicopatía siguen escalas que van de débiles a fuertes. Así, alguien puede ser ligeramente psicópata o gravemente psicópata. Podría haber un psicópata sentado a su lado ahora mismo.

Algunos psicólogos sostienen que la atención prestada al comportamiento psicopático violento y delictivo ha marginado el estudio de lo que ellos denominan “psicópatas con éxito” —personas que tienen tendencias psicopáticas pero que pueden mantenerse alejadas de los problemas, e incluso beneficiarse de estos rasgos de alguna manera—. Los investigadores aún no han llegado a un consenso sobre qué rasgos distinguen a los psicópatas exitosos de los asesinos en serie, pero están trabajando para aclarar lo que dicen que es una rama incomprendida del comportamiento humano. Algunos incluso quieren recuperar y rehabilitar el propio concepto de psicopatía.

“La mayor parte de lo que la gente piensa sobre los psicópatas no es lo que realmente es la psicopatía”, afirma Louise Wallace, profesora de psicología forense en la Universidad de Derby, en Inglaterra. “No es glamurosa. No es un espectáculo”. Los rasgos psicopáticos existen en todos en algún grado y no deberían glorificarse ni estigmatizarse, afirma.

En cierto modo, el estudio de los psicópatas exitosos retrotrae este campo a sus inicios. En su libro de 1941, The Mask of Sanity (La máscara de la cordura), el influyente psiquiatra estadounidense Hervey Cleckley estableció el perfil de personalidad de un psicópata: una persona superficialmente encantadora, pero egocéntrica y de poco fiar, que oculta una esencia antisocial.

Cleckley (que más tarde identificó al famoso asesino en serie Ted Bundy como un psicópata) extrajo sus conclusiones de las personas que veía en los centros psiquiátricos. Entre sus descripciones de psicópatas se encontraban personas capaces de ocultar lo peor de su comportamiento. Esbozó el perfil de un hombre de negocios psicópata, por ejemplo, que trabajaba duro y parecía normal, salvo por sus episodios de infidelidad conyugal, insensibilidad, borrachera desenfrenada y comportamientos riesgosos.

Durante las décadas siguientes, los investigadores que querían estudiar la psicopatía a menudo lo hacían en las prisiones. Y así, alimentado por escabrosas representaciones en libros y películas, el perfil psicopático originalmente previsto de forma más amplia por Cleckley se asoció estrechamente con criminales peligrosos y violentos, tanto en la esfera pública como en la académica.

Este punto de vista está siendo cuestionado. En los últimos 15 años, la psiquiatría ha adoptado lo que se denomina un enfoque dimensional, basado en la idea de escalas y espectros de rasgos y síntomas de gravedad. Este enfoque ha sustituido al categórico, que adoptaba una visión más binaria de los síndromes mentales y evaluaba si las afecciones estaban presentes o no.

Ver la psicopatía a través de esta lente diferente abrió nuevas puertas a los investigadores. Ya no necesitaban trabajar en prisiones para estudiar la psicopatía. En su lugar, podían reclutar grupos de la población general, examinarlos en busca de rasgos psicopáticos e investigar el comportamiento y la biología de personas “normales” con psicopatía exitosa o leve. “La mayoría de los psicópatas viven a nuestro alrededor”, afirma Désiré Palmen, investigador de psicología clínica de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Avans, en los Países Bajos.

Equilibrado por la audacia

La psicopatía es un compuesto de varios rasgos que interactúan. El modelo tradicional de una mente psicopática se centra en la mezquindad y la desinhibición. En términos psicológicos, la mezquindad es la búsqueda agresiva de recursos sin tener en cuenta a los demás. La desinhibición se manifiesta como una falta de control de los impulsos. Las personas con un alto nivel de ambos rasgos sienten poca o ninguna empatía y les resulta difícil controlar sus acciones, lo que a menudo tiene consecuencias violentas.

Como parte del reciente replanteamiento, los psicólogos han introducido un nuevo factor: la audacia, que definen como una mezcla de dominio social, resistencia emocional y espíritu emprendedor.

“Se puede pensar en la audacia como la intrepidez expresada en el ámbito de las interacciones con otras personas, en las que uno no se deja intimidar fácilmente, es más asertivo e incluso dominante con otras personas”, afirma el veterano investigador de la psicopatía Christopher Patrick, psicólogo clínico de la Universidad Estatal de Florida, que destacó el papel de la audacia en un artículo sobre psicopatía publicado en 2022 en el Annual Review of Clinical Psychology.

Una persona audaz no es necesariamente un psicópata, por supuesto. Pero si añadimos audacia a altos grados de mezquindad y desinhibición, dice Patrick, podríamos tener un psicópata que es más capaz de utilizar su confianza social para enmascarar los extremos de su comportamiento y así destacar en puestos de liderazgo. De hecho, puede que el grado de audacia esté estrechamente correlacionado con el hecho de que alguien con rasgos tradicionalmente psicopáticos pueda tener éxito en la vida.

Otros rasgos psicopáticos también pueden beneficiar a las personas en determinadas carreras: la mezquindad, por ejemplo, suele manifestarse como falta de empatía. “En el mundo empresarial se busca a alguien que pueda trabajar bajo presión y tomar decisiones rápidas, quizá sin mostrar altos niveles de empatía, porque tiene que ser capaz de tomar decisiones drásticas”, dice Wallace.

