En busca de un 'eje del bien' contra Estados Unidos, Rusia aprovecha a sus aliados por conveniencia

Gente que vive en las afueras de Sloviansk, en el este de Ucrania, comprueba el daño provocado por los ataques con misiles, el martes 19 de julio de 2022. (Mauricio Lima/The New York Times).
Gente que vive en las afueras de Sloviansk, en el este de Ucrania, comprueba el daño provocado por los ataques con misiles, el martes 19 de julio de 2022. (Mauricio Lima/The New York Times).

BRUSELAS — En sus observaciones sobre la visita del presidente de Rusia, Vladimir Putin, a Irán, el comentarista de televisión, Yevgeny Popov, explicó que estos dos países querían formar un “eje del bien”, como una burla de la descripción que hizo el expresidente George W. Bush de Irán, Irak y Corea del Norte como un “eje del mal”.

Burlarse de las equivocaciones y la retórica en la política exterior de Estados Unidos es un deporte muy popular en Rusia, de Putin para abajo, pero la amistad cada vez mayor entre Rusia e Irán es la de dos países aislados y castigados con sanciones cuyo vínculo principal es su oposición activa a Estados Unidos, sus aliados y su control del orden mundial multilateral.

Mientras que a Estados Unidos le gusta arropar a sus alianzas con palabras grandilocuentes sobre valores compartidos y democracia, las relaciones de Rusia, Irán y China, otro camarada que de manera abierta apoya a Moscú y compite contra Estados Unidos, son mucho más transaccionales.

Pero los vínculos transaccionales no dan lugar a alianzas perdurables ni disfrazan las tensiones que existen dentro de ellos.

“Rusia está aislada en el panorama mundial de una manera que nunca se había visto”, señaló Charles Kupchan, exfuncionario estadounidense quien es profesor de la Universidad de Georgetown. “Putin está en busca de reconocimiento y aceptación donde sea que pueda encontrarlos, y el hecho de que pueda encontrarlos en Teherán ya es algo significativo”.

Incluso China, que ha cumplido con su alianza anti-Estados Unidos con Rusia, “se ha mantenido a una prudente distancia de la guerra en Ucrania”, comentó Kupchan. “Y aunque una gran parte de los países del mundo no están imponiendo sanciones contra Rusia, estos consideran que la invasión de Rusia fue una maniobra de franca agresión”.

Ni Rusia ni China cuentan con aliados entusiastas ni con mucho poder de persuasión, señaló Jeremy Shapiro, un exfuncionario del Departamento de Estado quien es director de investigación del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores con sede en Berlín.

De izquierda a derecha: el presidente de Rusia, Vladimir Putin, el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, durante una conferencia de prensa conjunta en Teherán, Irán, el 19 de julio de 2022. (Arash Khamooshi/The New York Times).
De izquierda a derecha: el presidente de Rusia, Vladimir Putin, el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, durante una conferencia de prensa conjunta en Teherán, Irán, el 19 de julio de 2022. (Arash Khamooshi/The New York Times).

“En realidad, a nadie le cae bien China, pero todos entienden que tiene poder”, comentó Shapiro. “Rusia está peor; tiene el poder de persuasión de un puercoespín borracho. Pero también tiene muchos activos, entre ellos los energéticos, y el deseo de usar a su Ejército”.

La mayor parte del mundo solo quiere mantenerse al margen de lo que ve como un conflicto de superpotencias que se está librando por Ucrania, explicó François Heisbourg, un analista francés en temas de defensa en la Fundación para la Investigación Estratégica con sede en París. Si la mitad de la población del mundo se está manteniendo públicamente fuera de esta guerra, la mitad de esa mitad es la India y China, comentó Heisbourg, y Estados Unidos ha tenido éxito en general en cuanto a impedir que China ayude a Rusia con fuerza militar en Ucrania y en cuanto a no presionar mucho a la India, que no es aliada de China y sigue dependiendo de las armas rusas.

Como las sanciones de Occidente tienen un impacto “colosal” en Rusia (según las propias palabras de Putin), Moscú necesita hallar lugares para hacer negocios, sobre todo porque las sanciones afectan más a medida que pasa el tiempo. Irán, aislado por las sanciones económicas todavía más severas de Estados Unidos en relación con su programa nuclear, está feliz de hacer negocios con Rusia, afirmó Kupchan.

