Caído en desgracia, El Aissami, ex aliado de Maduro, controlaba desde el petróleo hasta el narcotráfico

Tareck El Aissami, el ex vicepresidente mostrado esta semana como trofeo en la campaña contra la corrupción del régimen de Nicolás Maduro, hasta hace poco era uno de los hombres de mayor peso en Venezuela, controlando amplias esferas del poder en el país que iban desde el negocio petrolero hasta los organismos de seguridad y las operaciones del narcotráfico.

El otrora número tres del régimen había ascendido rápidamente dentro de las filas del chavismo al juntar su suerte con la de Maduro durante los turbulentos años que siguieron la enfermedad y muerte del ex presidente Chávez. Juntos lograron consolidar el poder en Venezuela, relegando a un segundo plano al sector militar del chavismo, o Grupo 4F, conformado por militares que habían acompañado a Chávez en las intentonas golpistas de los años noventa que se veían como sus naturales herederos.

Pero la suerte le cambió a El Aissami a inicios del año pasado, en medio de acusaciones de que una camarilla de empleados públicos y empleados cercanos a él se había robado miles de millones de dólares bajo sus narices, mientras él se desempeñaba como Zar del petróleo.

El Aissami renunció inmediatamente tras estallar el escándalo en marzo y no fue visto en público desde entonces, mientras que el fiscal general chavista, Tarek William Saab, procedió a arrestar a decenas de sus colaboradores más cercanos, muriendo algunos de ellos bajo custodia policial.

El gobernante Nicolás Maduro (centro), le da la mano al entonces recién nombrado vicepresidente de Venezuela, Tarek El Aissami (derecha), durante una reunión con ministros en el fuerte militar 4F en Caracas, Venezuela, el 4 de enero de 2017. EFE
El gobernante Nicolás Maduro (centro), le da la mano al entonces recién nombrado vicepresidente de Venezuela, Tarek El Aissami (derecha), durante una reunión con ministros en el fuerte militar 4F en Caracas, Venezuela, el 4 de enero de 2017. EFE

Venezuela desconocía su paradero hasta que Saab anunció lo que muchos creían pero no se sabía a ciencia cierta. El Aissami era quien encabezaba el esquema de corrupción, conclusión establecida en base a los testimonios de cinco de las 54 personas detenidas en el caso. El Aissami, quien fue arrestado el martes, había estado conspirando contra Maduro y pretendía quebrar a la economía venezolana con el fin de crear situaciones de agitación, social, dijo Saab.

“Estos canallas que, en mala hora, usaron sus cargos que el Estado les dio para, obviamente, hacer avances importantes en la economía, se aliaron a empresarios de maletín para buscar, en esta conspiración económica, destruir la economía”, aseguró Saab, quien calificó a El Aissami como el “jefe del pranato (organización delictiva)“ de esta trama relacionada con la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

El anunció recibió una amplia cobertura de los medios estatales y su retorno a las cámaras fue el de aparecer trasladado esposado hasta una celda bajo custodia de policías en rostros cubiertos por pasamontañas.

Su socio de negocios, Samark López y el ex Ministro de Finanzas Alejandro Zerpa también fueron acusados y arrestados, en lo que eleva a 57 el número total de ex funcionarios y empresarios del régimen acusados de corrupción por participar en el presunto esquema de corrupción, donde los implicados se embolsillaron los ingresos de las ventas petroleras que debían haber ido a las arcas del estado.

Si bien los ingresos petroleros sustraídos se han calculado en más de $5,000 millones, la malversación de fondos públicos es sólo uno de una larga lista de crímenes que han sido atribuidos al líder chavista.

Los funcionarios estadounidenses lo han identificado como uno de los miembros fundadores del llamado Cartel De Los Soles, organización dirigida por militares y altos funcionarios del régimen que tomaron el control de las operaciones de drogas dentro del país sudamericano.

Agencias policiales de Estados Unidos aseguran que su participación en el narcotráfico fue detectada para cuando se desempeñaba como Ministro del Interior (2008 a 2012) y posteriormente durante su gestión como Gobernador del estado Aragua (2012 a 2017).

Desde estas posiciones, El Aissami “facilitaba envíos de drogas desde Venezuela (...) a través de aviones que partían desde una base aérea venezolana”. También utilizó su poder para establecer rutas de envíos desde puertos marítimos venezolanos, reportó el Departamento del Tesoro en 2017 al anunciar que el venezolano estaba siendo sancionado por su Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC).

“Supervisó o fue dueño parcial de cargamentos de narcóticos de más de 1,000 kilogramos enviados desde Venezuela en múltiples ocasiones, incluidos aquellos con destino final a México y Estados Unidos”, agregó el Tesoro en el comunicado.

En aquella oportunidad, El departamento del Tesoro también sancionó a Samark Lopez, identificándole de ser el principal testaferro de El Aissami y acusándole de brindar asistencia material y económica a las actividades de narcotráfico de El Aissami.

Según funcionarios estadounidenses, El Aissami trabajó estrechamente con los cárteles mexicanos de la droga, incluyendo a los violentos Zetas, y brindó protección de Venezuela al narcotraficante colombiano Daniel Barrera Barrera y al narcotraficante venezolano Hermágoras González Polanco.