Un estudio de 2016 realizado en empleados de una agencia de publicidad australiana, por ejemplo, descubrió que los altos ejecutivos obtenían puntuaciones más altas que el personal más junior en medidas de comportamientos vinculados a rasgos psicopáticos — como ser inicialmente encantadores, aplomados y tranquilos, pero también egocéntricos, sin remordimientos y carentes de autoculpabilidad—.

Otras investigaciones han sugerido que el lenguaje utilizado para describir al candidato ideal en los anuncios de empleo para ejecutivos podría atraer activamente a candidatos con rasgos psicopáticos. En un ejemplo especialmente directo, una empresa británica publicó en 2016 un anuncio para un “¡Psicópata ejecutivo de ventas de nuevos medios superestrella! £50k - £110k”. El anuncio afirmaba que uno de cada cinco directores ejecutivos era un psicópata y quería un candidato con sus cualidades positivas.

Algunos incluso han sugerido que los rasgos psicopáticos y las tendencias asociadas, como la intrepidez y el narcisismo, pueden hacer que las personas se comporten de manera heroica. Un estudio de 2018, por ejemplo, sugirió que los socorristas obtuvieron puntuaciones significativamente más altas que los civiles en las medidas de psicopatía, incluyendo la dominación sin miedo, la audacia y la búsqueda de sensaciones.

La idea de que algunos rasgos psicopáticos puedan ser positivos no sienta bien a todo el mundo. “Ha habido una gran, gran pelea sobre esto”, dice Klaus J. Templer, consultor de psicología organizacional que trabajó en la Universidad de Ciencias Sociales de Singapur.

Los críticos discrepan sobre la inclusión de la audacia como rasgo psicopático definitorio, afirma Templer. En un estudio de 2021 se pidió a más de 1.000 estudiantes que se mostraran de acuerdo o en desacuerdo con afirmaciones para sondear rasgos como la maldad (“No me importa si alguien que me cae mal resulta herido”), la desinhibición (“He cogido dinero del bolso o la cartera de alguien sin preguntar”) y la audacia (“Soy un líder nato”).

Los resultados sugirieron que el aumento de los niveles de maldad y desinhibición podría explicar la varianza en los comportamientos antisociales autodeclarados, como la agresividad, el incumplimiento de las normas y el consumo de drogas. En otras palabras, la audacia era en gran medida irrelevante.

Pero Patrick cree que algunas personas no encajan en esa interpretación. Otras investigaciones han identificado a personas que puntúan más alto que la mayoría en maldad o desinhibición, pero que no parecen meterse en problemas por su comportamiento antisocial. La audacia puede marcar la diferencia: algunos estudios sugieren que la audacia puede ser protectora en términos de bienestar y comportamiento en el lugar de trabajo.

“Les resultaría más fácil chismorrear con la gente y utilizarla”, dice Patrick. Este tipo de psicópata exitoso puede resultar ser completamente indigno de confianza, pero al principio dan la impresión de ser asertivos y capaces, añade. “Eso es lo que aporta la audacia”.

Gran parte de este debate académico es un legado de basarse en el estudio de personas que cometieron actos violentos o delictivos para evaluar y diagnosticar la psicopatía, dice Wallace. “Una vez que se etiqueta la psicopatía como un trastorno clínico caracterizado por la violencia extrema, todos los rasgos positivos de adaptación se dejan de lado”, afirma. “Y ahora los investigadores se echan un poco atrás y dicen: espera, ¿qué pasa con todas estas cosas buenas?”.

Parte del problema, dice, es que los investigadores que tratan de estudiar los rasgos positivos de la psicopatía no tienen su propia versión de la herramienta de detección utilizada para identificar los casos más graves. Se trata de una lista de comprobación centrada en los efectos de la desinhibición y la mezquindad desarrollada por el psicólogo canadiense Robert Hare e inmortalizada en el libro de 2011 El test del psicópata, de Jon Ronson.

Para llenar ese vacío, Wallace ha ayudado a elaborar una Escala de Psicopatía Exitosa: una escala de 54 preguntas diseñada para identificar y evaluar rasgos psicopáticos en la población general. Espera que la escala, actualmente en revisión en el Journal of Personality Assessment, ayude a los investigadores en este campo a evaluar, por ejemplo, la prevalencia de la psicopatía exitosa en el lugar de trabajo, o los rasgos psicopáticos en personas en posiciones de poder y liderazgo. La escala pregunta a los encuestados si están de acuerdo con afirmaciones como “Alcanzar el éxito puede ser duro; se trata de la supervivencia del más fuerte”.

“Creo que la escala es necesaria, porque en este momento la investigación de la psicopatía con éxito es casi como andar a tientas en la oscuridad”, dice. “La única forma en que realmente se puede impulsar la investigación es siendo capaz de medir estos rasgos”.

Con el tiempo, Wallace espera que la escala ayude a más gente a darse cuenta de que una persona con rasgos psicopáticos no siempre es algo a lo que temer. “Desconocemos muchas cosas sobre las personas con rasgos psicopáticos prototípicos y sobre cómo se desenvuelven en su vida cotidiana”, afirma. “Y eso es porque nos hemos perdido en esta idea de Hannibal Lecter”.

Artículo traducido por Debbie Ponchner

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David Adam es un escritor y periodista radicado en Londres.

This article originally appeared in Knowable Magazine, an independent journalistic endeavor from Annual Reviews. Sign up for the newsletter.