Rusia también necesita tener más control sobre el campo de batalla en Ucrania, y Washington ha revelado el interés de Moscú en comprarle drones de combate y de observación a Irán.

Rusia e Irán tienen una larga y complicada historia. Los lazos y el comercio mejoraron tras el derrumbe de la Unión Soviética, que fue el primer país en reconocer a la república islámica después de la revolución de ese país en 1979, aunque Moscú siguió respaldando a Irak en su guerra con Irán en la década de 1980. En general, ambos países han tenido un interés común por hacer retroceder el poder de Estados Unidos en lugares como Irak, Siria y Afganistán.

Las relaciones mejoraron con el deterioro de los vínculos entre Rusia y Occidente y la imposición constante de sanciones contra Rusia tras su anexión de Crimea en 2014. En 2021, el comercio recíproco llegó a sus máximos niveles, aunque alcanzó un monto relativamente modesto de más o menos 3500 millones de dólares.

Pero también existen fisuras importantes. Rusia no comparte la enemistad de Irán hacia Israel y no quiere que Irán desarrolle un arma nuclear. Moscú ha ayudado mucho a negociar el restablecimiento del acuerdo nuclear de 2015 (del cual se salió el expresidente Donald Trump en 2018) entre seis potencias mundiales e Irán, y que el presidente Joe Biden, de manera intermitente, ha estado tratando de reanudar.

La semana pasada, Biden y los lideres israelíes reiteraron su promesa de hacer todo lo necesario para evitar que Irán tenga una bomba nuclear, incluso con medidas militares. Además, Rusia no tiene ningún interés en que se inicie una campaña militar de Occidente contra Irán, algo que se tornaría en una posibilidad real si no se restablece el acuerdo nuclear.

Rusia e Irán también compiten para venderles su petróleo con sanciones y descuentos a China y a otros países. Aunque la calidad del crudo es diferente en ambos países, no es fácil imaginarlos formando una especie de cartel para vender petróleo sancionado, aseveró Shapiro.

Además, Rusia tiene otros problemas con Irán, como el contrabando de drogas ilícitas.

No obstante, en Siria, están muy apegados a su apoyo de siempre al régimen del presidente Bashar al Asad, y Siria fue el foco de atención de la cumbre en Teherán, Irán, en la que participó el presidente de Turquía, Tayyip Erdogan.

A Turquía no le interesa ser parte de ningún nuevo eje o alianza con Rusia o Irán, sino que ha manejado estratégicamente una política exterior diversificada y abierta hacia todos lados que le brinda una influencia considerable tanto con Moscú como con Washington.

Turquía se ha asignado un papel vital como mediadora entre Rusia y Ucrania, y, en la práctica, es la mediadora entre Washington, la OTAN y Rusia. Ha trabajado con todas las partes, incluyendo a las Naciones Unidas, para tratar de que las exportaciones de granos ucranianos (y rusos) salgan por el mar Negro hacia los países en desarrollo.

Erdogan tiene credibilidad y comunicación tanto con Moscú como con Washington, así como con Ucrania, y “si puede negociar un acuerdo para que los granos de Ucrania vuelvan a circular, ese podría ser el primer paso para dar un giro hacia la diplomacia, una medida para generar confianza que requeriría concesiones por parte de Rusia y de Ucrania, pero que se lograría dentro del apartado de ayuda humanitaria”, señaló Kupchan.

Sin embargo, lo que, claramente, quería Turquía de esta cumbre trilateral era más específico: luz verde para llevar a cabo una nueva incursión militar en el norte de Siria contra los kurdos sirios, quienes, según Erdogan, son aliados del PKK, o Partido de los Trabajadores de Kurdistán, al cual califican de terrorista tanto él como Occidente.

Atacar a los kurdos es algo generalizado en Turquía, incluso entre los opositores de Erdogan, y es parte de su labor para ganar la reelección el próximo año, comentó Heisbourg. Además, Siria es el único asunto en el que coinciden las políticas de los tres países, pese a que sus intereses son diferentes.

© 2022 The New York Times Company