Un informe escrito para la agencia policial estadounidense por IBI Consultants, la firma de seguridad especializada en el crimen organizado transnacional de América Latina, dijo que El Aissami era el jefe de una de las dos ramas principales del cartel de Los Soles, la otra siendo dirigida por la número dos del régimen, Diosdado Cabello.

Esta estructura de dos cabezas se consolidó durante los meses previos y posteriores a la muerte de Chávez, y tras sentar sus bases pasó rápidamente a tomar control del aparato de seguridad del país y, a través de él, de todo el Estado.

“Antes de su muerte, Chávez nombró a Maduro como su sucesor, mientras Cabello y El Aissami se concentraban en construir estructuras de narcotráfico, colocando cuadros de confianza en puestos clave del gobierno, el ejército y los servicios de inteligencia. Estos cuadros rotan dentro de estos puestos para que cada uno pueda enriquecerse, sin que ninguno pueda construir una base de apoyo independiente”, dice el informe.

“El Cartel, una vez en control total de las estructuras militares y de inteligencia, actuó para desplazar a los traficantes colombianos que operaban dentro de Venezuela y consolidar sus estructuras integradas de tráfico de cocaína. Con Chávez debilitado por el cáncer y ausente durante largos períodos para recibir tratamiento en Cuba, las facciones del Cartel lideradas por Diosdado Cabello y Tareck El Aissami maniobraron con mayor libertad para consolidar el poder”, agregó.

Si bien la mayoría de las investigaciones sobre la génesis del cartel apuntan a que nació cuando Chávez le propuso a sus principales lugartenientes a utilizar las exportaciones de cocaína como arma contra Estados Unidos, hay otro aspecto de las actividades de El Aissami que inquietaba a funcionarios estadounidenses.

“El Aissami representaba un cóctel muy peligroso para la seguridad nacional de Estados Unidos, que es la mezcla del narcotráfico clásico con la conexión con el Hezbolá”, dijo Martín Rodil, un experto frecuentemente consultado por diferentes agencias en Washington sobre temas de seguridad vinculados a Venezuela.

Es una conexión que ha resultado muy lucrativa para El Aissami pero muy perjudicial para el resto del mundo. Investigaciones realizadas por agencias estadounidenses indican que la organización criminal encabezada por El Aissami es uno de los principales proveedores de la red de narcotraficantes que opera Hezbolá en Europa, dijo Rodil a el Nuevo Herald.

“El dinero derivado de las ventas de estas drogas termina pasando a formar parte de la financiación que tiene Hezbolá en el Líbano, y se utiliza en actividades que van desde ataques terroristas hasta ataques al Estado de Israel”, afirmó Rodil.

De familia arabe sirio-libanesa, El Assami por años ha sido considerado como el puente de interconexión entre el chavismo y el extremismo de Oriente Medio.

Según un informe elaborado en el 2016 por la ONG el Centro para una Sociedad Libre y Segura (SFS), el ex vicepresidente “usó su prominencia política para establecer canales de inteligencia y de finanzas con los países islámicos, particularmente con Siria, Líbano, Jordania, Irak e Irán”..

Tareck no es el único integrante de su familia que mantiene estrechas vinculaciones con las organizaciones terroristas de Oriente Medio. Su padre, Zaidan El Amin El Aissami, también conocido como Carlos Zaidan, es un ardiente promotor de la Yihad Islámica y persona cercana a Izzat Ibrahim al-Douri, un ex colaborador militar de Saddam Hussein que encabezó la insurgencia en Irak y en un momento dado fue uno de los hombres más buscados del mundo.

Antes de caer en desgracia, El Aissami se había convertido en un aliado indispensable para Maduro, lo que le permitió ascender rápidamente dentro del movimiento político creado por Chávez. Siempre estuvo del lado de los sectores del chavismo más cercanos a Cuba, y mantuvo fuertes vínculos con Adán Chávez, hermano de Hugo, explicó Joseph Humire, director ejecutivo del SFS.

Pero a partir de la década pasada, El Aissami comenzó a diferenciarse de sus otros colegas dentro del chavismo por la gigantesca fortuna que empezó a acumular, y por una red de lavado de dinero que operaba a través de empresas ficticias, afirmó Humire.

Además, El Aissami empieza a llamar la atención de las autoridades por sus vínculos con grupos extremistas de Oriente Medio, y especialmente con Hezbolá.

En un informe preparado por el SFS, Humire informó que El Aissami ha utilizado su prominencia política para establecer canales financieros y de inteligencia con países islámicos, particularmente Siria, Líbano, Jordania, Irak e Irán.

“A lo largo de los años, Tarek El Aissami ha desarrollado una sofisticada red financiera de múltiples capas que funciona como un conducto criminal-terrorista para llevar militantes islámicos a Venezuela y los países vecinos, y para enviar fondos ilícitos desde América Latina hacia el Este. Medio”, dice el informe.

El “canal criminal-terrorista” está compuesto por casi 40 empresas fantasma que poseen activos y fondos a través de 36 cuentas bancarias abiertas en Venezuela, Panamá, Curazao, Santa Lucía, Miami y Líbano, concluyó.