El astuto doble juego de Trump al apelar a los latinos de Miami: buscar votos y simpatizar con su posible jurado

El expresidente Donald Trump saluda a la gente durante una parada después de su comparecencia en el restaurante Versailles, en el barrio de La Pequeña Habana en Miami, el 13 de junio de 2023. (Doug Mills/The New York Times)
El expresidente Donald Trump saluda a la gente durante una parada después de su comparecencia en el restaurante Versailles, en el barrio de La Pequeña Habana en Miami, el 13 de junio de 2023. (Doug Mills/The New York Times)

MIAMI— El día anterior a que el expresidente Donald Trump fuera procesado por cargos federales, concedió una entrevista a Americano Media, una emisora conservadora en español del sur de Florida, y describió su acusación como una “regresión” de la democracia.

Minutos antes de declararse inocente en un tribunal de Miami el martes, su vocero les dijo a los periodistas que el episodio era algo “que se ve en dictaduras como Cuba y Venezuela”.

Tras salir del juzgado, Trump fue directamente a un popular restaurante cubano en La Pequeña Habana y oró con algunos simpatizantes.

Mientras organiza su defensa política contra una acusación de 37 cargos, Trump ha invocado en repetidas veces la corrupción y la disfunción en los gobiernos latinoamericanos y se ha presentado en el papel de disidente político oprimido.

Es un esfuerzo evidente por tratar de desacreditar las acusaciones del gobierno, pero también una jugada nada sutil para ganarse la simpatía de los votantes latinos, tanto en Florida como en otros lugares.

“Realmente, lo entienden mejor que otras personas”, dijo Trump el lunes en una entrevista con Americano Media. La presentadora, Carinés Moncada, coincidió en reiteradas veces.

“Lo que estamos viendo aquí es el tipo de cosas, señor presidente, que lamentablemente sucede en América Latina”, afirmó Moncada.

La comparación de Trump es, como mínimo, exagerada. El expresidente ha sido acusado de estar en posesión de decenas de documentos clasificados después de dejar el cargo y obstruir repetidamente los intentos del gobierno de recuperarlos de su residencia en Mar-a-Lago. La acusación formal, que se fundamenta en las notas y fotos de su propio abogado y en las comunicaciones de sus ayudantes, ha sido descrita como grave y condenatoria incluso por algunos abogados republicanos, entre ellos su ex fiscal general.

El posible jurado... latino

La investigación fue dirigida por un fiscal especial para darle al presidente Joe Biden, el anterior y posiblemente futuro rival de Trump por la Casa Blanca, algo de distancia del caso.

Sin embargo, esa evidencia y medida de independencia han hecho poco para persuadir a los votantes republicanos. Al menos una encuesta preliminar, realizada por CBS News/YouGov, sugiere que la gran mayoría de los votantes republicanos han aceptado la defensa de Trump de que el caso equivale a una retribución política.

Trump se ha centrado particularmente en persuadir a los votantes latinos sobre ese punto, una estrategia que puede ser tanto política como legal. Es posible que el grupo de jurados pueda estar conformado por votantes registrados en el condado de Miami-Dade, donde casi el 70 por ciento de la población se identificó como latina, según datos del censo.

En términos más generales, Trump considera que su relativa fortaleza entre los votantes latinos de todo el país es crucial para sus esperanzas de regresar a la Casa Blanca. Ganó alrededor de un tercio de los votos latinos en 2020, según encuestas del electorado. Eso fue un incremento en comparación con 2016, cuando recibió un apoyo de menos del 30 por ciento.

En una encuesta realizada por la Universidad Quinnipiac en mayo, los votantes hispanos estuvieron divididos en partes iguales cuando se les preguntó por su preferencia en una revancha entre Trump y Biden en 2024.

Trump ha utilizado una variedad de temas culturales y religiosos para conectar con esos votantes, con un éxito que varía ampliamente según la ubicación y la demografía. También ha utilizado mensajes dirigidos más específicamente a votantes con estrechos vínculos con Cuba, Venezuela y Centroamérica. En 2020, repitiendo el lenguaje utilizado de forma efectiva por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, Trump calificó repetidas veces a Biden de “socialista”, sacándole provecho a las asociaciones negativas que muchos inmigrantes latinoamericanos tienen con los gobiernos de los cuales huyeron.

Sus últimas declaraciones van más allá. Trump ha calificado repetidas veces a los demócratas de “comunistas”, incluso durante un discurso el martes por la noche en su club en Bedminster, Nueva Jersey.

“Si los comunistas se salen con la suya, la situación no se detendrá conmigo”, afirmó. “No dudarán en aumentar su persecución de los cristianos, los activistas provida, los padres que asisten a las reuniones de la junta escolar e incluso los futuros candidatos republicanos, lo cual hacen”.

Narrativa "falsa pero astuta"

Eduardo A. Gamarra, profesor de Política y Relaciones Internacionales en la Universidad Internacional de Florida que también forma parte de su Instituto de Investigaciones Cubanas, dijo que la narrativa tejida por Trump y sus portavoces, aunque falsa, era astuta.

“Está reforzada por los medios locales y por gran parte de lo que dice la campaña de Trump y otros republicanos: que este gobierno, el de Biden, se está comportando como se comportan los países bananeros, y eso ha resonado de forma muy intensa aquí”, afirmó. “Es una gran política, pero no es verdad”.

Gamarra, quien nació en Bolivia, dijo que el cortejo de Trump ha sido refrescante para muchos grupos de votantes latinos porque algunos han sido ignorados por muchos políticos. Sin embargo, afirmó que la insistencia de Trump a aferrarse a la premisa de que de alguna manera es un disidente político era perjudicial.

“Creo que solo propaga estereotipos sobre América Latina”, dijo. “Es mucho más complejo que simplemente la imagen de país bananero”.

El simbolismo en el cameo de Trump en el restaurante Versailles en La Pequeña Habana fue evidente. El restaurante, un referente de la diáspora cubana, es visitado frecuentemente por políticos en busca de apoyo. En 2016, el restaurante recibió a Trump y Rudy Giuliani juntos tras el primer debate de Trump contra Hillary Clinton.

El martes, Trump recibió el apoyo y las oraciones de la multitud. Paloma Marcos, originaria de Nicaragua y ciudadana estadounidense desde hace 15 años, corrió al Versailles con una gorra de Trump y un cartel que decía: “Estoy con Trump”.

Marcos afirmó que muchos nicaragüenses como ella tenían afinidad con el expresidente porque está en contra del comunismo.

“Él sabe que lo apoyamos. La comunidad latina ha tenido un despertar”, dijo Marcos. “Se ha corrido el telón”.

La acusación federal a un expresidente no tiene precedentes en Estados Unidos, pero muchos presidentes latinoamericanos han sido enjuiciados después de dejar el cargo.

El actual presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, estuvo más de un año en prisión tras dejar el cargo por primera vez. La expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner fue sentenciada a seis años por corrupción el año pasado. En Perú, Alejandro Toledo fue extraditado recientemente para enfrentar un cargo de cohecho. Otro expresidente peruano, Alberto Fujimori, está cumpliendo en la actualidad una pena de 25 años de prisión.

Arnoldo Alemán, de Nicaragua, es uno de los pocos expresidentes que fue arrestado en un caso de corrupción a pesar de que su propio partido estaba en el poder.

c.2023 The New York Times Company

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