Calandino, el pez fluvial ibérico que asombra a los científicos

Ejemplar de calandino capturado en el río Tiétar. (Crédito imagen: Wikipedia).
Ejemplar de calandino capturado en el río Tiétar. (Crédito imagen: Wikipedia).


Uno tiende a pensar en la reproducción sexual de la siguiente manera: el macho libera esperma, la hembra dona un óvulo, y del material genético de ambos nace una cría. Los biólogos en cambio saben que hay múltiples variaciones que, puede que no sean la corriente mayoritaria, pero que tal vez por eso mismo son mucho más interesantes.

Hace unos años hablé de la partenogénesis, un proceso que permitió a un pez martillo hembra ser madre a falta de macho en las proximidades, para lo cual creó una copia de si misma. ¿Extraño? No tanto, es un fenómeno observado en reptiles con cierta frecuencia, de hecho la partenogénesis está detrás del éxito del bestseller Parque Jurásico de Michael Chrichton. Esta peculiaridad reproductiva permitió que la trama de la novela se complicase con la llegada de nuevas crías de dinosaurio, todo a pesar de que los cuidadores del parque decidiesen – por seguridad – ubicar solo a hembras en la isla-zoo.

Ahora, para complicar más aún las cosas, un extraño pez que habita los ríos del sudoeste de la península ibérica al que llamamos calandino (Squalius alburnoides), acaba de dejar patidifusos a los científicos. ¿Por qué? Pues porque un macho ha logrado clonarse a sí mismo con la ayuda conveniente de un óvulo, claro está, pero despreciando el contenido genético del mismo. ¡Bienvenidos a la androgénesis!

Pero es que la androgénesis es solo uno más de los misterios del calandino. En realidad esta especie no es propiamente una especie, sino otra cosa a la que los científicos llaman “complejo híbrido”, es decir un grupo de organismos con combinaciones parentales múltiples que pueden aparearse entre sí.

Se cree que este grupo surgió por la hibridación entre hembras de una especia, llamada Squalius pyrenaicus, con los machos de otra especie hoy extinta, que pertenecía a un grupo de peces llamados Anaecypris (parientes del jarabugo actual). Para sostener su población, los calandinos se reproducen con otras especies relacionadas cercanamante pertenecientes al linaje de los Squalius.

Ya es bastante extaño que estos peces puedan hibridarse y reproducirse sin dificultad, recordemos que los híbridos entre especies cercanas suelen ser estériles (pensad en la mula por ejemplo) porque los cromosomas de sus padres tienen problemas al combinarse. Sin embargo para solucionar este problema, los calandinos producen espermatozoides que no se dividen, y que por tanto contienen más de un juego de cromosomas. Esto es importante porque la mayoría de los animales necesitan al menos dos juegos de cromosomas para sobrevivir. La naturaleza solventa este problema al hacer que las crías consigan un juego de cromosomas de cada progenitor, pero como vemos el calandino se las ha apañado para que su esperma permita la androgénesis.

¿Pero entonces qué sucede con el material genético que aporta la hembra? Los investigadores de la Universidad de Lisboa responsables de este estudio no lo tienen claro, pero creen que se pueden dar dos casos: o bien el esperma fertiliza óvulos que no contienen cromosomas, o bien este puede destruir el contenido genético del núcleo del óvulo tras la fertilización.

El hallazgo ha llegado de forma casual. Los científicos portugueses habían ubicado en un estanque a machos y hembras de clandino, y también habían introducido a machos y hembras de otra especie de Squalius (probablemente Squalius torgalensis) para permitir que se reprodujesen.

Pasado un tiempo, los investigadores tomaron al azar 100 crías del estanque y analizaron su ADN. Una de las crías mostró únicamente cromosomas paternos. ¿Se trata de una excepción? ¿Habría la madre producido por error un óvulo sin material genético? Aún no hay respuestas, pero el hecho de que haya ocurrido al menos una vez es de por sí extraordinario, y hace que merezca la pena seguir investigando la reproducción de este pequeño pez ibérico.

El trabajo del equipo de investigadores portugueses acaba de publicarse en Proceedings of the Royal Society B.

Me enteré leyendo la sección de ciencia del New York Times.