El calor bajo la superficie está haciendo que cambie el suelo subterráneo de Chicago
CHICAGO — Debajo de las grandes torres estilo art déco del centro de Chicago, de sus carreteras de múltiples niveles y de su ajetreado metro y líneas ferroviarias, la tierra se está hundiendo, y no solo por las razones que esperaríamos.
De acuerdo con un estudio de la Universidad Northwestern, desde mediados del siglo XX, el suelo que hay entre la superficie de la ciudad y el lecho de roca se ha calentado 2,8 grados Celsius en promedio. Todo ese calor, el cual llega principalmente de los sótanos y otras estructuras subterráneas, ha hecho que, durante décadas, las capas de arena, barro y roca debajo de algunos edificios disminuyan o se hinchen varios milímetros lo suficiente como para agravar las grietas y los defectos de los muros y los cimientos.
“Hay fuentes de calor en todo nuestro alrededor”, señaló el autor del estudio, Alessandro F. Rotta Rotta Loria, mientras caminaba con una mochila al hombro por la estación Millennium, una terminal ferroviaria suburbana debajo de la zona del Loop de esa ciudad. “Estas son cosas que la gente no ve, así que es como si no existieran”.
Y no solo es Chicago. En todas las ciudades grandes del mundo, la quema de combustibles fósiles por parte del ser humano está elevando el mercurio en la superficie. Pero el calor también está brotando de los sótanos, los estacionamientos, los túneles de los trenes, las tuberías, las alcantarillas y los cables eléctricos y este se va hacia la tierra de alrededor, un fenómeno que los científicos han dado en llamar “cambio climático subterráneo”.
Las temperaturas subterráneas en aumento ocasionan que los túneles del metro se pongan más calientes, lo cual puede hacer que las vías se sobrecalienten y se produzcan condiciones como las de un baño de vapor para los pasajeros. Además, con el tiempo, provocan pequeños cambios en el suelo que hay debajo de los edificios, lo que puede originar una tensión estructural cuyos efectos no son observables por mucho tiempo hasta que de manera súbita lo son.
“Hoy no se ve ese problema”, señaló Asal Bidarmaghz profesora titular de Ingeniería Geotécnica en la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia. “Pero habrá un problema en los próximos 100 años. Y si nada más nos quedamos mirando durante los siguientes 100 años y esperamos 100 años para resolverlo, entonces tendremos un problema enorme”.
Bidarmaghz ha estudiado el calor subterráneo en Londres, pero no participó en la investigación de Chicago.
A fin de evaluar el cambio climático subterráneo en Chicago, Rotta Loria, profesor adjunto de Ingeniería Civil y Ambiental en la Universidad Northwestern, ha instalado más de 150 sensores de temperatura sobre la superficie y debajo de ella en la zona del Loop. Este investigador combinó tres años de mediciones de estos sensores con un modelo de computadora detallado de los sótanos, los túneles y otras estructuras del distrito para simular cómo el suelo de diferentes profundidades se ha calentado desde 1951 hasta el día de hoy, y cómo se calentará a partir de ahora hasta 2051.
Rotta Loria descubrió que, cerca de algunas fuentes de calor, el suelo bajo los pies de los habitantes de Chicago se ha calentado 13,5 grados Celsius durante las últimas siete décadas. Esto ha hecho que las capas de tierra se expandan o se contraigan casi 1,27 centímetros debajo de algunos edificios.
También reveló que la deformación del suelo y el calentamiento ahora ocurren con mayor lentitud que en el siglo XX sencillamente porque la tierra está más próxima a estar tan caliente como los sótanos y los túneles enterrados dentro de ella. Esas estructuras permanecerán cada vez más calientes en vez de disipar el calor en el suelo a su alrededor.
Los hallazgos de Rotta Loria fueron publicados el martes en la revista Communications Engineering.
La manera más eficaz para que los propietarios y operadores de edificios resuelvan el problema, comentó Rotta Loria, sería mejorando el aislamiento de tal modo que se filtre menos calor en la tierra. También podrían encauzar el calor. Rotta Loria es director general de tecnología en Enerdrape, una empresa emergente en Suiza que fabrica paneles que absorben el calor ambiental de túneles y estacionamientos y lo usan para hacer funcionar bombas de calor eléctricas, cosa que reduce las facturas de electricidad. La empresa ha instalado 200 de sus paneles en el estacionamiento de un supermercado cerca de Lausana como un proyecto piloto.
A propósito, en sus cálculos del calentamiento subterráneo en Chicago, Rotta Loria no incluyó un factor: el cambio climático en la superficie de la ciudad.
El clima caluroso calienta las capas superiores del suelo. Pero los cálculos de Rotta Loria presuponen que las temperaturas del aire de Chicago permanecerán en sus niveles promedio recientes hasta 2051, es decir que sus cálculos no incorporan las proyecciones de los climatólogos para el calentamiento global del futuro. Tampoco dan cuenta del hecho de que, mientras nosotros seguimos calentando el planeta, es muy probable que los edificios grandes usen más aire acondicionado y manden todavía más calor residual al suelo.
Rotta Loria mencionó que la razón de estas omisiones es que él está tratando de determinar un límite inferior conservador en el calentamiento subterráneo y no el peor de los escenarios. “Ya muestra que existe un problema”, aseveró.
La oficina del alcalde de Chicago, Brandon Johnson, no respondió a nuestra solicitud de ofrecer comentarios.
En una mañana reciente, Rotta Loria y Anjali Thota, candidata al doctorado en Ingeniería Civil en la Universidad Northwestern, llevaron a un reportero y a un fotógrafo en un recorrido por su red de sensores de temperatura, los cuales rastrean una especie de ciudad invisible debajo de la ciudad.
Rotta Loria comentó que la Autoridad de Tránsito de Chicago no le permitió instalar sensores en las estaciones del metro por temor a que la gente los confundiera con detonadores de bombas. Pero él y su equipo se las arreglaron para poner sensores en muchos otros sitios más y menos conocidos: en plataformas ferroviarias suburbanas y en las entradas de servicio detrás de los rascacielos, en el arbolado Parque Millennium y en Wacker Drive, la enorme avenida de concreto que se hizo famosa por las persecuciones de autos en las películas “Los hermanos caradura” y “Batman: El caballero de la noche”.
Hay otro sensor en el hotel Blackstone, colocado en un cuarto del sótano llena de sillas y costales de gránulos para derretir hielo. Hay uno en el cuarto de calderas del Union League Club de Chicago que tiene temperaturas registradas de hasta 35 grados Celsius. En septiembre de 2021, otro sensor colocado en el estacionamiento de Grand Park South registró 36,1 grados Celsius.
Justo detrás de los muros de cada uno de estos sitios, fuera de la vista y de la mente, este calor está haciendo, de manera silenciosa, lo que el calor hace: dispersarse.
c.2023 The New York Times Company