Cabo Verde: viaje a la isla de Maio

Cerca de 8,000 personas viven en Maio, una de las nueve islas del archipiélago de Cabo Verde y parte del grupo meridional de Sotavento. Se encuentra a unos 46 kilómetros de la isla de Santiago y de la ciudad de Praia, capital de esta joven república africana. En ferry o en avión, llegar a Maio es toda una aventura: hay que pasar antes por la isla vecina y nunca se sabe de antemano si podremos realizar la travesía o no.

Para visitar Maio lo mejor es planificar el momento de hacerlo desde Praia. El ferry solo viaja dos veces por semana desde esta ciudad y en el aeródromo escasean los vuelos que solo salen, a veces, desde la capital o la isla de Sal. Muchos vuelos suelen ser anulados debido a las condiciones meteorológicas. Para comprar los boletos de ferry, lo mejor es ir personalmente a las oficinas de la compañía Interilhas en el Plateau de Praia, ya que la web no funciona. Los empleados hablan varias lenguas e informan de las disponibilidades en tiempo real.

Maio debe a su aislamiento su innegable encanto. La llegada o la salida del ferry en el puerto es prácticamente el único momento en que su pequeña capital se anima gracias a los nuevos visitantes. Durante toda mi estancia, el ferry en que viajé fue el único barco que vi atracar en su muelle.

Una vista del paseo marítimo de Maio.
Una vista del paseo marítimo de Maio.

La ciudad principal o capital, también llamada Puerto Inglés, se extiende a orillas de una hermosa playa de arenas doradas y aguas turquesas, a lo largo de la avenida principal que es también su paseo marítimo. De vez en cuando, algún turista se baña y dos o tres veces al día los pescadores izan o echas sus barcas a la mar. Las mujeres vienen a buscar el pescado recién capturado, el mismo que venderán a los restaurantes para deleite de los comensales que podrán darse el lujo de degustar un producto fresco y de calidad.

Pescadores de Maio.
Pescadores de Maio.

Al final del paseo marítimo el fuerte de San José, de proporciones modestas, fue construido en el 1743, convertido en faro a fines del siglo XIX, aunque originalmente servía de defensa a la poco nutrida población que se dedicaba entonces a la extracción y comercio de la sal. De hecho, las salinas, aún en actividad y al otro lado del puerto, colindan con una hermosa playa, mucho más solitaria y despoblada que la del paseo marítimo.

Iglesia Nuestra Señora de la Luz, Maio.
Iglesia Nuestra Señora de la Luz, Maio.

La iglesia Nuestra Señora de la Luz, construida en 1812, emerge de lo alto de una escalinata a la que se llega después de atravesar la única plaza arbolada de la ciudad. En esta plaza, un kiosco que sirve de café y restaurante es el punto de reunión los turistas que deambulan un poco desorientados porque probablemente es la primera vez que se sienten dueños de su tiempo y que pueden solazarse sin una lista de museos y monumentos por visitar.

El fuerte San José.
El fuerte San José.

En la avenida marítima está el restaurante-café Centrum Sete Sois Sete Luas en honor al festival de música lusitana de este nombre y con frecuentes conciertos de música caboverdiana o portuguesa. Y no lejos de la plaza y de la iglesia se encuentra el viejo Mercado de Maio donde subsisten unos pocos tendales de vendedores de frutas y hortalizas. En su interior, el Café Enzo, propiedad de un italiano de ese mismo nombre y residente en la isla, prepara a la antigua un excelente cappuccino, así como pizzas y dulces caseros. Existen unos diez restaurantes, comercios y hoteles administrados por italianos, la comunidad extranjera más numerosa de la isla.

La playa de la Maio-Porto Inglés.
La playa de la Maio-Porto Inglés.

Para probar las especialidades caboverdianas sugiero el restaurante-pastelería Maio Delicia, que se encuentra a cuatro manzanas detrás de la iglesia. Allí es posible comer atún a la parrilla con mojo, pinchos de cerdo al carbón, flan casero (que llaman pudín) y otras especialidades del mar o la típica cachupa caboverdiana. Los platos suelen acompañarse con papas fritas, vegetales o el mejor arroz blanco inimaginable, cocinado de forma especial y muy distinto al que solemos comer en otros países. Desde la ciudad, se puede caminar hasta la playa de Ponta Prieta, al sur, hermosísima y completamente desierta.

Una casa de Maio, Porto Inglés.
Una casa de Maio, Porto Inglés.

A pesar de que pequeños autobuses conectan a la ciudad de Maio-Puerto Inglés con algunas de las aldeas de la isla, lo mejor es alquilar un auto para recorrerla libremente y visitar sus playas solitarias. La compañía de Evaristo Martins ofrece este servicio. El auto me lo trajo un empleado al hotel y sin que llenar ningún documento, mostrar papel alguno, sin pago previo (ni siquiera de garantía), ni revisión, me entregó las llaves. De todas formas, nadie podrá salir de Maio sin que se sepa.

Así pude visitar Ribeira do Joao, una aldea del sur conocida por su excelente queso de cabra casero y también por su hermosa playa sin ninguna construcción a la vista. También estuve en Pedro Vaz, pueblo del norte, a partir del cual por una pista en mal estado se llega a la playa Boca Praiona, virgen y completamente solitaria, famosa por la cantidad de tortugas marinas que desovan en sus arenas. Los aficionados del senderismo pueden subir el Monte Peloso, la mayor elevación de la isla, de solo 436 m de altura. En general, el paisaje es árido, la vegetación rala y solo se ven, de vez en cuando, cabras y gallinas de Guinea que atraviesan la única carretera de adoquines que le da la vuelta a la isla.

Al norte de Maio está el pueblo pesquero de Calheta con varios restaurantes que proponen pescado fresco traídos a diario por los pescadores, así como langosta, cobos y otros derivados del mar. Las playas desiertas y casi inaccesibles abundan en esta costa, pero pueden ser muy peligrosas: vientos y corrientes generan grandes marejadas y fuertes resacas. Es el caso de Porto Cais y de Morrinho.

Tres o cuatro días son suficientes para recorrer la capital, las playas y los pueblos del interior de la isla. Las salinas proponen visitas guiadas y en épocas de carnaval y otras festividades del calendario litúrgico católico los desfiles recorren la capital al ritmo de las bandas musicales. Unas vacaciones en Maio es el mejor antídoto contra el estrés. De cualquier manera, de nada sirve preocuparse porque de allí no se podrá salir hasta que llegue el próximo barco.

William Navarrete, escritor establecido en París.