El cambio climático está matando a millones de personas: Un experto explica por qué muchas muertes pasan desapercibidas
En el verano de 2022, el calor sofocante mató a unas 61.672 personas en toda Europa. La mayoría de los fallecidos ya tenían problemas de salud, como cardiopatías y neumopatías. Pero sus muertesno fueron inevitables: su respiración se detuvo y sus corazones fallaron a temperaturas abrasadoras, 160 veces más probables debido al cambio climático.
El recuento de los muertos por causas climáticas es posible gracias a la ciencia de la atribución, que mide la responsabilidad del cambio climático en un fenómeno meteorológico extremo concreto. Estimar el número acumulado de muertos por el cambio climático es mucho más difícil, pero un experto calcula que en 2024 se superarán los 4 millones desde el año 2000, un total mayor que la población de Berlín.
"Muy pocas de estas muertes serán reconocidas por las familias de las víctimas o por los gobiernos nacionales como consecuencia del cambio climático", escribe el epidemiólogo climático estadounidense Colin Carlson en un comentario publicado esta semana en la revista Nature Medicine.
"Más de la mitad de esas muertes se habrán debido a la malaria en el África subsahariana, o a la malnutrición y las enfermedades diarreicas en el sur de Asia, por lo que se presume que la mayoría de los muertos eran niños pequeños", prosigue. Carlson, biólogo especializado en cambio global y profesor adjunto de la Universidad de Georgetown, reclama un cambio radical en la forma de pensar y responder a la emergencia climática.
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¿Cómo se calculan las muertes climáticas?
Las pruebas de que el cambio climático ha causado muertes masivas a "escala pandémica" son ya asombrosamente claras, afirma, pero la ciencia de la epidemiología climática sigue languideciendo. "La primera, y hasta ahora única, estimación de este tipo", afirma Carlson, se remonta a principios de la década de 2000, cuando el epidemiólogo australiano Anthony McMichael desarrolló un método para calcular la mortalidad por determinados factores de riesgo climático.
Entre ellos figuran las inundaciones, la malnutrición, la diarrea, la malaria y las enfermedades cardiovasculares, y el número total de muertes atribuibles al cambio climático ascendió a 166.000 al año. Según Carlson, la crisis climática mata anualmente a tantas personas como la población de Ginebra. La cifra de 4 millones de muertos en 2024 es bastante conservadora, ya que el método McMichael no incluye otras amenazas relacionadas con el clima que los expertos han ido conociendo mejor en los últimos años. El calentamiento global también ha causado un exceso de mortalidad por hambrunas, conflictos, suicidios, incendios forestales y docenas de enfermedades crónicas e infecciosas como el dengue.
¿Cómo se compara la respuesta mundial a la crisis climática con COVID?
Si excluimos la pandemia COVID-19 -que se cobró siete millones de vidas-, el cambio climático ha superado el número de víctimas mortales de todas las emergencias de salud pública de importancia internacional reconocidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), señala Carlson. Pero mientras que las curvas ascendentes del COVID se siguieron de cerca tanto a escala nacional como internacional, el cambio climático se describe a menudo como un miasma más generalizado que no podemos esperar cuantificar en términos de salud y muerte.
¿Tratar el clima como una emergencia de salud pública análoga ayudaría a llegar al público y a los responsables políticos? Carlson y muchos otros expertos en salud y epidemiología creen que sí.
Si no analizamos la causa subyacente y nos limitamos a tratar los síntomas, nos quedaremos cada vez más rezagados", afirma Kyle Merritt, el primer médico que incluyó la palabra "cambio climático" en el certificado de defunción de una mujer tras una ola de calor extremo en Canadá en 2021. La conferencia de la ONU sobre el clima celebró su primer "día de la salud**"**en la COP28 en diciembre, donde más de 40 millones de profesionales de la salud exigieron una acción combinada de salud y clima.
Pero, escribe Carlson, "no importa cuántos gobiernos y organizaciones internacionales hablen de boquilla del cambio climático como una emergencia sanitaria, su gasto cuenta la historia real". Los gobiernos mundiales se comprometieron a destinar al menos 9 billones de dólares (8,2 billones de euros) a la lucha contra el COVID, añade, pero sólo 143 millones de dólares (132 millones de euros) de los fondos de adaptaciónal clima en todo el mundo se gastan en salud cada año.
¿Cómo deberían responder los gobiernos a la crisis climática y sanitaria?
Al publicar ayer su comentario en X, Carlson dijo que lo había escrito "porque sentía que era el único que se había dado cuenta". "Reducir los gases de efecto invernadero ya no es suficiente", añadió. "Los gobiernos nacionales tienen que afrontar el reto del clima y la salud con compromisos sustanciales: acceso a medicamentos esenciales; acceso a atención sanitaria de alta calidad; acceso a alimentos y agua limpia".
Para avanzar en el estudio de la mortalidad climática, Carlson -que también dirige un instituto centrado en la predicción y prevención de pandemias- cree que la modelización informática predictiva es el camino a seguir. A tal fin, según declaró a la revista Grist, tiene previsto reunir este año a destacados expertos en clima y salud para averiguar cómo construir un sistema predictivo que pueda simular la propagación de enfermedades y las condiciones climáticas.
En cuanto al planteamiento de la OMS, la agencia de la ONU lleva años calificando el cambio climático y la contaminación atmosférica de crisis mundial. Entre 2030 y 2050, advierte, se espera que el cambio climático cause aproximadamente 250.000 muertes adicionales al año sólo por malnutrición, malaria, diarrea y estrés térmico.
Sin embargo, la terminología de Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (PHEIC, por sus siglas en inglés) es muy técnica y tiene ciertos criterios, como agudeza, ocurrencia inusual y riesgo de propagación mundial. Dado que la crisis climática lleva décadas produciéndose y es ya una crisis mundial crónica, estas descripciones técnicas no son aplicables, según la OMS.
La crisis climática mundial crónica exige un planteamiento sostenido y a largo plazo para nuestra salud, para el que, según la OMS, no se diseñó una declaración PHEIC. Eso no cambia el hecho de que tenemos que preparar a los sistemas sanitarios de todo el mundo para que se adapten y sean más resilientes al clima, y tenemos que reducir drásticamente las emisiones, ahora.